La factoría se encontraba en proceso de liquidación desde enero del 2016
27 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La empresa Cárnicas Dapena adquirió en subasta el único matadero industrial Monforte -el único que está operativo en la comarca de Lemos-, gestionado anteriormente por la firma Mafrilemos, que estaba desde hace tiempo en proceso de liquidación. A la subasta, que se inició con un precio de partida de 400.000 euros, se presentaron solamente dos postores. Cárnicas Dapena se quedó con el matadero por 1.201.000 euros. El otro postor llegó a ofrecer hasta 1.200.000 euros. La empresa que se hizo cargo de las instalaciones de Monforte regenta otro matadero en Rábade.
El juzgado mercantil de Lugo declaró el proceso concursal de Mafrilesa a comienzos de enero del 2016. La empresa ya había entrado anteriormente -en julio del 2011- en concurso de acreedores, pero por entonces consiguió salir adelante al llegar a un acuerdo sobre el pago de su deuda. Con anterioridad a estos hechos daba ocupación a cerca de una veintena de trabajadores, pero a principios de mayo del año pasado -según fuentes consultadas por este diario- solo contaba ya con seis personas en la plantilla. La empresa se instaló en Monforte en 1998 para sustituir al antiguo matadero local, que cumplía los requisitos exigidos por la Unión Europea.
Una situación económica negativa que empezó en el 2009
Los problemas económicos de Mafrilemos comenzaron en el 2009 coincidiendo con una caída de ventas y de ingresos. El año anterior, sin embargo, ocupaba el tercer puesto entre las empresas de la comarca con mayor volumen de facturación, que se elevaba entonces a unos diecisiete millones de euros. El proceso de liquidación iniciado en el 2016 fue solicitado por la propia empresa debido a una mala situación económica causada al parecer por los impagos de varios clientes y la retirada de una entidad bancaria que se había comprometido a refinanciar su deuda.
A principios de mayo del año pasado, los trabajadores que le quedaban a la firma llevaban varios meses sin cobrar sus nóminas. En esa época, la lentitud con la que se desarrollaba el proceso concursal impedía a estos empleados empezar a tramitar sus reclamaciones ante el Fondo de Garantía Salarial, al que ya habían recurrido para cobrar nóminas pendientes tras la entrada en concurso del 2011.