«Llegamos a producir 5.000 botellas de gaseosas Pum al día»

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

MONFORTE DE LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

La familia de Manuel López Baliña elaboró durante décadas en su fábrica de Monforte una popular bebida carbonatada

28 may 2018 . Actualizado a las 23:10 h.

Hace un cuarto de siglo que el empresario monfortino Manuel López Baliña dejó de producir las gaseosas Pum, que durante muchos años gozaron de una gran popularidad en el sur lucense. «Nuestra fábrica fue la segunda embotelladora de gaseosas más importante de la provincia tras la Revoltosa de Lugo, que era una firma nacional y no una empresa local como la nuestra», recuerda.

-¿Cuándo se creó la empresa?

-La fundó en 1888 mi abuelo, Amador López Espinosa. Después la llevó mi padre y después yo. En los últimos años se la cedí a mi hija, porque tuve una enfermedad grave y no podía ocuparme del negocio. Entonces ya no embotellábamos y la empresa se dedicaba a distribuir productos de otras firmas. Pocos años después la traspasamos. Pero de ella vivimos cuatro generaciones, porque gracias a la empresa pude dar estudios a mis hijas.

-¿Cuántos empleados llegaron a tener?

-En la época de mayor actividad éramos trece personas, contando a mi padre y a mí mismo. Cinco empleados se ocupaban de otros tantos camiones que teníamos y los demás trabajaban en la embotelladora. Hay que señalar que algunos de estos empleos eran temporales. En la temporada baja, durante el invierno, eran algunos menos.

-¿La demanda crecía mucho durante el verano?

-Subía sobre todo en los meses de julio y agosto. También aumentaba mucho en las temporadas de fiestas. Por ejemplo, en las fiestas de San Antonio de Monforte. En esa época vendíamos muchísimas botellas. La gente nos las quitaba de las manos. La campaña terminaba hacia septiembre. A partir de ahí, la demanda bajaba mucho y con ella la producción. En la temporada baja solo podíamos dar ocupación a cuatro o cinco empleados.

-¿Cuánto llegaron a producir en las épocas de más demanda?

-En esos períodos llenábamos unas 5.000 botellas al día. Nuestra maquinaria era capaz de embotellar unas 1.400 por hora. Por la mañana se llenaban las botellas de litro y por la tarde las de un tercio, que eran las más demandadas en las casas, en el reparto a domicilio. Las de litro eran más para bares y restaurantes.

-¿En qué momento comenzó a perder popularidad la gaseosa?

-Fue en los años sesenta, cuando empezó a popularizarse la Coca-Cola. No tardó mucho tiempo porque tenía un aparato publicitario muy potente, como lo sigue teniendo ahora. En pocos años tuvo un crecimiento enorme y la gaseosa cayó en picado. En esa época también empezaron a tener mucha más distribución las aguas minerales y otras bebidas refrescantes, y los hábitos de los consumidores cambiaron completamente. Con anterioridad a esos tiempos, lo único que había era la gaseosa y los que nos dedicábamos a producirla no teníamos competencia con otras bebidas. Mi padre se hizo de oro. Las productoras locales eran empresas pequeñas, pero las había en muchos lugares.

«La fórmula la tenemos en la cabeza y seguramente morirá con nosotros»

Poco más de una década después de su fundación, en 1899, Gaseosas Pum fue galardonada en una exposición celebrada en Gijón. Después llegarían más premios en ferias y exposiciones de Lugo, Madrid, Barcelona, Logroño y otros lugares.

-¿Siempre utilizaron la misma fórmula para elaborar sus gaseosas?

-La fórmula fue siempre la misma desde los tiempos de mi abuelo, que era un industrial con mucha visión de futuro. Al mismo tiempo era un personaje muy singular que vivía en una realidad paralela, diferente de la nuestra. Le gustaba organizar fiestas para todos los vecinos del barrio en una finca que tenía junto a la fábrica, en la calle Doctor Casares, y la iluminaba con bombillas. También criaba anguilas en un estanque que tenía en su finca y a una de ellas le enseñó a comer en su mano.

-¿Está registrada en algún lugar?

-Hoy solo está apuntada en mi cabeza y en la de mi mujer, y seguramente morirá con nosotros. Cuando traspasamos nuestra empresa le ofrecimos la fórmula al hombre que la adquirió, pero no la quiso porque no pensaba producir gaseosa y solo le interesaba la distribución.

-¿De dónde procedía el agua que usaban en la fábrica?

-Una buena parte salía de un pozo de nuestra propiedad que producía una cantidad muy importante y que era supervisado por las autoridades sanitarias. El resto era agua de la traída municipal, que en Monforte siempre ha sido de muy buena calidad.

-¿En los años de la posguerra tuvieron problemas para conseguir material para elaborar sus productos?

-Sí, sobre todo con el azúcar, que se volvió muy caro y era difícil de conseguir. Para suplirlo se utilizó sacarina y algunos edulcorantes, como hicieron muchas otras fábricas en esa época.

-¿Elaboraron otros productos, además de gaseosas?

-También fabricamos sifones y refrescos de limón y naranja, pero estos últimos no tenían mucha aceptación. Lo que más tiró del negocio fue la gaseosa. Además de fabricar, también distribuimos Coca-Cola y otros refrescos, aguas minerales y pequeñas cantidades de vino.

-¿No tuvieron ofertas de compra de otras empresas?

-Cuando mi padre estaba al frente, la cervecera santanderina La Cruz Blanca, que tenía una fábrica en Vigo, quiso comprar la firma, pero él no aceptó. Otra empresa de Barcelona se ofreció a comprarnos un vagón de gaseosas por semana, pero no había suficiente producción.

«Con las otras firmas del sector teníamos una competencia sana»

En su época de apogeo, Gaseosas Pum coexistió con tres empresas del mismo sector radicadas en Monforte -Cao, Zar y Penedo-, además de otras fábricas ubicadas en municipios como Sober, A Pobra do Brollón, Bóveda, Chantada, Ribas de Sil y Quiroga.

-¿Cómo llevaban la competencia con las otras embotelladoras?

-Pues la verdad es que la relación siempre fue muy buena. Era una competencia sana y prácticamente sin conflictos. A mi padre le gustaba encontrarse con los propietarios de otras empresas y charlar con ellos. Sobre todo teníamos muy buen trato con un fabricante de Bóveda, el de las gaseosas Aro, y con una empresa de San Clodio de Ribas de Sil, la de Gabriela González. Incluso les vendíamos edulcorantes, tapones y gomas a precio de fábrica cuando ellos andaban escasos de estos materiales, porque en esos tiempos a veces había problemas de suministro.

-¿Nunca tuvieron ningún problema con algún colega?

-Bueno, una vez hubo un pequeño problema con otra empresa de la comarca porque nosotros tuvimos que subir el precio de las botellas y ellos lo mantuvieron algo más bajo por un tiempo. Normalmente acordábamos tener todos los mismos precios y cuando era necesario subirlos, lo hacíamos todos a la vez. Pero aparte de ese caso concreto, no hubo mayores problemas. Había mucha demanda y había mercado suficiente para todos.