El viñedo está de moda en Ribeira Sacra, pero nadie quiere trabajarlo

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CARLOS RUEDA

Anulan un curso de técnico en viticultura para parados por falta de participantes

06 jun 2018 . Actualizado a las 12:19 h.

Las viñas de Ribeira Sacra están de moda. Seducen por sus vinos y por el espectacular paisaje al que dan forma, el eje sobre el que gira la futura candidatura a Patrimonio de la Humanidad. En la práctica, ese momento dulce se tradujo en un aumento del 12% en las ventas de la denominación de origen en la pasada campaña, según las estadísticas del Ministerio de Agricultura. La viticultura heroica tiene buena imagen y además genera negocio, pero pocos jóvenes ven en ella una salida laboral. La Diputación de Ourense acaba de anular el curso de técnico en viticultura e industria vitivinícola asignado a esta zona. Entre los veinte municipios de Lugo y Ourense acogidos a la denominación, no se cubrió el cupo mínimo de diez plazas.

El curso sobre vitivinicultura cofinanciado por el Fondo Social Europeo estaba destinado a menores de treinta años en paro. Al ser organizado por la Diputación de Ourense, se eligió como sede el municipio de A Teixeira, aunque estaba abierto a la participación de jóvenes sin empleo de todos los municipios pertenecientes a la denominación de origen vitícola. La misma iniciativa de inserción laboral se lleva a cabo en Ribeiro, Valdeorras y Monterrei, donde se cubrió el mínimo de plazas. Por el contrario, en Ribeira Sacra el plazo de inscripción se cerró con solo cinco solicitudes registradas.

«Publicitamos el curso a través de todos los ayuntamientos y las oficinas empleo. También en Lugo, porque se podía participar estando empadronado en cualquier municipio de Ribeira Sacra y no solo de la provincia de Ourense. Parecía que podía tener demanda, pero no fuimos capaces de sacarlo adelante», explica María Mosquera, técnica de la Diputación de Ourense. «Pensamos en A Teixeira -prosigue- por ser sede de un museo del vino y por las facilidades que ofrecía para realizar las prácticas».

Un programa atractivo

El curso tenía seis meses de duración y preveía compensaciones económicas por los desplazamientos a su lugar de celebración. En el programa figuraban enseñanzas sobre el trabajo en las viñas y los procesos de elaboración en bodega, además de contenidos relacionados con las nuevas tecnologías y los términos básicos en inglés del mundo del vino. No fue, sin embargo, lo suficientemente atractivo para completar el mínimo de diez plazas exigidas».

Paradójicamente, los bodegueros coinciden en señalar que falta mano de obra y que la poca que hay disponible suele carecer de una formación vitícola adecuada. «Costa moito atopar traballadores, e penso que non se paga mal. Non sei o que, pero algo está a fallar», dice Evaristo Rodríguez, de Adegas Moure, vicepresidente del consejo regulador. Para Fernando González, de Adega Algueira, la «magia» del viñedo de la zona puede acabar por esfumarse «si no se consigue que haya gente dispuesta a trabajar en esto».

Amandi creció una sola hectárea en trece años y el valle de Quiroga pasó de 160 a 232

Pocos los municipios de Ribeira Sacra experimentaron un incremento en la superficie vitícola desde el año 2005, el primero desde la puesta en marcha de la denominación de origen del que hay disponibles cifras oficiales. Quiroga y Sober están entre los que aumentaron viñedo, aunque con ritmos bien diferenciados. En las tierrras de Amandi la subida fue testimonial en esos trece años, en los que se pasó de 164 a 165 hectáreas. Quiroga, por el contrario, tiene anualmente 232 hectáreas de viñedo, frente a las 160 con las que contaba en el año 2005. Las facilidades que brinda esa última zona para la mecanización de los trabajos explican el contraste de cifras.

«A solución non a vexo clara, pero é un tema ao que habería que darlle unha volta. Non creo que o futuro estea so nas novas plantacións. Habería que facer algo para que non se perdan esas pequenas viñas en bancais, que é onde está a forza da nosa imaxe de cara ó exterior», opina Evaristo Rodríguez. Para el vicepresidente del consejo regulador, las dimensiones del problema merecerían «a apertura dun debate no sector».

En manos de jubilados

De la misma opinión es Fernando González, que en los últimos años realizó una importante apuesta por el enoturismo en Adega Algueira. «Están creciendo las visitas y nos miran con interés desde muchos lugares del mundo, pero la mayoría de las viñas están en manos de gente jubilada», señala el bodeguero de Doade. En A Teixeira, sede para el fallido curso, no hubo un solo nacimiento en el 2017.