Auge y caída en desgracia de la uva tempranillo en las viñas de Ribeira Sacra

LEMOS

Vendimia en las viñas de Regina Viarum, bodega que elabora un tinto de tempranillo
Vendimia en las viñas de Regina Viarum, bodega que elabora un tinto de tempranillo Carlos Rueda

La producción de la variedad autorizada en el 2002 para reforzar los tintos de mencía toca fondo esta vendimia

24 oct 2021 . Actualizado a las 11:18 h.

La entrada del tempranillo en el catálogo de variedades autorizadas por el consejo regulador de Ribeira Sacra no fue una decisión traumática. A simple vista, la incorporación de la uva tinta más cultivada en España, y una de las que ocupan mayor superficie de viñedo a nivel mundial, no parecía encajar del todo en una minúscula denominación de origen cuyo futuro se juega en la singularidad de los vinos. Pero entonces, hablamos del año 2002, existía cierto consenso entre las principales bodegas sobre la conveniencia de mezclar la mencía con otras uvas que la «mejorasen», en particular en los tintos que pasaban por barrica.

Al menos oficialmente, el tempranillo entró por vez primera en las estadísticas del consejo regulador en la vendimia del 2006, cuando se recolectaron casi 15.000 kilos de esta uva. En la cosecha del 2015 estaba en pleno apogeo y ya eran 88.000 los kilos contabilizados en esta denominación de origen. La presente campaña serán algo más de 30.000 los kilos de tempranillo, una variedad que según las estadísticas pierde cada año presencia en los viñedos de la Ribeira Sacra.

¿Qué ha pasado con la producción de esta variedad? Según los bodegueros consultados, las cepas se están injertando de nuevo con otras vides mejor adaptadas al terreno y al perfil de los vinos de vanguardia. De los que aportaron por el tempranillo, solo Regina Viarum sigue fiel a sus principios y elabora un tinto monovarietal con uvas de la Capitana, finca de la ribera del Sil plantada íntegramente con esa uva.

La adaptación del tempranillo a las condiciones de la zona, por lo que parece, no ha sido óptima. «No vale solo con plantar una determinada cepa así por las buenas. Cada variedad requiere unas técnicas de cultivo: hay que valorar cuáles con los clones más adecuados, el tipo de conducción, la poda que le conviene... Aquí no hay fincas experimentales donde realizar pruebas», dice Alfonso Losada, experto en viticultura y enología.

Cuestión de autoestima

Pero también existe una explicación enológica de la caída en desgracia de la variedad tempranillo que tiene que ver con la autoestima de los bodegueros y con el tipo de vinos de guarda que acaparan ahora las preferencias de los prescriptores. Los taninos y la estructura que se buscaban con la introducción de esta uva ya no están tan de moda. Y las bodegas parecen haber asimilado que no hace falta que buscar fuera lo que pueden conseguir con variedades autóctonas como el sousón, de la que en esta campaña se recolectaron cerca de 100.000 kilos. Ya es la tercera en volumen de producción, después de la mencía y la garnacha.

En el 2008, tres años después de su autorización por el consejo regulador, se cosechaban en la Ribeira Sacra apenas cien kilos de sousón. «La tentación de recurrir a variedades foráneas estaba ahí, pero el consejo regulador supo marcar el camino en el reglamento. Aun así, se nos coló el tempranillo, que para mí es una uva que enmascara la personalidad de la zona», señalaba Fernando González, de Adega Algueira, en una entrevista publicada en La Voz en aquella época.

La tentación de recurrir a variedades foráneas viene de lejos. Se dio incluso entre las blancas, de las que siempre se sacó pecho en Galicia por su calidad. Todavía quedan en la Ribeira Sacra algunas plantaciones de chardonnay, traminer o sauvignon blanc que revelan una llamativa falta de confianza en lo propio que por fin parece superada.

Araúxa en Monterrei

El tempranillo se vistió de uva de cultivo tradicional cuando fue autorizada en Ribeira Sacra. El reputado químico monfortino Antonio Casares había incluido la variedad «castellana» como anterior a la filoxera en la catalogación de vides gallegas que publicó en el año 1843. Sobre la base de esa investigación histórica, se dio por sentado un tanto alegremente que eran distintos nombres de una misma variedad. En la denominación de origen Monterrei, donde también está admitido su cultivo, recibe el nombre de araúxa.