Vázquez rescata el diario olvidado de un peregrino que hizo esta ruta para Felipe III en 1610
25 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Hace casi tres años que Julio Vázquez Castro, natural de Palas de Rei y profesor de la Universidade de Santiago, editó el libro La peregrinación a Santiago de Diego de Guzmán, en el que rescató un relato escrito por un peregrino de principios del siglo XVII. Esta obra, publicada por la editorial Alvarellos, no ha tenido difusión en el ámbito del Camino de Invierno, a pesar de ser un raro testimonio histórico sobre esta ruta. La oficialización de este itinerario como ruta jacobea, aprobada después de la aparición del libro, ha venido a conferir un mayor interés a este singular documento.
-¿Quién fue Diego de Guzmán y por qué peregrinó a Santiago?
-Era un eclesiástico que fue capellán real y confesor de la reina. Hizo la peregrinación por encargo del monarca, aunque él dice que vino por motivos piadosos. Parece ser que el rey Felipe III hizo voto de peregrinar a Santiago pero no se atrevió a realizar el viaje por los peligros que podía haber en camino. Diego de Guzmán peregrinó en su lugar en el otoño de 1610 y fue anotando en una especie de diario todo lo que le llamó la atención en su viaje. Se supone que este escrito debía ser presentado después a los reyes para que estos viesen cómo se podía hacer el recorrido y las cosas de interés que había a lo largo de la ruta. El autor publicó un pequeño resumen en 1617. El manuscrito original estuvo olvidado durante cuatro siglos y se conserva en la Real Academia de la Historia.
-¿A qué se debió que recorriese el Camino de Invierno?
-En el viaje de ida a Santiago llegó a Galicia por el Camino Francés. Tampoco es que siguiese estrictamente esa ruta, porque al llegar a Sarria le recomendaron que fuese hasta Lugo y así lo hizo. Después pasó por el monasterio de Sobrado dos Monxes antes de ir a Santiago. Por lo que yo entendí, para volver a Madrid escogió viajar por Chantada, Monforte y Quiroga porque así se lo aconsejaron en Santiago, ya que en esa ruta era menos probable que se encontrase con nieve. El mismo Diego de Guzmán dice que era un camino muy frecuentado en esa época por los comerciantes.
-¿En qué condiciones llevó a cabo el viaje?
-Fue un viaje lujoso para la época. No viajó precisamente como un peregrino humilde y solitario, sino que estuvo acompañado por otras personas. Algunos tramos los hizo a caballo y otros en carruaje. Sus enviados iban por delante de él para preparar su estancia en los lugares donde se detuvo a comer y dormir. Se hospedó en palacios y monasterios, y trató con personalidades importantes de los sitios por los que pasó. Cuando se detuvo en Monforte estuvo en el palacio de los condes de Lemos. Visitó también el Colegio de la Companía, entonces regentado por los jesuitas, donde dio una misa y se encontró con el obispo de Lugo. En este colegio, además, ofrecieron unas danzas en su honor. Al pasar por Ribas de Sil se alojó en el aniguo monasterio de San Clodio.
-¿En su descripción de esta ruta hay algún aspecto que considere especialmente interesante?
-Aunque Guzmán no ofrezca muchos detalles, el hecho de que cuente un viaje por este itinerario ya le da mucho interés al diario, porque en esa época apenas hay relatos de peregrinos o de otros viajeros que hablen de lugares como Chantada o Montefurado. En este lugar menciona la existencia del túnel minero y dice que la obra se atribuía a los romanos. Un detalle que me llama mucho la atención es que cuando Diego de Guzmán pasa por el antiguo puente de Belesar apunta que se llama así porque, según oyó decir, lo construyó un capitán romano llamado Belisario. Esa tradición no la vi mencionada en ningún otro sitio. Por cierto, Guzmán también habla de la dureza de la cuesta de Belesar y dice que es de las peores que hay en España.
«Hay que conservar el castillo de Carbedo, pero no reconstruirlo»
Julio Vázquez es autor del único estudio histórico publicado sobre el castillo de Carbedo, en O Courel, que apareció en 1996.
-¿Cree que sería posible rehabilitar de alguna forma el castillo?
-No creo que sea conveniente hacer una reconstrucción. Es que no sería tal, más bien tendría que ser una recreación o interpretación, lo que desvirtuaría la obra medieval conservada. Además, no sabemos cómo era exactamente la construcción original porque carecemos de imágenes del castillo, como plantas o alzados, por lo que sería una temeridad reconstruirlo.
-¿No se podría hacer una intervención de otro tipo, sin llegar a la reconstrucción?
-Sí es aceptable conservarlo, detener su ruina y afianzar los muros existentes. También se pueden habilitar unos accesos seguros para los visitantes e instalar paneles informativos para dar a conocer su historia de forma accesible pero con rigor científico. Si hubiese financiación, también sería muy interesante llevar a cabo unas excavaciones arqueológicas que profundizasen en su conocimiento. Otra cosa que habría que hacer es retirar esa torre eléctrica que se levantó junto al castillo y me alegro que haya planes para desmontarla.