Las grietas en la Porta Nova van a más y amenazan su estabilidad

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ALBERTO LÓPEZ

Los arreglos urgentes del 2004 iban a proseguir con una restauración que sigue pendiente

14 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las contadas actuaciones de alcance en la antigua fortaleza de Monforte responden a situaciones de emergencia. Pasó a comienzos del 2004, cuando el Consello de la Xunta aprobó una partida para hacer frente al desplome de un tramo sobre la calle Santo Domingo. Y también tres años después, debido a que varias piedras del arco de la Porta Nova amenazaban con desprenderse. Fue una intervención más modesta que la anterior en entidad y presupuesto, pero Patrimonio proyectaba completarla con la restauración del tramo contiguo del recinto amurallado. Las obras no tuvieron continuidad y a las grietas que se aprecian desde hace tiempo en la parte superior de la Porta Nova se suma una nueva fisura.

Los problemas de conservación de esta entrada al antiguo burgo medieval, levantada a finales del siglo XV, tienen actualmente un doble origen. En el extremo más próximo a los terrenos cedidos al parador de turismo, existe una filtración de agua que posiblemente se deba a la existencia de fugas en los depósitos de la traída. En la margen opuesta, el derribo de varias viviendas que estaban adosadas a la fortaleza fuera del recinto intramuros podría haber contribuido a la formación de las aparatosas hendiduras que se aprecian en la estructura.

«Se ven nuevas fisuras y las grietas que había van a más cada invierno. Las casas que estaban adosadas se derribaron sin consolidar la muralla y el terreno acaba cediendo», señala el exconcejal Jaime Vázquez, promotor de la rehabilitación de varias viviendas tradicionales en el tramo de la calle Falagueira más próximo a la Porta Nova. Las administraciones, según su criterio, no actúan frente al deterioro de esta parte de la muralla con el mismo celo que aplican en las obras particulares.

Las viviendas adosadas a la muralla se encontraban situadas a la izquierda de la Porta Nova, según se entra desde la calle que lleva el mismo nombre y que conecta con la Rúa Real. Fueron derribadas a finales de la década de los ochenta del pasado siglo, tras su adquisición por parte del Ayuntamiento en la etapa de Celestino Torres al frente de la alcaldía.

Cambio de criterio

La eliminación de esas pequeñas construcciones se veía entonces como una medida imprescindible con vistas a la recuperación de la fortaleza. Tras el derrumbe del 2001, sin embargo, Patrimonio desaconsejó a través de un informe que se siguiese en esa línea. Despejar de edificaciones la muralla, según los técnicos, sería contraproducente para su estabilidad.

La Consellería de Cultura dispone desde el 2008 de un plan director para la recuperación gradual de la fortaleza que hasta la fecha no se llevó a la práctica. Jorge Vila es autor de un estudio que sirvió de base para ese proyecto. A su juicio, el deterioro de la Porta Nova y del lienzo de la muralla más próximo tiene que ver «con un problema de estabilidad del terreno». Respecto a las grietas y hendiduras, considera que sería conveniente instalar en ella testigos -habitualmente son de yeso o cristal- para comprobar si van a más.

El derribo de

las casas adosadas a la muralla pudo ser perjudicial para su conservación

El informe de Patrimonio alertaba del riesgo de caída de toda la estructura

Cultura destinó en el 2004 alrededor de 30.000 euros a limpiar la Porta Nova y recolocar dos piezas de sillería del arco superior que amenazaban con desprenderse sobre la calzada. Los expertos constataron entonces la existencia de un movimiento de tierra que estaba desplazando la estructura de la muralla en ese tramo. Para hacerle frente, se anunció una intervención «más ambiciosa» de la que nunca más hubo noticia. Ni la Xunta movió ficha desde entonces ni existe constancia de iniciativa municipal alguna relacionada con esta problemática concreta.

El informe que elaboraron los técnicos de Cultura con motivo de aquellos arreglos era concluyente. La hendidura de entre tres y cuatro centímetros que había provocado que el desplazamiento de los bloques de piedra era el síntoma de un problema que requería una actuación más ambiciosa. Si no se acometía, advertían, se mantenía el riesgo de que surgiesen «movementos que poderían significar o colapso estrutural da torre».

Filtraciones de agua

«Cuando la lluvia es algo copiosa, las filtraciones de agua en las partes donde se realizaron los arreglos son visibles, y eso indica que el problema no está ni mucho menos resuelto en su totalidad», opina el historiador local Felipe Aira.

La parte de la muralla que linda con la Porta Nova en el extremo más próximo al parador de turismo forma parte de la cesión que se efectuó e su día a Turespaña. Del otro lado, en dirección a la Torre dos Cregos, los terrenos anexos son municipales.