Fran Vázquez: «Las mejores vistas son las mías»

CARBALLEDO

ACB Photo / E. Casas

El jugador de Carballedo hace vida de jubilado en Málaga tras veinte campañas en la ACB y admite que, con sus 2,08 de estatura, la vida le ha dado muchos chichones

28 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Fran Vázquez (Carballedo, 1983), atiende de buen grado la llamada que le devuelve por un rato a Galicia desde su cálido retiro malagueño donde disfruta de la paternidad y de la ausencia de la presión competitiva. Sin duda, se lo ha ganado.

—¿A qué se dedica ahora?

—No tengo otra actividad que dedicarme a la familia 24 horas. Antes llevaba al niño al colegio y me iba a entrenar. Ahora tengo más tiempo para hacer mis cosas: usar la bici de montaña, ir al mar, cosas de las que antes no podía disfrutar para no asumir riesgos de lesiones.

—Vida de jubilado.

—Más o menos, sí.

—Tendrá una canasta en casa.

—Tenemos una terracita donde juego con mi hijo al baloncesto. Y en Málaga tenemos la suerte de que se vive mucho el baloncesto y hay muchos parques que tienen canastas. Y voy de vez en cuando para no perder la mecánica del tiro.

—No abuse mucho del chaval. ¿Qué edad tiene?

—10 años.

—Le dará algunos puntos de ventaja.

—No, no. Es un chaval muy competitivo y no quiere puntos de ventaja. Lo que pasa es que papi muchas veces falla debajo del aro sin querer o se olvida de defenderlo... cosas así, ja, ja.

—Será alto su hijo.

—Bueno, ya mide 1,51. Apunta maneras, ja, ja.

—Usted tiene menos de 40 y ya está jubilado. Envidiable.

—La verdad que sí. Yo tomé la decisión de retirarme. Vi que era el momento y la mejor forma de hacerlo y no me he arrepentido. Le di muchas vueltas y no fue una decisión que tomara de un día para otro. Ahora estoy muy contento

—Es frecuente que los deportistas de élite que se retiran sigan vinculados de algún modo al deporte.

—Yo me lo he tomado como algo sabático en ese sentido. No descarto en el futuro ayudar a gente joven.

—Echará una pachanga de vez en cuando al menos.

—De vez en cuando. Nos juntamos padres y niños y disfrutamos. Siempre que se puede, que los estudios son lo primero.

—Seguro que todos quieren jugar en su equipo.

—No, no. Hacemos un sorteo legal. A veces jugamos los padres contra los hijos, que es divertido también.

—¿Echa de menos Galicia?

—A veces, cuando llueve, salgo a la calle para no echar tanto de menos la lluvia. Tengo a mi familia allí y no me he olvidado de ella. Últimamente no se ha podido viajar mucho. En cuanto se pueda me acercaré a ver a la familia.

—¿No volvió a Galicia desde la pandemia?

—La verdad es que no. Pero el próximo puente o vacaciones sí que iremos a ver a la familia. Nos vemos, pero no es igual a través de una pantalla que físicamente.

—Aparte de la familia, ¿qué extraña de Galicia?

—Pues muchos rincones porque, parece tonto, pero muchas veces nos cuesta descubrirlos. Quiero disfrutar de mi aldea, de esa calma, recordar cuando estaba allí y volverme niño por un segundo.

—¿Cómo era de niño?

—Muy travieso. Mis padres tuvieron mucha paciencia conmigo. En realidad no tengo palabras para agradecérselo. Estoy muy agradecido de que me llevaran por el buen camino.

—¿Es verdad que empezó jugando como portero de fútbol?

—Sí. En el colegio de A Barrela.

—A los malos nos ponían siempre a jugar de porteros.

—Exactamente. Eso es lo que me pasaba a mí. Pero lo disfruté. También hice taekuondo. Hice bastantes cosas hasta que encontré el deporte que me dio el amor y disfrutar del deporte, que ha sido el baloncesto.

—¿Cuál diría que ha sido el mejor momento de su carrera, el que guarda con más cariño?

—Mi primer título con Unicaja, que fue la Copa del Rey. Y también mi debut en la ACB, que fue un momento muy grato.

—¿Y el peor?

—Un año que no estuve al cien por cien, mi último año en Málaga. No estuve a la altura que el club quería. Fue el año más frustrante.

—¿Por qué renunció a la NBA?

—Lo he dicho muchas veces. Tuve un problema familiar, bastante grave, y preferí no dar ese salto, quedarme cerca de ellos.

—¿Se arrepiente?

—No. Luego tuve opciones de volver, pero estaba muy cómodo con mi rol en la ACB y en ningún momento me he arrepentido. Mi tren era este y estoy orgulloso de lo que hice. A la gente no le gustará, pero yo soy así de claro. Estuve 20 años en la ACB y eso muy pocos pueden decirlo.

Tampoco tuvo mucha presencia en la Selección. ¿Le queda una espinita con eso?

—No. Lo que no me gusta es lo que se hablaba: que si no llevaba bien las bromas, que no me llevaba bien con los Gasol, que si mi mujer se metía en medio... Y era todo mentira. Las temporadas eran muy intensas, mis equipos llegaban a las finales y yo acababa físicamente muy cansado, necesitaba descansar. Fui algunos años, en los que me encontraba bien.

—No debe ser fácil vivir con 2,09 de estatura.

—Recuerdo que mis padres, los pobres intentaban conseguir zapatillas para mí como podían. Las cosas van cambiando pero aún así, hay algunas que no: las camas, los ascensores...

—Se habrá dado muchos chichones.

—Muchos. Mire, las puertas de mi casa las hice a medida y aún así me agacho; porque estoy acostumbrado.

—Usted siempre mira hacia abajo.

—Hombre, claro. Las mejores vistas son las mías. Hay gente que hace muchos esfuerzos para tener estas vistas.

—En el cine, sentarse detrás de usted es una ruina.

—Nah. Me siento siempre en la última fila, ja, ja.

—Con los años que lleva en Málaga no se le nota el acento.

—A veces me sale y a veces no. Al principio aquí les costaba entenderme por el acento gallego. Y en Galicia me dicen que tengo acento andaluz.

—¿Celta o Dépor?

—Celta. Me gustaba porque estaba Cañizares.

—¿Se maneja algo en la cocina?

—No soy un experto, hago algo. Las cosas fáciles.

—¿Cómo diría que es usted en pocas palabras?

—Soy tímido, honrado, fiel y sincero.

—Dígame un sitio donde sea feliz.

—En una cancha de baloncesto. En la que sea.

—Una canción.

Black or White de Michael Jackson.

—¿Lo más importante en la vida?

—Ser feliz y disfrutar de ella. Hay que vivir cada momento.