«Aquí somos siempre los primeros en quedar sin agua y los últimos en volver a tenerla»

l. d. MONFORTE / LA VOZ

MONFORTE DE LEMOS

CARLOS CORTÉS

18 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

justo al lado de los depósitos que abastecen desde el monte de San Vicente a todo el casco urbano de Monforte, los vecinos de la calle Falagueira cumplieron a primera hora de la tarde de ayer 48 horas sin suministro de agua. «No la tenemos desde el miércoles a eso de las cinco», dice María Jesús Moral. Con su marido y sus dos hijos, reside en una de las casas del conjunto monumental que fueron rehabilitadas en los últimos años. El suministro se interrumpió en la totalidad del casco urbano en torno a las ocho de la tarde del miércoles. Pero a esa hora, en la Falagueira ya llevaban un buen rato sin servicio. «Aquí somos los primeros en quedar sin agua y los últimos en volver a tenerla», dice esta vecina.

Ayer, como tantos monfortinos, no podía esconder su indignación por lo sucedido. Quizás con más razón, porque sin tener suministro en casa en la noche del jueves vio cómo descendía por la calle Real un verdadero río de agua. Paradójicamente, salía de los depósitos de la red de suministro próximos a la muralla. «Volvía de viaje, a eso de las diez de la noche, y me encontré con aquello. Pensé que no podía pasar con el coche. En la Porta Nova algún vecino apañaba el agua de la calle a calderos para tenerla en casa», explica. Para ella y su familia fue otro día sin poder utilizar la ducha.

María Jesús se surtió de garrafas de agua en un centro comercial nada más producirse el corte. Hay vecinos de la calle Falagueira que echan mano de pozos particulares para salir del paso. Ella no lo tiene, pero hace tiempo que se vio en la necesidad de recurrir a una bomba para compensar los problemas de presión en su vivienda. Cuesta 500 euros y ya se quemó en una ocasión. «Las fotos de las casas rehabilitadas quedan muy bien, pero aquí vive gente que paga impuestos como los demás», se queja.

La fuga de agua en los depósitos de agua de San Vicente aún era visible a la mañana en la muralla. A la altura de la Porta Nova, manaba en varios puntos de la antigua fortaleza como si de una fuente se tratara. A pocos metros, un camión municipal abastecía de agua al restaurante O Grelo. Algunos bares no tenían esa opción y optaron por echar el cierre. También fue preciso abastecer a varios centros de enseñanza e incluso a alguna granja. Por la calle Real, eso sí, ya no corría el agua de los depósitos. Bastó con colocar una manguera de goma en una arqueta.