Las cabezas estaban esparcidas por la cuneta y, según confirma ahora la Guardia Civil, habían sido previamente despellejadas y despojadas de las carrileras, los sesos y las lenguas, que son las partes vendibles. Mediante el análisis de las piezas dentales, los agentes del Seprona que investigaron el caso determinaron que se trataba de ejemplares de ganado vacuno de menos de doce meses de edad.
La investigación emprendida por el Seprona permitió a los agentes averiguar en primer lugar en qué matadero habían sido sacrificadas las reses. A partir de ahí, la Guardia Civil identificó al propietario de las vacas, que, según confirman este viernes los portavoces de este cuerpo policial, "reconoció su autoría en dependencias oficiales".