De 0,50 a un euro, lo que vale el kilo de uva al viticultor en Ribeira Sacra

Luis Díaz
luis díaz MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Entrada de uva en una bodega de Chantada durante la pasada vendimia
Entrada de uva en una bodega de Chantada durante la pasada vendimia ALBERTO LÓPEZ

Los costes de producción varían según las zonas por la orografía y los rendimientos. El temor al impacto de la crisis sanitaria abre el debate sobre un precio de venta mínimo

29 abr 2020 . Actualizado a las 20:37 h.

Unións Agrarias solicitó esta semana a la Consellería de Medio Rural la elaboración de un estudio sobre los costes de producción de la uva en las denominaciones de origen gallegas. En el caso de Ribeira Sacra, pide que se haga atendiendo a las particularidades de las diferentes subzonas. Esta cuantificación resulta imprescindible, según el sindicato, «para poder acometer unha negociación colectiva eficaz e xusta entre os produtores e as adegas».

La organización agraria defiende desde hace tiempo la puesta en marcha de mesas de negociación que garanticen la firma de contratos un precio mínimo de la uva antes de cada vendimia. La situación de excepcionalidad motivada por la pandemia enciende este año las alarmas. Más que nunca, este sindicato considera preciso evitar «a especulación baixista que se practica desde determinadas empresas».

«O estado de alarma provocou unha forte falta de liquidez nas adegas, sobre todo as pequenas, polo ausencia de vendas na restauración, o que vai a provocar un efecto arrastre sobre a base dos produtores que verán como terán que deixar produción sen recoller e a que sexa vendimada terá unhas cotizacións mínimas», señala Unións Agrarias. El estudio de costes de producción que reclama sería la referencia para las mesas de trabajo que deberían impulsar «a contractualización da compra venda de uvas dun xeito eficaz».

Doade no es Quiroga

La necesidad de disponer de este tipo de datos queda de manifiesto en un estudio sobre la denominación de origen Ribeiro, promovido por el consejo regulador con la colaboración del sindicato, que fue encargado a un equipo de investigación de la Universidade de Vigo. «Os datos que hai dispoñibles son do Ribeiro. Sabemos que na Ribeira Sacra non é doado fixar os custes, pero lanzamos a idea con vistas a esta vendima», dice el portavoz de Unións Agrarias en esta zona, Mariano López Nieves.

«Non é o mesmo traballar unha viña no val de Quiroga que en Doade. Incluso dentro dunha mesma zona pode haber hai diferenzas. Pero aínda que sexa un tema complexo, pensamos que sería importante dispor dun abano de custes de produción atendendo a esa diversidade. Nesta vendima pode haber unha tendencia sen precedentes a baixar o prezo da uva e temos que preservar ao viticultor se queremos manter a paisaxe e o turismo», señala el portavoz de la organización agraria.

Ribeira Sacra no dispone de estudios que permitan evaluar aunque sea de forma aproximada el coste de producción de la uva en cada una de las subzonas. No es una tarea sencilla en el contexto de una denominación de origen con diferencias tan marcadas. Las cuentas del viticultor están condicionadas por la presencia o no de bancales, por la anchura de esos muros, por la inclinación y accesibilidad de la viña... También, y no es un factor nada desdeñable, por la presencia mayoritaria de viticultores a tiempo parcial, que tienen en la venta de uva una fuente de ingresos complementaria. «É un tema moi complexo porque a hora e traballo dun viticultor a tempo parcial non é cuantificable como a dun traballador», señalan en el consejo regulador.

Diez días de poda

La poda de una hectárea de viñedo requiere no menos de diez jornadas de trabajo. Hay que aplicar fitosanitarios, sacar brotes improductivos, enramar o atar los sarmientos a las estacas. Al coste de los productos que se aplican a las vides hay que sumar el combustible de los desplazamientos y, en su caso, el mantenimiento de elevadores y otros equipamientos. Bodegas consultadas por este diario coinciden en señalar que, si se desbroza en vez de emplear herbicidas, el coste de producción del kilo de uva difícilmente baja de un euro.

En los viñedos en bancales de la zona del Sil, donde el tipo de suelos también limita los rendimientos por hectárea, el coste del kilo de uva difícilmente bajaría de 0,80 euros si se toma como referencia una media de los últimos años. En el valle de Quiroga o viñas en llano del municipio de Pantón, las dos zonas donde más creció la superficie de viñedo en los últimos años, el uso de maquinaria puede rebajar los costes a 0,50 euros o incluso menos. La pasada campaña, con precios alza, la mencía se pagó a una media de 1,20 euros el kilo.

A la caza del escaso godello

Los viticultores temen una caída de la demanda de uva en la próxima vendimia. Pero hay una excepción: el godello. De esta variedad se cosecharon el pasado año algo más 300.000 kilos, sobre un volumen total que rebasó los siete millones en Ribeira Sacra. De godello hay mucha más demanda que oferta y las bodegas se apresuran a cerrar los acuerdos de compra. En la anterior campaña, el kilo de godello se pagó a dos euros e incluso más.

«As xeadas de antes do 15 de abril non quitan viño», un vaticinio que se cumplió este año

En las últimas jornadas de marzo, la alarma por heladas volvió a activarse en los viñedos de Ribeira Sacra. Las temperaturas nocturnas cayeron en picado en el arranque de una primavera que había dado un importante acelerón a los incipientes brotes de las vides. A la denominación de origen llegaban quejas de diferentes zonas, incluso de las laderas más abrigadas del Sil, por los daños que habían sufrido las vides.

El consejo regulador abrió entonces una ronda de llamadas por toda la denominación de origen para evaluar las posibles pérdidas. En la subzona de Quiroga, que sobre el papel había sido una de las más afectadas por las heladas, encontró una sorprendente valoración por parte de un veterano bodeguero. «Non hai problema, as xeadas de antes do 15 de abril non quitan viño», contestó a la llamada.

El vaticinio de ese bodeguero de Quiroga, al menos con carácter general, parece haberse cumplido dos meses después de aquella alerta. Como siempre, el volumen de la cosecha no se podrá evaluar con certeza hasta que las vides superen la fase de floración. Pero de momento los racimos nacieron con abundancia en los viñedos y la vendimia promete ser generosa. Si los viticultores frenan los ataques de hongos, que hacen ahora acto de presencia con el calor y las lluvias, se podría alcanzar una producción similar a la del 2019. El mercado, sin embargo, está en una situación radicalmente diferente como consecuencia de la crisis sanitaria.

La uva irá a la cuba

Abra o no antes de la vendimia, es más que probable que las ventas en hostelería se recuperen de forma muy tímida al menos en los primeros meses. La merma de la demanda en esa canal de comercialización no es el único problema al que se van a enfrentar las bodegas. La uva que no compren no quedará sin vinificar y esa circunstancia puede propiciar la competencia de la producción a granel. «A uva vai cocer nas cubas. Nas das casas ou nas das adegas da denominación de orixe. Nas viñas, dende logo, non vai quedar», apunta un viticultor.