«Predicar a Cristo es el trabajo, para eso se entrega la vida»

José Campos, C.C. MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Carlos Eduardo Salazar, en el altar de la iglesia parroquial de Escairón
Carlos Eduardo Salazar, en el altar de la iglesia parroquial de Escairón JOSÉ CAMPOS

Este cura nacido en Venezuela lleva dos años como párroco en Escairón

12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlos Eduardo Salazar Femayor es un sacerdote de 44 años que pronto cumplirá su decimoquinto aniversario ejerciendo como pastor. Se ordenó en Carúpano (Venezuela) y ya lleva dos años haciendo labores eclesiásticas en Escairón (O Saviñao), donde vino para un tiempo de misión, un tiempo que ya se está acabando.

-¿Cómo encontró su vocación?

-Mi vocación nace a raíz del encuentro del Papa Juan Pablo II con unos jóvenes. Allí me impresionó mucho como un hombre ya doblado por los años, de pasos pequeños, lentos y cansado tenía un espíritu tan libre, activo para defender la vida, al hombre, la dignidad del ser humano… Esto me llamó mucho la atención y por eso he querido ser sacerdote y quiero seguir siéndolo. Creo que es lo que da sentido a mi vida y a mi existir.

-Su comienzo…

-Tras acabar el bachillerato me puse a estudiar operador de plantas petroleras y petroquímicas y medicina en la universidad. Pero una vez sentida la vocación abandoné todo eso y me fui al seminario a estudiar. Me ordené en la diócesis de Carúpano. El día 26 de agosto haré quince años como sacerdote.

-¿Cómo llegó hasta aquí?

-Vine hasta Galicia porque tengo una hermana de sangre que vive en Silleda y venía todos los años a visitarla durante las vacaciones. Poco a poco fui conociendo la realidad de las diócesis de Galicia, la necesidad que tienen de sacerdotes y de dar un nuevo impulso a la evangelización… También me gustó mucho Galicia, su cultura, su gente, su gastronomía… Por esto decidí pedir un tiempo de misiones para estar aquí en la diócesis de Lugo y así vine. Don Alfonso Carrasco Rouco me aceptó y estuve un año y cuatro meses en Lalín y ya llevo dos años más aquí en Escairón.

-¿Echa de menos Venezuela?

-Mientras vivían mis padres iba todos los años, pero el año pasado hicieron pascua en el señor... Ahora quedan hermanos, sobrinos y más familia. Siempre quiero volver, es algo que se lleva en el corazón. Sin menospreciar nada, pero Venezuela es hermoso, la casa, o fogar. Siempre se tiene la ilusión de ir, estar allá… Pero cuando uno está de misión predicar a Cristo es el trabajo, para eso se entrega la vida. No es el querer de uno, es la voluntad de Dios.

-¿Le gustó O Saviñao?

-La Ribeira… uy! Aquí Escairón es hermosísimo. Tiene unos paisajes y iglesias bellísimas. Yo por ejemplo llevo 26 parroquias, de las cuales siete son iglesias románicas, muy bonitas y importantes para la zona. En cuanto a la gente, es acogedora, gente de conversar, de hablar… muy agradables.

-¿Cómo se organiza para llevar tantas parroquias? Entiendo que será por la falta de sacerdotes…

-Sí, debido a que faltan muchas vocaciones, hay sacerdotes que tenemos que llevar varias parroquias. Algunas aldeas cuentan con muy pocos habitantes y nos vamos turnando para irlas asistiendo, sobre todo haciendo centros pastorales. El proyecto que tiene la Diócesis es la unificación de parroquias, hacer centros pastorales donde se tengan las celebraciones dominicales más importantes toda la semana.

-¿Por qué se va?

Mi tiempo de misión ha vencido ya y no sé qué deparará. Vivimos en las manos de un Dios providente que sabe poner a cada uno de sus hijos en su lugar.

-¿Echará de menos Escairón?

-Siempre. Da un pouquiño de morriña. Pero uno se debe a la misión y a llevar a Cristo donde lo necesiten.

-¿A dónde irá después?

-Soy misionero, donde me envíen. No sé aún el destino.

«Los que construyeron esta iglesia hicieron un gran trabajo»

La iglesia de Escairón fue inaugurada hace 50 años. Sus dos impulsores fueron dos sacerdotes, José Vázquez y Germán Faílde, a quienes los parroquianos dedican un cruceiro nuevo, algo de lo que también se alegra Carlos Eduardo Salazar.

-Acaban de inaugurar un cruceiro nuevo…

-Sí, venimos de desvelar hace unos días un cruceiro nuevo que pusimos frente a la iglesia. Lo dedicamos a dos sacerdotes que fueron los constructores de esta iglesia parroquial de Escairón, que además cumple 50 años desde su inauguración. Se dedica a don Germán Faílde, que fue el que comenzó todo el trabajo de construcción y a don José Vázquez, que fue el que acabó la construcción de la iglesia, del retablo de piedra y todo lo demás. Queremos como comunidad, como pueblo… dedicárselo en su honor, porque hicieron un trabajo de hormiguitas: poco a poco pero con mucha gente de aquí consiguieron construir este hermoso templo que tiene Escairón. Hicieron un gran trabajo y se esmeraron mucho por dejar esta iglesia de la que ahora gozan los parroquianos. Hay que saber agradecerles todo lo que ellos trabajaron e hicieron por este pueblo. Es de bien nacido ser agradecido.