El monte de San Vicente, escenario de guerras y tumba de señores feudales

felipe aira MONFORTE

MONFORTE DE LEMOS


Puerta falsa de la muralla por la que huyó el conde Pedro Alvar de los irmandiños
Puerta falsa de la muralla por la que huyó el conde Pedro Alvar de los irmandiños ALBERTO LOPEZ

Fernán Ruiz de Castro falleció en 1298 en la primera gran batalla que tuvo Monforte como escenario

03 feb 2020 . Actualizado a las 17:19 h.

A lo largo de la historia se registraron episodios de enfrentamientos sangrientos que tuvieron como escenario Monforte. El primero se produjo en el año 1298, con la muerte de Fernán Ruiz de Castro, señor feudal de la villa, en una batalla a orillas del Cabe. El medievo fue tiempo de guerras constantes que asolaron las tierras de Lemos y motivaron que la mayor parte de la tierra cultivable quedase abandonada. Ni el cenobio benedictino monfortino se libraba de esa penuria. Ese año se unen las iglesias de Ribas Altas y Doade a San Vicente do Pino, por decisión del obispo de Lugo y el Cabildo atendiendo «a su mucha pobreza».

Esteban Fernández de Castro, señor de Monforte, fallece en la batalla que enfrenta a las tropas del rey Sancho de Castilla contra los partidarios de los infantes de la Cerda, bajo el mando de Juan Núñez de Lara. Esteban luchó defendiendo al rey Sancho. Estamos en el último cuarto del siglo XIII. Al hijo de Esteban y Aldonza, Fernán Ruiz de Castro, el rey le reintegra el señorío de las tierras gallegas. Fue en el año 1296 cuando tuvo lugar en la ribera del río Cabe, a los pies del monte de San Vicente, una enorme batalla que enfrentó a las tropas gallegas de Fernán Ruiz de Castro y al ejército del rey de Castilla. La muerte de don Fernán, alcanzado por una flecha, desencadenaría la derrota.

En 1342 se cocinaba un nuevo conflicto. El monasterio de San Vicente estaba entonces «muy pobre y necesitado por las insolencias y destrucción de las tierras de la comarca, por cual faltaban las rentas». Los sufridos vecinos, de por sí muy empobrecidos, se negaban a pagar sus foros e impuestos a los monjes, preámbulo de lo que un siglo después se materializó en la gran guerra irmandiña. Pedro Fernández de Castro el de la guerra, que fallecería más tarde de la peste en el cerco de Algeciras, estaba al frente del feudo de Monforte. Como indica su sobrenombre, corrían tiempos convulsos.

Con la refundación de Monforte en el año 1014, se levanta una primera fortaleza. Hasta que dejó de tener sentido práctico desde el punto de vista defensivo, allá por el siglo XVI, la fortificación solamente fue tomada por la fuerza en dos ocasiones. La primera, ya referida, en el año 1296, cuando Fernán Ruiz de Castro, señor de Monforte y al frente de las tropas gallegas, abre combate contra el ejército de los reyes castellanos y muere en la batalla.

Casi 200 años después, la fortificación volvería a ser escenario de otro gran combate. Más de cinco mil irmandiños toman la fortaleza de Monforte en el año 1467, según testigos que declaran en diversos procesos celebrados en el siglo XVI, como el denominado Pleito Tabera-Fonseca o el producido entre María Bazán, segunda esposa del conde de Lemos, contra Rodrigo Enríquez de Castro y Osorio, segundo conde de Lemos.

En el primero de los procesos citados, declara en 1526 Pedro Paxariño, vecino de Monforte de 70 años. «Pedro Paxariño, vecino de Monforte, de 70 años, presentado por el Arzobispo de Santiago, el cual contestando a la misma pregunta (...) Que bido anda las hermandades por tierra de Lemos e les bido hazer juntas e bido vinieron contra la villa de Monforte e se ayuntaron cinco o seis mil onbres donde agora esta fecho el monasterio nuevo de San Antonio de la Orden de San Francisco, e de alli tomaron la fortaleza de la dicha villa e la tobieron en su poder e acordaron de derribaren la mitad della», recoge su testimonio.

Acampados junto al río

Acampados en las inmediaciones del puente viejo en el lugar de As Cortes, donde se levantaría en 1503 el convento de San Antonio, entre cinco mil y seis mil irmandiños venidos de todos los estados de Lemos, y de Lugo y Portomarín, organizaban el asedio al castillo de Monforte. El lugar elegido para levantar el campamento estaba bien planificado. Desde el barrio de As Cortes controlaban el único paso existente para cruzar el Cabe.

El propio conde de Lemos, Pedro Alvar Osorio, «luz y lumbre» de los caballeros gallegos, aguardaba en el castillo para enfrentarse a los irmandiños. Las tropas del señor feudal se encontraban bien armadas y con la moral alta viendo principal y más poderoso noble gallego a su lado. Sin embargo, tras varias semanas de enfrentamientos el conde ve vencida su defensa y conquistado su castillo. Pedro Alvar Osorio consigue escapar del feudo monfortino acompañado de sus mejores soldados y caballerías, cruzando a través del postigo o puerta falsa inmediata a la Torre Norte El castillo de Ponferrada, que fuera de los templarios, le sirvió de refugió tras su huida.

Al disolverse la orden del Temple, la fortaleza del Bierzo le había sido concedida a Pedro Fernández de Castro, el de Guerra, señor de Monforte y antepasado por línea de sangre de la primera mujer del conde Don Pedro, Beatriz de Castro, matrimonio que lo convierte en titular del poderoso Señorío de Lemos. A Pedro Alvar Osorio, Enrique IV en 1456, lo nombra conde hereditario y perpetuo. Pedro ya estaba viudo entonces de doña Beatriz. Tras vencer a los irmandiños, año 1469, mandó reedificar la fortaleza. Según los testimonios, durante esta reedificación, la mejoró e hizo más sólida. Del año 1470 al año 1483, duraron las obras principales.

En el asalto de 1467 a la fortaleza participaron más de 5.000 irmandiños

Curas que tuvieron un papel destacado en la resistencia contra la invasión de los franceses

En enero de 1809 los franceses entran en Galicia. Eran en total 50.000 hombres y 74 piezas de artillería del segundo y sexto cuerpo del ejército, con los mariscales Soult y Ney al mando. En junio, bajo el mando del general Loison, ejercieron el pillaje, asesinato y destrucción en las tierras de Lemos. San Clodio, Quiroga, Castro Caldelas o Monforte fueron de las poblaciones que más sufrieron. La junta de defensa de Monforte tenía al frente al padre José Beda, abad de San Vicente do Pino, que organizo el llamado Batallón de Monforte.

El padre Cristóbal Conde, confesor del arzobispo de Santiago, recaló en Monforte escapando de Santiago y tuvo un importante papel en el abastecimiento de ese batallón. El cura párroco de Piñeira sería otro de los destacados. Los franceses destrozaron su casa y causaron daños importantes en la iglesia de esa parroquia.

En enero de 1809 los franceses se adueñan de O Saviñao. Desde allí se dirigieron a Monforte para sitiar la población, pero no consiguen tomarla. Entre los días 20 y 21 de abril de ese año, se libra en la ciudad del Cabe una trágica batalla. Varios miles de soldados de Soult rodeaban la localidad, con carta blanca para asaltar y hacer lo que le viniese en gana. Asesinaron a centenares de monfortinos que defendían a sus familias.

Autoridades a la huida

La defensa de Monforte estaba encomendada al brigadier Martinengo. Al no contar con suficientes tropas, optó por replegarse. Las autoridades civiles y eclesiásticas decidieron en ese momento escapar a zonas despobladas. Quedaron, sin embargo, un número indeterminado de personas defendiendo a la altura del puente viejo la población. La defensa se rompió precisamente, a la altura del mencionado puente, en la hoy denominada plaza del Doctor Goyanes.


Foto antigua del Cantón de Bailén, ahora denominado plaza de Doctor Goyanes, escenario de combates contra los franceses
Foto antigua del Cantón de Bailén, ahora denominado plaza de Doctor Goyanes, escenario de combates contra los franceses ARCHIVO F. AIRA

Más de cuatrocientas personas, en su mayoría monfortinos, fueron asesinados o fallecieron como consecuencia de la batalla. El convento de San Jacinto se había convertido en un pequeño parque militar de intendencia, proveyendo armas y otros pertrechos a la tropa. Se construyeron cañones a partir de troncos de árboles a los que le ahuecaba y se revestían con abrazaderas de hierro, que aguantaban hasta una docena de disparos. Tres mil hombres formaban el ejército francés que participó en el asedio de la población.