Los vecinos de Bóveda recurren a pozos y fuentes para tener agua

Carlos Cortés
CARLOS CORTÉS BÓVEDA / LA VOZ

BÓVEDA

ROI FERNANDEZ

El consumo de la traída se disparó en cuanto se supo que no era potable

26 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El municipio de Bóveda completó ayer su segundo día sin agua potable en la traída pública. El bando municipal colocado ayer por todas partes avisa que los últimos análisis dicen que el agua del grifo no es potable por exceso de hierro y manganeso. «Unha vez se normalice a situación e se poda consumir, farase un novo comunicado», termina el texto del bando, firmado por el alcalde, José Manuel Arias. En vista de esta advertencia de duración indefinida, los vecinos están tirando de las fuentes y, los que pueden, de los pozos.

Pero no solo eso. Es difícil adivinar por qué, pero curiosamente el consumo de agua de la traída se fue multiplicando el martes. A medida que los vecinos se iban enterando de la prohibición de consumirla, la demanda iba creciendo. Tanto subió que a primera hora de la noche, los depósitos estaban prácticamente vacíos. Quizás la gente temía que pudiese llegar un corte total y decidió acumular lo que podían para usos domésticos diferentes al consumo.

Ni se había enterado

No es el caso de Purificación Taboada, propietaria del bazar de Rubián, que no se enteró de que no se podía beber el agua hasta que se lo dijeron unas vecinas. Cuando a principios del verano, el agua empezó a llegar al grifo sucia y con mal olor, ella dejó de usar la traída municipal. «Na miña casa -explica- teño outra traída con auga do pozo, así que a abrín e dende aquela é a que utilizo».

Ella vende en su tienda agua embotellada, pero no ha notado que la demanda haya subido este verano. Ni siquiera ayer o el martes, cuando el Ayuntamiento avisó de lo que ocurría. Igual que la suya, muchas casas de Rubián y del resto del municipio tienen acceso a pozos. Los que no acuden a las fuentes. La más demandada en Bóveda y Ver es la que está dentro del vivero forestal Os Trollos. En Rubián, los vecinos recurren a una fuente que hay en San Fiz y a otra de la cercana aldea de Xulián. A San Fiz fue ayer el marido de Isabel Taboada y volvió con sesenta litros de agua. Regentan un bar al pie de la travesía de Rubián y no saben bien qué hacer.

Cien cafés en una mañana

«Xa falamos coa persoa que nos leva a máquina do café para ver se a podemos conectar a unhas garrafas con auga limpa», cuenta ella. En una buena mañana, pueden servir alrededor de cien cafés, así que para ellos no se trata solo de una cuestión de comodidad o de salud pública, sino también de dinero.

El problema es aún más grave para los dos hoteles del municipio, porque el hierro y el manganeso que contaminan el agua también ensucian la ropa con manchas muy difíciles de quitar. Alguno de ellos acumula una considerable factura de la lavandería a la que han tenido que enviar toallas y ropa de cama.