Catavinos y calderos del pulpo

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

alberto lópez

La Mostra da Ribeira Sacra abre una nueva etapa con el reto de dar con una fórmula que permita su continuidad

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un homenaje a la hostelería cerró en junio del 2002 la octava y hasta ahora última edición de la Mostra dos Viños da Ribeira Sacra. Tras su traslado desde la explanada de la Compañía al claustro del Colegio del Cardenal, parecía haber encontrado por fin el rumbo en su afán por distanciarse del modelo tradicional de las ferias populares. Pero ya no volvió a celebrarse. Aquel último acto tuvo algo de paradójico, porque los hosteleros también influyeron en la corta historia de la muestra conjunta de la denominación de origen.

La Mostra dos Viños no se conformaba con ser una feria más. El consejo regulador quería que la copa de cata primase sobre la estampa típica de los calderos del pulpo. Pero en los puestos de las bodegas se vendía vino y esa competencia no agradaba a la hostelería por muy esporádica que fuese. «Aquello no fue adelante porque no había conciencia de lo que significaba Ribeira Sacra para la zona», apunta Fernando González, de Adega Algueira.

No la había entre hosteleros y restauradores, más pendientes en las cartas de sus locales de riojas y riberas que de los vinos de Ribeira Sacra. Tampoco entre determinados alcaldes a los que les convenía que aquello no fuese adelante por si llegaba a hacer sombra a sus ferias. Ni siquiera había conciencia de lo que significaba Ribeira Sacra entre los sumilleres que pedían comprensión con tintos tan ligeros y escasos de color en las catas para el público.

Hay que ser coherentes

«Hoxe ninguén cuestiona xa o potencial da Ribeira Sacra para elaborar todo tipo de viños», dice el presidente del consejo regulador, José Manuel Rodríguez. Pasó el tiempo y el catavinos ya no precisa ser reivindicado. «Calquera feira do viño asume que hai que ter unhas copas en condicións. Vendemos a un prezo medio-alto, hai que ser coherentes con iso», opina Rodríguez.

Tras un paréntesis de quince años, la Mostra dos Viños da Ribeira Sacra volverá a celebrarse en Monforte. Será en julio y se recupera ante todo para que el veinticinco aniversario de la puesta en marcha del consejo regulador no pase sin pena ni gloria. A la espera de conocer el programa, está por ver cómo se resuelve en esta nueva singladura el viejo dilema entre el catavinos y el caldero del pulpo.

Esa disyuntiva no siempre fue bien despachada en la primera etapa de la muestra, que pretendía vender vino sin ser al mismo tiempo una feria más. Buscaba proyección exterior, pero su éxito o fracaso dependía de la clientela local. Las cuentas, en cuanto a afluencia de público, no terminaron de cuadrar en la mayoría de las ediciones que se desarrollaron entre 1995 y el 2002.

«Monforte ten que implicarse coa feira porque é o que sae máis beneficiado», insiste ahora Juan Carlos Varela, uno de los vocales del consejo regulador que abogaron por repetir la experiencia. El bodeguero de Diomondi no solo se refiere a los beneficios directos de la Mostra dos Viños. Alude también al crecimiento del turismo que trajo consigo el afianzamiento de la denominación de origen. Cambios que dibujan un contexto muy diferente al de las primeras ediciones.

«Nin a imaxe da zona nin a dos viños é a mesma de antes. Hoxe non se pode facer a feira pensando só en Monforte, hai que enfocala para a xente de fóra», opina el bodeguero Rubén Moure. En las ferias de Sober y Chantada, catavinos y pulpeiros aprendieron a convivir. Está por ver qué pasa en Monforte.

La falta de un modelo claro propició el fracaso inicial de la feria

La primera Mostra dos Viños da Ribeira Sacra tuvo lugar los días 1 y 2 de julio de 1995. Las bodegas celebraban entonces la concesión de la denominación de origen, que había sido confirmada un par de meses antes por la Consellería de Agricultura. El escenario de las ediciones iniciales, marcadas por un calor agobiante, fue la explanada de la Compañía. Tras la segunda muestra conjunta arreciaron las críticas de las bodegas, descontentas por los fallos organizativos y la ausencia de público.

La muestra se mantuvo en la explanada de la Compañía hasta el año 2000. Fue la edición más concurrida, al lograr reunir a 27 de las 71 bodegas que estaban inscritas entonces en Ribeira Sacra. Pese a aquel éxito de participación, el evento fue trasladado en el 2001 al claustro del colegio del Cardenal. Allí ganó empaque, pero no tirón de público. Tras una  nueva edición en ese escenario, la feria de Ribeira Sacra dejó de celebrarse en Monforte.

Saber qué se quiere

Xosé Manuel Moure había analizado las claves del fracaso años antes en un artículo publicado en este diario. «Non podemos volver botarlle a culpa á data, ao emprazamento ou mesmo a erros de organización, que os houbo. A causa principal, ao meu entender, é a falta dunha definición clara de que tipo de mostra é a que queremos», reflexionaba entonces del bodeguero. Del acierto en la resolución de ese dilema dependerá en buena medida la continuidad de la Mostra dos Viños en esta segunda oportunidad.