La prolongada ola de calor también calcina racimos en las vides de la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

A la derecha, un racimo afectado por un ataque de black-rot
A la derecha, un racimo afectado por un ataque de black-rot ROI FERNANDEZ

Las altas temperaturas propiciaron episodios de sequedad en las uvas y crece el temor por las secuelas de la sequía

18 jul 2022 . Actualizado a las 20:23 h.

Golpes de sol, mildiu larvado, black-rot... En las viñas comienzan a pintar bastos y los viticultores buscan culpables de los daños que se aprecian en las vides. La ola de calor por fin va a remitir, pero a su paso deja muchos viñedos tocados. Las anómalas temperatura no contuvieron, como podían pensar algunos, la actividad delos hongos. Sea por lo anómalo del calor o por la humedad ambiental, en ausencia de mildiu o de oídio el black-rot parece haber hecho de las suyas. Los racimos que secan en muchas cepas son en su mayoría víctimas, según los técnicos, de este hongo causante de la denominada podredumbre negra.

Victoriano Pérez recibe estos días en su despacho de productos fitosanitarios de Monforte muestras de racimos y hojas dañadas. «Se me preguntas sobre o que me traen para que o vexa, o problema que se está a detectar está causado polo black-rot e por un episodio posterior de podredumbe», explica este ingeniero agrícola. Las consultas que recibe son de viticultores de toda la denominación de origen, lo que indica que todas las subzonas están sufriendo en mayor o menor medida el problema de la sequedad de los racimos.

Los ataques se producen en un momento decisivo para la calidad y cantidad de la próxima vendimia. En una semana comenzarán a circular las primera fotos de racimos en los que la uva adquiere su color característico. Este fenómeno, que se conoce técnicamente por envero, implica que en el plazo aproximado de cuarenta días —según el ritmo de maduración de cada variedad— la uva estará lista para vendimiar. Y lo que es tanto o más importante: al pintar el racimo ya es inmune a los ataques de los hongos que son más dañinos para el viñedo.

Es por ello por lo que los viticultores se juegan en lo que queda de julio buena parte del volumen de una vendimia que comienza a estar a tiro de piedra. «Moita xente aplica tratamentos a base de cobre, pero non fai nada. Neste momento hai que dar xofre con algún antibotrítico», apunta Victoriano Pérez.

Por partida doble

La ola de calor incide negativamente por partida doble en la actividad de los viticultores. De un lado limita las horas de actividad de los que trabajan los viñedos, donde las máximas suelen ser muy superiores a las que marcan las estaciones de medición alejadas de las zonas de ribera. Los tratamientos fitosanitarios, por otra parte, pierden eficacia o incluso pueden resultar perjudiciales para las plantas si se aplican por encima de determinadas temperaturas.

Expertos en viticultura como Alfonso Losada apelan en las redes sociales a la prudencia en los deshojados tal y como se presenta el año. Sin la protección de las hojas, los racimos —especialmente en las variedades blancas— sufren más las consecuencias de los golpes de calor. Victoriano Pérez, por su parte, advierte sobre la preocupación existente por los efectos de la sequía en la etapa decisiva de la maduración. «Se a vide evapora máis da auga da que pode recoller coas raíces, fáltalle vida. Moito me temo que este ano ímolo pasar mal», opina.