«En Galicia no, pero en Andalucía murió gente de hambre durante el franquismo»

Miguel Cabana
miguel cabana LUGO / LA VOZ

LEMOS

cedida

El reputado profesor granadino pasa largas temporadas en Lugo, donde su familia recuperó una casa de campo

16 sep 2019 . Actualizado a las 13:28 h.

Miguel Ángel del Arco Blanco, (Granada, 1978) nació un 17 de julio, lo que quizá le predestinó a ser un experto en franquismo. Es doctor en historia, con una tesis sobre la implantación del franquismo en el mundo rural durante la guerra civil y la posguerra, Hambre de siglos, 2007, Editorial Comares. Es profesor de historia contemporánea en la Universidad de Granada desde 2008, fue director del departamento y vicedecano de la facultad.

-De dónde nació su interés por el franquismo.

-Pertenezco a una generación a la que nos llamaba la atención que hubiese una linea imaginaria en 1936 que nadie cruzaba. Los que escribieron en el XIX y el primer tercio del XX nunca entraban en la guerra. Eso estaba en manos de los hispanistas americanos y anglosajones. Era un territorio inexplorado y me interesaba porque sabíamos relativamente poco, excepto lo que había contado el franquismo. Había que intentar detectar los silencios y los relatos construidos desde la narrativa oficial del poder, porque ellos fueron los que hicieron el relato de la historia que nos llegó. Hicieron los documentos y destruyeron aquellos que iban contra ellos. Y creo que la tarea del historiador es revisar el pasado que el poder se ocupó de escribir.

-¿Cuáles fueron esos silencios? -El más clamoroso es el hambre. Después de la guerra hay una situación socioeconómica brutal. Tanto que en el sur de España descubrí que entre 1940 y 1942 hay hambruna y la gente se muere de hambre. El franquismo duró tanto que solo nos quedamos con el final, y la memoria que tiene la gente es el éxito económica, y se silenció el hambre del 40.

-¿A qué se debió la hambruna?

-Al sistema económico adoptado voluntariamente por el franquismo, la autarquía. Creían que todo se podía crear dentro de España, y por eso se intervino el mercado, desapareció el libre mercado y fue un desastre. Fue un modelo copiado de la Alemania y la Italia fascistas. Y además del desastre, la situación fue manejada por los que estaban en las instituciones para lucrarse. Es decir, al tiempo que la gente se moría de hambre, algunos se estaban lucrando. Un ejemplo perfecto son los Franco. Y quienes más lo sufrieron fueron las clases bajas, los que no tenían una tierra, y estaban identificados con los que pudieron apoyar la república. Es muy distinta la autarquía en Galicia, donde todo el mundo puede tener trigo, que en Andalucía, donde el jornalero no tiene nada que echarse en la boca. Las causas oficiales serían el desastre de la guerra, el aislamiento internacional y la pertinaz sequía. Pero todo eso está refutado, porque hasta el régimen de lluvias fue normal, excepto en el año 45.

-¿Hasta dónde se enriquecieron los Franco y sus oligarcas?

-Franco pasa a la historia oficial como político honrado. Hay un concepto muy extendido de que el franquismo no fue un régimen corrupto y realmente pervivió gracias a la corrupción. Pero en el franquismo no había forma de conocerlo. Franco creaba sociedades a través de personas interpuestas y hacía negocios. Ese tipo de negocios ahora no se pueden resolver. Solo se pueden sacar a la luz.

-¿Y el pazo de Meirás?.

Es una cosa diferente. Por un lado es una propiedad incautada a sus propietarios por su posicionamiento. Y por otro, como en muchos otros casos, se forzaba a gente a firmar suscripciones patrióticas para darle un bien a alguien a través de suscripción forzada. El pazo tiene estos dos orígenes. Ahora, si es patrimonio nacional, debería pasar al estado.

-Y para el cadáver de Franco, ¿Cual cree que sería a su juicio la actuación más correcta desde el punto de vista de la historia?

-Sacar el cadáver, porque no se puede rendir tributo a un dictador. Y además, porque no encaja que esté en ese lugar, porque allí están los caídos en combate. Primero fue para los caídos por el franquismo. Y cuando se terminó, en el 50, como forma de lavarse la cara, intentaron que algunos republicanos también estuviesen enterrados allí, para hacer como un edificio símbolo de concordia. Franco no es ni una cosa ni la otra. El propio Jose Antonio sí es una víctima, y por eso yo enterraría a José Antonio en el mismo sitio, pero tampoco en un lugar preeminente, porque el líder del un partido fascista no debe estar en un lugar preeminente.

-¿Y qué haría con el Valle de los Caídos?

-No soy partidario de destruir los textos del pasado. Ese lugar tiene un poder simbólico tan fuerte que no se le puede cambiar el significado. Se le podría cambiar el uso y dar un uso explicativo, para que se recuerde lo que fue aquello para hablar de la Guerra Civil española y lo que supuso el franquismo, y lo que contó y lo que no contó. Y por otro lado, la cruz es el símbolo de una España católica y única. Fue construido por mano de obra semiesclava. No hay una solución perfecta, pero destruir la cruz y el edificio es perder explicación del pasado..

«España es peculiar, pero no tan diferente»

Miguel Ángel del Arco echa en falta un debate público sobre el franquismo similar al que suscitó en Alemania el régimen nazi. «Los alemanes demuestran como el pasado traumático es una oportunidad para construir una democracia más sana», señala.

-Parece que no se sigue en España un camino tan inteligente.

-Aquí se han dado pasos pero insuficientes. La Ley de Memoria histórica del 2007 es importante porque por primera vez el Estado tenía una postura pública y de declaración de intenciones. Pero desde el punto de la acción, el Estado delegó en asociaciones y en poderes locales el desarrollo de esa política de la memoria. Y eso es un error, porque eso es como decidir que los libros de texto de una materia los desarrollen las asociaciones. El Estado no puede dar el dinero y que las asociaciones desarrollen las políticas de la memoria. El Estado tiene que implicarse en el desarrollo de la memoria. Por tanto, la ley llegó demasiado tarde y es demasiado corta, pero bueno, al fin la tenemos y podemos ampliarla. Pero también tiene una debilidad en su financiación porque si no destina fondos, la ley no tiene aplicación aunque esté en vigor. Si el Gobierno no da subvenciones, en la práctica la ley no existe, que fue lo que pasó en el gobierno de Rajoy.

-¿Tenemos cierta tendencia a ser una sociedad dividida que periódicamente se culpa una a la otra de todos los males del país?

-España es peculiar, pero similar a otros países europeos, y debemos quitarnos complejos. Tenemos una historia muy accidentada, pero no más que los franceses o los alemanes, que sufrieron dos guerras mundiales. Esa idea la construyó el franquismo, porque su esencia era mantener el orden, pero es un complejo a evitar. Debemos mirar a la historia para entendernos. Y a pesar de retos como Cataluña o ETA, mantenemos 40 años de democracia.