Diez años siguiendo el rastro de los hombres de Neandertal en Cova Eirós

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ALBERTO LÓPEZ

La nueva campaña de excavaciones en el yacimiento de Triacastela sacó a la luz unas 1.900 piezas arqueológicas

30 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En el yacimiento paleolítico de Cova Eirós -en Triacastela- terminó ayer la décima campaña arqueológica anual que se ha llevado a cabo desde que en el verano del 2008 se descubrió que esta gruta había servido de refugio a los hombres de Neandertal. En las excavaciones, iniciadas el día 6, no hubo hallazgos de carácter excepcional, pero se consiguió desenterrar una gran cantidad de artefactos líticos y restos fósiles de animales similares a los hallados en las anteriores campañas, de los que los arqueólogos esperan extraer numerosos datos de interés.

Entre industrias líticas y fósiles, durante este mes se recogieron cerca de 1.900 piezas. Según explica Arturo de Lombera, codirector de las excavaciones, en esta campaña se terminó de estudiar el llamado nivel arqueológico 3, una capa de terreno datada aproximadamente entre hace 40.000 y 45.000 años. También se exploró extensamente el nivel 4, situado por debajo del anterior y por tanto más antiguo, aunque su edad aún no se conoce con precisión. «En una primera datación que se hizo hace tiempo se le atribuyeron unos 118.000 años, pero después se comprobó que ese análisis era erróneo y que este nivel es seguramente más reciente», explica el arqueólogo. «En esta campaña recogimos muestras para realizar nuevas dataciones con el método del carbono 14 o bien con otras técnicas, a fin de intentar definir con certeza su edad real», añade.

Teniendo en cuenta los materiales extraídos de estos dos niveles arqueológicos, los investigadores suponen que la cueva fue habitada por los neandertales de maneras diferentes en esas dos épocas de la prehistoria. Según indica De Lombera, «las ocupaciones del nivel 3 parecen haber sido más cortas y de menor intensidad, es decir, que la cueva fue usada como refugio de forma puntual, tal vez para despiezar y consumir algún animal cazado en los alrededores y para tallar algunas herramientas líticas». En cambio, según todos los indicios las ocupaciones del nivel 4 fueron más estables y prolongadas.

En esta campaña también se empezó a excavar otro nivel de terreno más antiguo -el número 5-, pero por ahora sólo se obtuvieron en él unos pocos materiales. Los investigadores tienen previsto seguir estudiando ese nivel en la campaña del verano próximo, con la que se dará continuidad a este proyecto arqueológico -denominado «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño»- que comenzó en Monforte en el 2006 y fue después extendido a Becerreá y Triacastela. Las investigaciones son coordinadas por la Universidad de Santiago y cuentan con la financiación de la Consellería de Cultura.

Fósiles de osos cavernarios, rebecos y bóvidos especialmente bien conservados

Entre los restos fósiles desenterrados en Cova Eirós en la campaña recién terminada destacan varias piezas singularmente bien conservadas. Es el caso de un colmillo de oso de las cavernas, una mandíbula de ciervo, un asta de rebeco unida a un fragmento de cráneo y diversos restos de lo que parece ser un bóvido de gran tamaño, posiblemente un bisonte. En la campaña del año pasado ya se habían encontrado otros vestigios que tal vez pertenecen al mismo animal. «En lo que respecta a los fósiles, esta campaña ha sido especialmente satisfactoria, porque encontramos una buena cantidad de huesos enteros que son muy representativos de varias especies propias del Paleolítico Medio», señala a este respecto Arturo de Lombera.

El arqueólogo indica por otra parte que en todas las excavaciones realizadas hasta ahora en la cueva se han podido recuperar abundantes muestras de fauna, aunque en cantidades inferiores a las industrias líticas. «La proporción pueden oscilar entre un 70% de industrias y un 30% de fósiles, o un 60% frente a un 40% según los casos», precisa. Aunque el inventario de las piezas recogidas en esta campaña aún no concluyó, se espera que la proporción sea similar a las anteriores.

Dentaduras de herbívoros

Los estudios que está previsto realizar próximamente con los fósiles hallados en la cueva comprenden una investigación específica sobre el desgaste de los dientes de los herbívoros. «Dependiendo de la época del año, los dientes de estos animales muestran distintos niveles de desgaste y con este estudio esperamos poder determinar en que estación del año había herbívoros viviendo en el entorno de la cueva», explica Arturo de Lombera.

Los fósiles recuperados en la campaña de este verano se sumarán a otros muchos que fueron hallados en años anteriores. Entre ellos hay restos que muestran señales de procesamiento humano, es decir, que corresponden a animales cazados y consumidos por los ocupantes de la cueva. En otros casos se trata de animales salvajes que murieron en esta cavidad de forma natural o que pudieron ser arrastrados a su interior por carnívoros y carroñeros. Todo ello, según apuntan los investigadores, indican que la cueva fue utilizada como cubil o como refugio ocasional por animales de diversas especies en los períodos en los que no estaba ocupada por grupos humanos nómadas.

Útiles fabricados con minerales locales y otros de origen desconocido

Las herramientas de piedra recuperadas en Cova Eirós en las última campaña -al igual que en las anteriores- están fabricadas en su mayoría con cuarzo y con un tipo de cuarcita oscura de gran calidad para la talla. La procedencia de estas dos clases

de materiales es muy diferente, según apunta el codirector de las excavaciones. «Las piezas de cuarzo fueron talladas con piedras recogidas en lugares próximos a la cueva, seguramente en ríos y arroyos, mientras que las cuarcitas proceden de otros puntos, ya que este tipo de mineral no se encuentra de forma natural en el territorio», comenta De Lombera.

Los investigadores que trabajan en el proyecto arqueológico, por otro lado, seguirán buscando el origen geográfico de estas cuarcitas, que todavía se desconoce. Determinar su procedencia es de gran importancia para reconstruir las rutas de desplazamiento de los grupos nómadas que ocuparon la cueva durante el Paleolítico Medio, la época en que vivieron los hombres de Neandertal.

Tecnología típica

La piezas líticas descubiertas en esta campaña, indica asimismo De Lombera, muestran los rasgos característicos de las técnicas de talla conocidas como Levallois y discoidal, propias de los neandertales. «Son ejemplares de libro», señala el arqueólogo a este respecto. Lo mismo ocurre con muchos otros materiales exhumados en las campañas precedentes.