La nueva presa del Cabe en Monforte, crónica de un destrozo anunciado

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

La riada del día de Año Nuevo arrastró la escollera de la presa en la margen derecha del Cabe
La riada del día de Año Nuevo arrastró la escollera de la presa en la margen derecha del Cabe cedida

Una alegación al proyecto vaticinaba que no soportaría los efectos de las riadas

18 ene 2023 . Actualizado a las 10:38 h.

Una avenida se llevó por delante en febrero del 2016 un lateral de la presa de hormigón que acabó de demolerse por completo el pasado verano en el curso urbano del río Cabe en Monforte. Hace un par de semanas otra aparatosa crecida arrastró la escollera y dejó en evidencia los problemas estructurales del nuevo azud, construido a pocos metros de distancia aguas arriba y en un tramo protegido por la Red Natura. No era el desenlace que cabía esperar pocos días después de la inauguración de las obras, promovidas por la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil. A la asociación AEMS-Ríos con Vida, sin embargo, el estropicio causado por la riada no le pilló por sorpresa. Era el escenario que vaticinaba, en junio del 2021, en sus alegaciones al proyecto.

Los detalles del plan de actuaciones ambientales y recuperación de la conectividad longitudinal del río Cabe en Monforte fueron publicados en mayo de ese año en el Boletín Oficial del Estado. La asociación de ámbito estatal Ríos con Vida, integrada por pescadores sensibilizados con el medio ambiente, se apresuró a presentar alegaciones al proyecto de la confederación hidrográfica. Desde un primer momento se opuso a la reconstrucción de la presa dañada por la crecida de febrero del 2016.

Y no solo por las directrices más recientes de la Unión Europa, favorables a la supresión de ese tipo de obstáculos cuando dejan de tener aprovechamiento. Extinguida la concesión de ese azud, el colectivo conservacionista sostenía que la mejor solución era eliminarlo. Entre otros motivos, porque desde su punto de vista la historia de las sucesivas riadas evidencia «la inutilidad de esa pretensión». Un repaso a la hemeroteca pone de manifiesto, curiosamente, que la rotura del 2016 no fue la única que se produjo en tiempos recientes en la presa de A Pinguela.

Ni hacen ni dejan

Una crónica publicada en La Voz en abril de 1981, cuando el cercano barrio de Carude se disponía a celebrar las fiestas de San Lázaro, recogía el malestar del vecindario por un problema similar. «La presa es de propiedad particular y el dueño no la arregla, y al mismo tiempo por la administración no se le puede tocar», señalaba una de las personas que daban entonces su opinión.

La Confederación Hidrográfica del Miño-Sil acabó optando por una solución salomónica frente a la rotura de la presa de A Pinguela. Ni la reparó ni optó por su eliminación. El antiguo azud fue demolido y sustituido por una estructura de menor impacto, un mal menor al que la asociación Ríos con Vida puso serias objeciones. «Enterrar solo medio metro por debajo de la rasante del lecho resulta insuficiente ante unos cambios geomorfológicos importantes que sobrevendrán al desmontado del azud actual y la circulación de los sedimentos acumulados en décadas», advertía.

El colectivo conservacionista propuso, aunque sin éxito, sustituir ese diseño por otro de tres secciones con calado diferente escaladas cada medio metro, para incrementar en lo posible el enterrado de la base y armonizar al mismo tiempo la presa con el cauce natural del río. «La última riada socavó la base en la que se asientan los pilares. Fue una obra costosa y convendría algo más de rigor con el dinero público», apunta Pedro Brufao, miembro de la asociación Ríos con Vida.

Mayor coste del previsto

Habrá que esperar al menos hasta la primavera para que el caudal del río permita reparar los destrozos causados por las riadas en la presa y los muros de contención de las márgenes. Antes de la crecida del día de Año Nuevo, la confederación ya había anunciado que serían precisos algunos retoques tanto en la escollera como en la propia estructura de la presa. Los daños, sin embargo, precisarán de una actuación de mucha más envergadura en una obra cuya ejecución supuso un gasto superior a los 600.000 euros.

Pescadores frente a piragüistas

La asociación Ríos con Vida considera que en el proyecto de A Pinguela se atendió al interés de los piragüistas por aprovechar este tramo de río para esa práctica deportiva. Actividad «por supuesto legítima», pero que para el colectivo conservacionista no debe primar sobre la protección de ese espacio. «La práctica del remo o el baño», apuntan, no son razones de interés público de primer orden que justifiquen una alteración del hábitat en un río con «indudables méritos a proteger». Entre ellos cita, además de la población de salmónidos, la presencia del desmán ibérico, la boga del Duero y la bermejuela, el popular «peixe de río».

La asociación también pone en entredicho, por otro lado, el valor que se concedió en el proyecto de la confederación hidrográfica a la conservación de la laguna que ocupa la excavación de una antigua gravera. «Rechazamos —explican— el empleo blanqueador de la palabra laguna para referirse a una afección ambiental que debió haberse rellenado».

Pedro Brufao, en una imagen de archivo, en el muro del embalse del Umia
Pedro Brufao, en una imagen de archivo, en el muro del embalse del Umia RAMON LEIRO

«Lo que se hizo en A Pinguela es una actuación de jardinería paisajística»

Pedro Brufao Curiel, profesor de Derecho Administrativo en la Universidad de Extremadura, es uno de los integrantes de la asociación conservacionista Ríos con Vida. Visitó Monforte para interesarse por el proyecto de A Pinguela y cree que con su ejecución se desaprovechó una buena oportunidad de contribuir a la recuperación del Cabe. La supresión de presas carentes de aprovechamiento, a su juicio, también es una asignatura pendiente en el Eo y el curso alto del Miño.

—¿Cuál fue el fallo en A Pinguela?

—Hay una serie de objetivos de carácter ambiental que deben seguirse en las zonas especiales de conservación y que aquí no se tuvieron en cuenta, pese a ser un lugar que cuenta con esa declaración. Lo que se hizo en Monforte es un proyecto de jardinería paisajística.

—¿Qué alternativas plantean ustedes?

—El Cabe es un espacio protegido por la Red Natura. La rotura de la anterior presa planteaba la oportunidad de recuperar el curso del río y de beneficiar a las personas. No se puede permitir que una obra de ese tipo quede muerta de risa, también es una cuestión de seguridad.

—¿Dónde están las ventajas de la supresión de una presa?

—La directiva del hábitat de la Unión Europea va en esa dirección. Mejor que unas aguas estancadas es un río que fluya libremente. Las aguas se depuran con mayor facilidad y la supresión de obstáculos favorece la diversidad biológica y genética de los ecosistemas.