Adiós al cesteiro de Vilar de Mouros, uno de los últimos de la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Dámaso Álvarez López, fotografiado en el corredor su casa de Vilar de Mouros
Dámaso Álvarez López, fotografiado en el corredor su casa de Vilar de Mouros CARLOS RUEDA

Dámaso Álvarez López falleció a los 87 años en la residencia del Hogar de San José, donde había ingresado en el 2012

12 oct 2021 . Actualizado a las 17:33 h.

Dámaso Álvarez López, conocido popularmente como O Cesteiro y natural del pueblo de Vilar de Mouros, falleció el pasado lunes en Monforte en el asilo del Hogar de San José. Tenía 87 años y en los últimos nueve fue usuario de esa residencia de mayores. El sepelio iba a tener lugar este martes, festividad del Pilar, en la parroquia monfortina de Marcelle, a la que eclesiásticamente pertenece Vilar de Mouros. En esa aldea ribereña del Sil, ubicada dentro del término municipal de Sober, pasó la práctica totalidad de su vida. Era el último cesteiro de la comarca de Lemos y uno de los pocos que mantuvieron vivo ese oficio tradicional en la Ribeira Sacra.

Vilar de Mouros constituye -junto con A Lampaza- una rareza territorial en el ámbito del sur lucense. La zona donde se encuentra la aldea forma una especie de enclave separado del resto del municipio de Sober y rodeado totalmente por tierras de Monforte salvo por la parte que linda con el cauce del Sil. En la única casa que sigue habitada residen tres primos del fallecido. Una cuñada y un sobrino, afincados en Barcelona, eran sus otros parientes vivos. Dámaso Álvarez López estaba soltero y, hasta su obligada marcha al Hogar de San José, formaba parte del paisaje de su pueblo natal, donde era muy frecuente verlo sentado en una silla en plena calle trenzando los mimbres de algún cesto.

Un taller al aire libre

Antesala del cañón del Sil, Vilar de Mouros se levanta en una zona de paisaje agreste y de gran belleza natural, cargada a su vez de tradiciones e historias curiosas. Todavía hoy se conserva en un estado aceptable la arquitectura tradicional de algunas de sus construcciones. O Cesteiro trabajaba habitualmente en el exterior de su casa, que se convertía en un improvisado taller siempre que el tiempo lo permitía. Por delante de su vivienda discurre la ruta de senderismo que comunica Augas Mestas (Quiroga) y las riberas de Vilachá de Salvadur (A Pobra do Brollón) y Doade (Sober). Muchos caminantes se detenían para ver trabajar a este artesano en la etapa final del recorrido.

No era, sin embargo, muy partidario de hablar de su vida o de dejarse fotografiar. La imagen que ilustra este obituario la captó Carlos Rueda cuando O Cesteiro estaba asomado al corredor de su casa. En Vilar de Mouros cuidaba un rebaño de ovejas y hacía cestos por encargo en los ratos en los que no tenía que atender otras ocupaciones. Acudir a las ferias tampoco era de su agrado, aunque accedió a participar en las dos primeras ediciones de la Feira da Rosca de Sober por invitación del entonces alcalde, Jesús Vázquez. «Non lle duraban nada os cestos. Houbo un ano que llos comprou todos o mesmo cliente», señala el actual regidor, Luis Fernández Guitián.

En sus últimos años, ayudaba a cuidar la huerta de la finca del Hogar de San José y era uno delos artífices del belén que se instala en la residencia por Navidades. Casas y puentes de madera que forman parte de ese nacimiento salieron de las manos de Dámaso Álvarez López. O Cesteiro no volverá a sentarse con sus mimbres frente a su casa de Vilar de Mouros, pero su huella sigue viva en las páginas del libro sobre la Ribeira Sacra del escritor ourensano Emilio Araúxo.