Restauran una pintura del año 1666 en la iglesia de la Compañía

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

Es uno de los pocos vestigios artísticos del antiguo colegio jesuita monfortino

12 abr 2019 . Actualizado a las 18:53 h.

La iglesia del Colegio de la Compañía de Monforte presenta desde ayer una singular novedad. En la capilla lateral donde se encuentra la copia del célebre cuadro La Adoración de los Reyes, de Hugo Van der Goes, puede contemplarse otra pintura que hasta ahora apenas se podía apreciar debido a la suciedad que la cubría desde hace muchos años. Se trata de un retrato de san Francisco de Borja que acaba de ser restaurado y que -según acaba de saberse- fue pintado hace 353 años. El autor dejó inscrita en una esquina del cuadro la fecha de su realización -el año 1666-, pero las cifras no podía verse debido precisamente a la suciedad que lo cubría.

La restauración corrió a cargo del sacerdote y profesor Javier Agudo García, quien señala que el cuadro -un óleo sobre lienzo- se encontraba en un estado de deterioro muy avanzado y «prácticamente a punto de perderse». Además de la falta de limpieza -explica-, la tela se encontraba muy desgastada en los bordes y la pintura estaba desprendida en numerosos lugares. El lienzo también había sufrido algunas roturas que en algún momento fueron reparadas con parches aplicados en su parte posterior.

La operación realizada por Agudo consistió en retirar la suciedad, reponer la pintura perdida y renovar con estuco las partes erosionadas de la tela. Asimismo, el lienzo se colocó sobre un nuevo bastidor de madera, ya que el original estaba también muy deteriorado. Para completar la tarea, los responsables del colegio Escolapios decidieron renovar la iluminación de la capilla donde se expone el cuadro, que ahora ofrece un aspecto totalmente diferente del anterior.

Autor anónimo

El autor de la pintura no dejó su firma en la obra y no se conoce ningún documento histórico que permita saber quién fue. «Probablemente se debe a algún artista de carácter popular, como muchas otras obras de esa época», apunta Javier Agudo. La obra -agrega- no tiene un gran valor artístico, pero sí ofrece un notable interés histórico por la época de la que procede. Se trata de una de las muy escasas piezas de arte que han quedado del antiguo colegio jesuita creado a finales del siglo XVI por el cardenal Rodrigo de Castro -fallecido en el 1600- y desaparecido en 1767.

Agudo señala a este respecto que hoy solo se conservan otras tres obras que se sepa con certeza que pertenecieron a aquella comunidad, que se extinguió a raíz de la expulsión de la Compañía de Jesús de los dominios de la corona española. «Hay dos imágenes de san Ignacio de Loyola -una de ellas realizada por el gran escultor Francisco de Moure- y otra de san Francisco Javier», indica. Todos los otros rastros visibles de los jesuitas, como escudos o inscripciones, fueron destruidos en la época de la expulsión de la orden.

San Francisco de Borja, una figura de gran valor para las comunidades jesuíticas

Las imágenes que representan la figura de san Francisco de Borja, según explica el restaurador de la obra, «no son en general muy comunes, pero su presencia no resulta extraña en un colegio de jesuitas, ya que tuvo mucha importancia para esta orden». Nacido en 1510 y muerto en 1572, el santo fue general de la Compañía de Jesús, en la que ingresó en 1546 después de haber enviudado.

La pintura que se conserva en la iglesia monfortina, señala por otro lado Javier Agudo, muestra una notable similitud con otros retratos de san Francisco de Borja, especialmente con dos cuadros realizados en la misma época histórica en un taller de arte religioso que existió en Lima. «Estas tres pinturas son diferentes entre sí, pero en todas hay mucha semejanza en la figura del santo, especialmente en la posición de las manos cruzadas sobre el pecho», comenta.

Capelos cardenalicios

El personaje aparece arrodillado ante un oratorio sobre el que hay un crucifijo, una calavera y un libro. A la derecha del cuadro, en la parte inferior, se pueden ver tres capelos o sombreros de color púrpura, una antigua prenda propia de los cardenales. «Los tres capelos indican que san Francisco de Borja se negó en tres ocasiones a ser nombrado cardenal», explica Agudo. Este tipo de símbolo era habitual en esa época en los retratos de personajes que por humildad se habían negado a asumir altos cargos eclesiásticos. En uno de los retratos del taller de Lima, junto al santo se puede ver un único capelo de cardenal.