Torres de la muralla que sirvieron como viviendas hasta hace un siglo

felipe aira MONFORTE

MONFORTE DE LEMOS

Torre dos Cregos, una de las cinco que se conservan de la antigua fortaleza de Monforte
Torre dos Cregos, una de las cinco que se conservan de la antigua fortaleza de Monforte CARLOS CORTÉS

Manuel Yáñez da cuenta de ello en un libro del siglo XIX, y hasta comienzos del XX el monumento siguió habitado

26 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La muralla de Monforte dibuja una alta cerca defendida en varios tramos por salientes rectangulares. El paseo de ronda recorría el muro a lo largo de su perímetro. En diversos trazos aún se conserva, lo que facilitaría la reconstrucción de las partes donde desapareció. El material utilizado en su construcción es mampostería realizada con piedra local, extraída en su mayoría del propio monte. Piedra pizarrosa a la que se añaden cantos rodados. Los sillares de granito solo se utilizaron para reforzar ángulos de las torres y perfiles del almenado y vanos en puertas, ventanas, saeteras y troneras

Existe la errónea idea de que la obra pertenece fundamentalmente a la etapa de la tercera condesa de Lemos, en el siglo XVI. Pero la mayor parte del complejo fortificado es de entre los años 1470 a 1486. Algunos testimonios del Proceso Tabera-Fonseca (1526) o del pleito entre María Bazán, primera condesa hereditaria y perpetua, y el segundo conde de Lemos, Rodrigo Enríquez de Castro (1490-1500), nos confirman que fue el primer conde de Lemos, Pedro Alvar Osorio, quien mandó levantar de nuevo la fortaleza.

«Siendo Conde de Lemos don Pedro Osorio hizieron llevantar las fortalezas de Sarria y Monforte e que bio llebantar una hesquina de la bara de la casa de Monforte de Lemos, y los palacios y de la cerca de la villa que hera antes unas paredes biejas y la llebantara como agora están», declara en uno de estos procesos el zapatero Lopo Afonso.

«Que bido que las hermandades pasadas derrocaron las fortalezas de la villa de Monforte e los muros della (...) los bido derrocados labara de la dicha fortaleza la mitad della e los muros que daran della un poco por derrocar según que agora paresca (...) e dize el testigo que quedo la dicha fortaleza e muro quedaron fechos de la manera que agora están (...) que la dicha obra y cerca y lo que de la dicha fortaleza hestaba fecho está mejor que no lo hestaban antes que fuese derrocada», declara Pedro de Remberde, el Viejo, vecino y morador de Arrabal de Monforte, en uno de esos pleitos.

En otro testimonio se afirma: «Estando casados los dichos conde y condesa labraron e edeficaron la cerca de la villa de Monforte de cal e piedra e fisyeron en ella cinco torres grandes e muy buenas con bovedas e labraron una puerta de villa con su sobre puerta con dos cubos muy buenos». Estas cinco torres son las de Santo Domingo, O Arco, Os Monxes, Torre Norte o Pequena y una de las que forman el conjunto de la cárcel vieja.

Solo algunas ruinas

La torre del Homenaje fue levantada sobre lo que dejaron en pie los irmandiños. La cara este, y parte de las norte y sur, pertenece a la primitiva construcción, del siglo XIV. En el conjunto monumental encontramos, por otro lado, las ruinas de varias torres, como la llamada de las Cabras -entre la puerta de Carnicerías y Pescaderías y la torre del Homenaje- y el torreón que defendía la puerta falsa de Os Chaos.

Hasta hace algunas décadas, hubo cubos defensivos que estuvieron habitados. Todavía a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX hay testimonios que lo confirman ello. Manuel Yáñez González afirma en su obra Memoria crítica de los monumentos y tradiciones de Monforte: «La muralla que comprende por la parte del mediodía, bastante más que la meseta del monte esta demolida y distribuida entre las casas (...) y aún de los cinco torreones que flanquean sus cortinas sirven algunos de habitación y otro proporciona seguro local para la cárcel del pueblo». Suso Vila nos relata que su padre comentaba que recordaba a dos hermanas que tenían su habitación en la Torre do Arco.

Torre de Santo Domingo. Llamada así por su proximidad al antiguo convento de San Jacinto de la orden de dominicos, conocido como convento de Santo Domingo, que fue levantado en el siglo XVII. La entrada, con arco de medio punto, luce la tau que mandó poner en diversos puntos del complejo fortificado el primer conde de Lemos. Un símbolo que también manda colocar en Ponferrada, Castro Caldelas, Cornatel o en la iglesia de San Francisco de Villafranca del Bierzo, donde ordenó levantar su panteón familiar.

La tau se colocaba por ser edificio de los Castro, feudales originarios de Castrojeriz (Burgos), donde se emplazaba la casa general de los Antonianos, que tenían como emblema una tau en su hábito a la altura del pecho. Los ancestros de estos Castro gallegos habían sido antiguos comendadores de la orden antoniana. La tau también sería cincelada por ser un amuleto contra la peste, según creencia de la época.

La Torre de Santo Domingo, es una de las mejor conservadas. Defendía la Puerta de Pescaderías y Carnicerías. En la cara oeste, en la base de sus almenas, existían a ambos lados desaguaderos. La torre, al igual que las otras cuatro, se distribuía en tres pisos de madera tendidos sobre vigas. Remata en bóveda, como la describen los testigos del proceso entre la Condesa María de Bazán y el segundo conde de Lemos. Entre la Torre de Santo Domingo y los torreones defensivos de la cárcel vieja se encontró un pozo de agua, que posiblemente perteneciese a alguna de las edificaciones que se encontraban en esa zona.

Torres de la cárcel vieja. Existen dos torres pegadas. La primera más pequeña (siglos XII-XIII) sería la original y defendía la primitiva Porta da Zapatería. Sobre la segunda (siglo XV), se erigió la actual torre de la cárcel vieja. Por el material empleado y el retranqueo del muro se puede percibir la diferencia en la construcción de esta segunda torre. En la parte superior ostenta bajo una ventana una tau. Desde la segunda parte del siglo XIX, y hasta la década de los años veinte del siglo XX, albergó las dependencias de la cárcel del partido judicial. Solamente en momentos puntuales fueron trasladados los presos al antiguo convento de frailes dominicos de San Jacinto. Quedó libre de este destino al levantarse, a finales de la década de los veinte del siglo pasado, la cárcel de A Pinguela.

La torre de la cárcel vieja sirvió de prisión hasta que se construyó

la de A Pinguela

Refugio de los guardias de las minas de Freixo en tiempos de los condes de Lemos

Uno de los cubos, hoy prácticamente arruinado, es el que podríamos denominar de Os Chaos, puesto que comunicaba ese barrio con la Falagueira. La piedra que falta de este torreón fue reutilizada para cerrar las propiedades contiguas. La torre defendía la puerta falta o postigo. Existen además restos de dos torres en el tramo que va desde la hoy llamada Porta da Alcazaba hasta la torre Norte. Una de ellas se denominaba en siglos pasado Torre das Cabras, pues se destinaba a guardar cierto número de estos animales.

Torre do Arco. Debe su nombre a haber estado unida hasta hace algunas décadas a una casa próxima por medio de un arco. El inmueble daba a la calle Falagueira y era el albergue de los guardias de las minas de Freixo. El arco, hoy desaparecido, pudo pertenecer a alguna puerta de la muralla existente en esa zona hasta la reconstrucción llevada a cabo por el primer conde de Lemos. Actualmente está abandonada y en estado ruinoso. Parte de su interior se rellenó con los escombros de la casa con la que durante siglos estuvo unida a través de un arco. El motivo de este relleno fue evitar que los chavales que solían jugar en la zona pudiesen caer al vacío.

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Torre dos Monxes. Situada en terreno del monasterio de San Vicente do Pino, es de similares características a las de Santo Domingo y el Arco. Sobre su puerta de entrada luce una tau. Se trata de uno de los torreones edificados por el primer conde de Lemos.

Torre Pequena. Defiende el ángulo nordeste del patio de armas. De planta rectangular, tiene 5, 65 metros de largo por 3,74 de ancho. Se dividía en tres pisos y tiene cubierta de bóveda de cañón. Aunque se conservan signos lapidarios que atestiguan una antigüedad mayor, tras el levantamiento irmandiño y su consiguiente destrucción se reedifica por parte del primer conde de Lemos. Le fueron colocadas las pertinentes tau en la clave de la puerta que comunica la torre con el paseo de ronda y la entrada desde el patio de armas. El tramo de muralla que arranca de la Torre Pequena conserva varias ventanas de vigilancia. En los dinteles se encuentran nuevas taus. En la cara norte se abre un ventanal con arco trebolado, además de los clásicos elementos defensivos como troneras y saeteras.