Solo sé que no sé nada

María Elena Hermida

LEMOS

03 may 2020 . Actualizado a las 16:07 h.

Lo cierto es que el mundo ha ido cambiando a través de los tiempos. Esos tiempos en los que se les llamó la plenitud, nada menos que cuando Cristo, según nos cuenta la Biblia, anduvo por nuestra tierra. Y la pregunta es: ¿qué es la plenitud para el ser humano? Algunos dicen que las guerras son necesarias para que el hombre crezca como persona. Yo pienso que los que dicen eso es porque no han pasado por ninguna. El caso es que nos está invadiendo una tremenda confusión, por lo que nos sentimos abrumadoramente asolados y entristecidos en estos tiempos que vivimos. Jamás ha existido una guerra sin sangre. Jamás se ha confundido el Día de la Hispanidad con el Día del Trabajo, o el Día de la Madre con el Día de la Libertad de Prensa.

¿No sabemos lo que nos está ocurriendo porque la ciencia no habla o porque a los periodistas no se les deja hablar? Hoy he oído decir a mi compañera de profesión Ángeles Caso, en Radio Nacional de España, que el coronavirus lo descubrió allá por los años sesenta una tal June Almeida, que trabajaba como investigadora en Canadá. Lo que no le resultó tan fácil fue descubrir el camino de dónde procedía tan extraña como desconocida cepa. Hoy en día seguimos sin saber nada, a pesar de que los medios de comunicación lo han querido desvelar. Sin embargo, parece ser que alguien también desconocido les ha cortado la noticia.

Lo que está claro es que la cosa comenzó en China, precisamente cuando más amigos y socios nos hemos hecho los españoles del gran gigante asiático. ¿Ustedes lo entienden? Yo tampoco. De nuevo hay que echar mano de famosas frases lapidarias como aquella que todos conocemos y que reza «sólo sé que no sé nada».