El cementerio medieval de Cereixa sigue ampliándose bajo la pandemia

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

A POBRA DO BROLLÓN

Entre las antiguas sepulturas excavadas en los últimos días en el cementerio medieval del castro de Cereixa hay dos enterramientos de niños. El de la imagen es uno de ellos
Entre las antiguas sepulturas excavadas en los últimos días en el cementerio medieval del castro de Cereixa hay dos enterramientos de niños. El de la imagen es uno de ellos CEDIDA

En la necrópolis de A Pobra do Brollón se exhumaron otras ocho tumbas, con lo que el número total de enterramientos se eleva a 75

09 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pese a las dificultades creadas por la pandemia, en el castro de San Lourenzo de Cereixa -en A Pobra do Brollón- se lleva a cabo una nueva campaña de excavaciones, la séptima desde que empezó este proyecto arqueológico. Los trabajos empezaron hace una semana y en este tiempo se han puesto al descubierto diversos vestigios de las épocas castreña y medieval, que en este yacimiento se entrelazan y se superponen de una forma muy compleja, como ya se pudo comprobar en anteriores campañas. «Temos 2.300 anos de historia comprimidos nun espazo moi pequeno», señala el arqueólogo Xurxo Ayán, director técnico de las excavaciones.

Durante estos días, por una parte, se han exhumado otras ocho tumbas en el cementerio medieval situado en el recinto del castro, con lo que las sepulturas registradas en esta necrópolis ascienden ya a 75. Dos de ellas corresponden a enterramientos infantiles, al igual que otras descubiertas con anterioridad. Una de ellas -inventariada con el número 68- puede ser la de uno de los últimos niños enterrados en este antiguo camposanto. Los investigadores calculan que debe de datar del siglo XII y señalan que fue construida con especial cuidado.

Por debajo del nivel en el que se hallan las tumbas más recientes se descubrieron otras más antiguas, de entre los siglos X y XI. En una de ellas se ha encontrado un cráneo, que se suma a otros restos humanos exhumados previamente en el cementerio, el primero de los cuales -al que se dio el nombre de Atilano- apareció a finales del 2017. «Non sabemos por que, pero na maioría dos esqueletos que desenterramos ata agora o cranio é practicamente o único que se conserva», comenta Ayán.

En otra de las tumbas excavadas en esta campaña se encontró un elemento singular: unas lajas de pizarra perforadas con varios agujeros que formaban parte de la tapa y para las que todavía no hay una explicación. Los investigadores apuntan tres posibilidades: que estas piedras fueron extraídas de una cantera en la que había petroglifos de la Edad de Bronce; que sean parrillas de hornos castreños reutilizados en la época medieval para construir tumbas o bien que sean unos elementos ornamentales que los parientes del difunto colocaron en la sepultura de forma deliberada.

Construcciones singulares

Entre los hallazgos registrados en los últimos días, por otro lado, también figuran los restos de una construcción de forma rectangular cuya función todavía no está clara, pero que los arqueólogos creen que puede estar relacionada con actividades metalúrgicas que se desarrollaron en este asentamiento en la época prerromana. En el yacimiento se han localizado antes numerosas escorias de hierro que refuerzan esta hipótesis. «Nas anteriores campañas xa encontramos outras estruturas parecidas que están sempre orientadas en dirección noroeste-sueste», dice Ayán. «Son uns cabanotes demasiado pequenos para servir como habitación e pensamos que posiblemente foron utilizados dalgunha maneira para traballos relacionados co ferro», agrega.

Un campo juvenil de trabajo y un voluntario francés ayudan en las excavaciones

La nueva campaña arqueológica del castro de Cereixa se desarrolla con el apoyo de un campo juvenil de trabajo financiado por la Xunta en el que participan once voluntarios. Este el cuarto año consecutivo en el que las excavaciones cuentan con un refuerzo de este tipo, aunque el número de participantes -al igual que el año pasado- es menor de lo que era antes de comenzar la pandemia, debido a las restricciones sanitarias.

Por otra parte, en los trabajos también colabora como voluntario el arqueólogo francés Fabrice Couvin, que lleva tres años participando en los proyectos arqueológicos que se desarrollan en A Pobra do Brollón, tanto en la parroquia de Cereixa como en la de Vilachá de Salvadur. Couvin es especialista en el estudio de antiguas arquitecturas de adobe y tapial, por lo que -según indica Ayán- su participación es especialmente útil en la investigación de algunas construcciones castreñas del yacimiento de Cereixa, que estaban hechas en gran parte de estos materiales.

Los voluntarios del campo juvenil de estarán en Cereixa hasta el miércoles. Los arqueólogos y otros colaboradores seguirán trabajando hasta el viernes, día en que se dará por concluida la actual campaña. «A actuación é máis curta que a doutros anos debido ás circunstancias actuais, pero está dando resultados moi interesantes», concluye Ayán.