El Lemos que ganó la Copa Galicia

luis conde MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Gay, uno de los jugadores del equipo, rememora los éxitos que alcanzaron en los sesenta

07 feb 2021 . Actualizado a las 18:31 h.

Si hubo un equipo que marcó una época en el Club Lemos, ese fue el que conquistó la copa Galicia. De ese conjunto formaba parte Luis Rodríguez Fernández, al que el entrenador monfortino, Jopiana, puso el nombre de Gay. «Acababa de fichar por la Peña y me dijo que no le gustaba mi nombre para el fútbol, por lo que a partir de ese momento me iba a llamar Gay, y así me quedó ese apodo», señala el exdefensa lemista.

Gay nació en el barrio de Rioseco en 1945. Ahí comenzó a dar sus primeras patadas a la pelota, justo al lado del río, en el que las mujeres del barrio lavaban y secaban la ropa. Después, con sus amigos, dio el salto al campo del Morín -estaba situado en lo que es actualmente el cuartel de la Guardia Civil-, y fue ahí donde llamó la atención de Jopiana, que lo reclutó para la Peña. «En ese campo siempre acababa con las piedras destrozadas y llenas de sangre, porque era de tierra», recuerda.

Tras su paso por la Peña, el jugador local fichó por el Arenas, club en el que coincidió con Mecho, Caíto, Lillo, Mandés y Sopa. Jugó en la liga juvenil y en la de modestos. «Con 14 años ya entrenaba con el Lemos, pero seguí jugando con el Arenas. Pero fue a los 17 años cuando Michines me dio la alternativa en el Lemos, y recuerdo que tuvimos que falsificar la fecha de nacimiento», añade Gay.

Esa época la recuerda con mucho cariño, ya que entonces el Lemos sí mimaba a los futbolistas locales. «En muchos partidos, los once futbolistas que formábamos la alineación del Lemos éramos todos de la cantera local, fundamentalmente del Arenas», afirma.

Su debú en Ferrol

Gay debutó con el Lemos en Ferrol. «Jugar en el Lemos era como si te tocara la lotería», señala. Cuando el entrenador le dijo que iba convocado para el partido, el defensa local no pudo dormir durante toda la semana. «Llegué a llorar cuando el míster leyó la alineación y yo estaba en ella. Además, no lo tenía fácil, porque tenía que cubrir a la estrella del Ferrol, Suso, que pocas semanas después fichó por el Celta», dice.

Michines tranquilizó a Gay, y el monfortino cumplió con creces. «A Suso le entré muy fuerte en dos ocasiones y ya no volvió a acercarse por mi banda, pero el público la tomó conmigo. Empatamos, y al final del partido no solo tuvo que protegernos la Guardia Civil, sino que nos escoltó 50 kilómetros», comenta.

Gay destacó siempre por su garra, su contundencia y su rapidez. Su posición natural era la de lateral izquierdo, pero también tenía vocación ofensiva. Sus centros eran espectaculares, y siempre los colocaba medidos para que los delanteros lo tuvieran fácil para rematar.

«Casanova, Nené y yo éramos una garantía en defensa. Recuerdo que cuando íbamos a jugar a Lugo, ya nos decían «Ahí vienen los criminales del Lemos», y eso a nosotros aún nos motivaba. Decían que yo era leñero, y sí, era expeditivo», asegura.

Hizo un paréntesis para ir a la mili. La hizo en Zaragoza, y durante ese tiempo jugó en el Egea de los Caballeros, en Tercera. «Me fichó el comandante Oliver, que estaba en mi cuartel. Nos daba un sueldo y primas dobles por ganar. Con este equipo jugué en la Romareda», afirma.

Al regresar de la mili pasó a jugar de central, posición en la que acabó consolidándose. El momento álgido fue la conquista de la copa Galicia en el año 1964. «Fue lo máximo. Nos enfrentamos al Turista, al que ganamos en la ida por 0-1 y en la vuelta por 2-1. Celebramos aquella copa como si fuera hoy la Champions», indica Gay.

El once que ganó aquella copa lo formaron Ares, Mandés, Núñez, Gay, Toniño, Varela, Nené, Mecho, Vicente, Perla y Chelis. «Formábamos un auténtico equipazo», afirma. Gay, como la mayoría de futbolistas locales, no cobraba. «Solo recibían sueldo tres o cuatro futbolistas y al resto nos pagaban primas durante dos meses. Jugábamos por amor a los colores, porque el Lemos te daba mucho prestigio», señala.

El exlemista, afincado en Barcelona, hace hincapié en la diferencia del fútbol de entonces con el actual. «La indumentaria la pagábamos nosotros, e incluso cuando jugué en el Arenas contratábamos los autobuses y llevábamos dinero para las gaseosas. Aunque estuvieras lesionado o tuvieras un fuerte dolor de muelas, fingías que estabas bien para jugar. Eso no pasa hoy», puntualiza.

Duchas frías y clavos

Al igual que el resto de sus compañeros, Gay también sufrió las incomodidades de las instalaciones deportivas. «Cuando acabábamos de entrenar en el Luis Bodegas íbamos todos embarrados a un pozo que había en el campo, sacábamos agua con cubos y nos lavábamos así. Cuando las tuberías estaban congeladas, el utillero, Pequenán, nos traía alcohol para desatascarlas. Éramos felices, pero si ahora ocurre esto, seguro que la mayoría de los futbolistas no jugarían», asegura.

En lo tocante al material, Gay recuerda lo poco que tenían. «Con un par de botas arreglábamos la temporada, y ahora necesitan más y de las mejores. Eran botas con clavos que se metían en los pies y nos hacían sangrar», indica. Gay pudo fichar por el Tarragona, pero no lo hizo. «Para fichar tenía que repartir la prima de fichaje entre el representante, el presidente y el entrenador del Tarragona, y me negué, porque a mí no me quedaba casi nada», concluye.

Disputó los Juegos del Cantábrico y fue preseleccionado por Galicia. Se retiró del fútbol con 27 años.