La romería de O Faro vuelve a ser como antes, pero ahora con peregrinos y curas llegados de fuera

Carlos Cortés, Roi Fernández CHANTADA / LA VOZ

CHANTADA

Cientos de personas suben al monte que une Chantada y O Deza en la gran fiesta religiosa del centro de Galicia

08 sep 2022 . Actualizado a las 20:56 h.

Una misa cada hora en punto entre las nueve de la mañana y la una, momento este último en que los fieles sacan en procesión la imagen de la Virgen custodiada el resto del año dentro del santuario. Es el programa de todos los años de la romería del 8 de septiembre en la cima de O Faro, el monte en el que se unen las comarcas de Chantada y O Deza. La fiesta del Faro Grande, para diferenciarla de la que también se celebra allí el 15 de agosto, que es un poco más «pequeña» se hace mayoritariamente al aire libre y eso le permitió resistir estos dos últimos años de restricciones en interiores . Esta romería no dejó de celebrarse ni en el 2020 ni en el 2021, pero esas dos veces no fue lo mismo. Este era el año de la vuelta con todas las de la ley de la mayor romería religiosa que se celebra en el centro de Galicia. Hubo mucha más gente que los dos años anteriores, pero no tanta como antes de la pandemia.

La misa de la una de la tarde es el momento de ver cuánto tirón conserva esta romería que se celebra a 1.188 metros de altura y en el monte más visible de Galicia. Es la hora de la quinta y última misa del día, la que siempre reúne más público. Como este es un año distinto, en el que todo vuelve después de los apuros del covid, también esa misa fue especial. Esta vez vino de Lugo el obispo Alfonso Carrasco para oficiarla. Con él, Xabier Diéguez, que es el cura titular de la parroquia chantadina de Requeixo -a la que pertenecen el santuario y la cumbre- y otros cinco sacerdotes. Uno de ellos no había subido nunca al monte Faro. Se llama Jean de Dieu y es un cura de Kigali, la capital de Ruanda, y lleva un mes en Chantada en una estancia temporal.

La mayoría de los asistentes a la misa eran vecinos de Chantada y de Rodeiro, los dos municipios que comparten límites en las cercanías de la cumbre del monte Faro, pero también de otros puntos de las comarcas de Chantada y O Deza y de otros lugares de Galicia. Pero este año había también algunos peregrinos, fáciles de identificar por sus mochilas y sus bastones, que van hacia Santiago por el Camino de Invierno.

La que no es nueva es la costumbre de subir al monte andando desde Chantada y desde Rodeiro. Decenas de personas volvieron a hacerlo este año. Y entre estos, unos pocos cumplieron con el rito de completar el último tramo de rodillas, ofrecidos a la Virgen para pedir su intercesión para superar algún mal momento o como muestra de agradecimiento porque ya lo han pasado.

A todos les tocó en la misa de la una el mismo sol inclemente que lleva todo el verano apretando sin descanso. Este no es un año cualquiera porque es el del adiós a las restricciones del covid, pero también por el calor y la sequía. Se lo recordaba a todos la conocida como fuente de la Virgen, que habitualmente proporciona una fresca recompensa a los que suben al monte andando. Este año está seca.