«Los antiguos humanos de Atapuerca y Monforte pudieron parecerse»

Francisco Albo
francisco Albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

SANDRA ALONSO

El investigador tuvo que aplazar una conferencia sobre el yacimiento burgalés que iba a dar en el instituto A Pinguela

16 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el instituto monfortino A Pinguela estaba prevista ayer una conferencia de Ignacio Martínez Mendizábal, paleontólogo del proyecto Atapuerca y profesor de antropología física de la Universidad de Alcalá de Henares. La charla fue aplazada por problemas de última hora y se impartirá en otra fecha que será anunciada más adelante. Una parte importante de su trabajo se desarrolla con los fósiles humanos de uno de los yacimientos de Atapuerca, el de la Sima de los Huesos, hasta hace poco considerados como pertenecientes al Homo heidelbergensis, una especie humana antecesora de los neandertales. En tiempos recientes se ha descartado esta clasificación. Los artefactos líticos del período Achelense descubiertos en Monforte se atribuyeron primeramente a esta especie.

-Si los fósiles de la Sima de los Huesos ya no se consideran como de «Homo heidelbergensis», ¿cómo hay que llamarlos?

-Esa es la pregunta del millón. Es una cuestión compleja y difícil de explicar de manera resumida. En realidad, el Homo heidelbergensis no es una especie que esté claramente definida sino más bien un concepto que puede tener distintos significados según los autores. Los fósiles de la Sima de los Huesos fueron clasificados provisionalmente como Homo heidelbergensis, pero había quien no estaba de acuerdo, porque presentan rasgos semejantes a los neandertales. Los recientes análisis genéticos han confirmado este vínculo y para simplificar la cuestión decidimos eliminar el concepto de Homo heidelbergensis. Ahora estamos viendo cómo llamar a estos fósiles.

-¿Podría acabar por definirse una nueva especie humana?

-Puede ser una nueva especie o bien una subespecie de los neandertales. En cualquier caso, está claro que se encuentran al comienzo del linaje neandertal. Por otro lado, poner nombres a los fósiles humanos no es algo tan importante. Es casi como una cuestión de patentes. Lo que importa realmente es reconstruir la historia biológica y evolutiva, no el nombre que se le da a los fósiles en un momento dado.

-¿Es posible hacerse una idea del tipo físico de los humanos que fabricaron las industrias achelenses de Monforte?

-No es posible saberlo con exactitud si no se encuentra algún fósil. Al tratarse de una zona donde predominan los suelos ácidos, que no conservan los restos orgánicos, no parece nada fácil. En todo caso, es seguro que sería una variedad humana muy antigua. Podrían parecerse a los humanos de la Sima de los Huesos o bien a los que que se encontraron en el yacimiento de Arago, en el sur de Francia, que para algunos son Homo heidelbergensis y para otros, una variante del Homo erectus. En ambos casos se trata de grupos humanos que precedieron a los neandertales, pero son algo diferentes entre ellos. O podrían ser también un poco distintos de estos dos grupos. Es lo que pasa con un cráneo de 400.000 años que se acaba de descubrir en Portugal y que aún no está claro si se parecerá más a los humanos de la Sima de los Huesos o a los de Arago. Es lógico que sucedan estas cosas, porque en el Pleistoceno Medio hubo diferentes poblaciones humanas en Europa y aún no sabemos exactamente cómo eran todos esos grupos. Es una historia muy larga y complicada, y para reconstruirla solo disponemos de unos cuantos fósiles.

-¿Está al corriente de las investigaciones que se realizan en los yacimientos del sur lucense, como los del valle de Lemos y de Cova Eirós?

-Las sigo a cierta distancia, porque en este territorio aún no se descubrieron fósiles humanos, que son mi especialidad. En una zona como la de Monforte, donde solo han aparecido industrias líticas, el trabajo recae ante todo en los arqueólogos y no en los paleontólogos. Pero no hay duda de que son hallazgos interesantísimos. Los yacimientos de piedras talladas son muy escasos en todas partes y son muy importantes para reconstruir la historia cultural y tecnológica del Paleolítico. Los que contienen además fósiles humanos son todavía más escasos, pero eso no quita ningún valor a los otros.

-¿Qué beneficios puede sacar la sociedad de estos hallazgos?

-Por un lado, para todo el mundo es fundamental conocer su propio pasado y sus orígenes. Los individuos y las familias necesitan saber de dónde vienen y eso pasa también con toda nuestra especie. Por otra parte, los lugares en los que hay yacimientos paleolíticos pueden utilizarlos para generar una industria cultural y atraer un turismo de calidad que beneficie su economía. Los yacimientos hay que explicarlos y presentarlos de una forma accesible y atractiva, con museos o centros de interpretación bien diseñados. Para que eso pueda hacerse es imprescindible que los investigadores de la evolución humana divulguemos al máximo nuestro trabajo. Es nuestro deber, porque es la sociedad quien paga estas investigaciones con sus impuestos y tiene derecho a beneficiarse de ellas.

 

Rastros de hace 400.000 años

Las herramientas líticas del período Achelense descubiertas en los alrededores de Monforte y en algunos otros puntos del valle de Lemos y de Quiroga son los rastos humanos más antiguos hallados hasta ahora en el sur lucense. La antigüedad de estos artefactos no se conoce con exactitud, pero los arqueólogos calculan que pueden tener entre 350.000 y 400.000 años, teniendo en cuenta su parecido con las industrias del yacimiento de Trinchera Galería -en la sierra de Atapuerca-, que sí se pudieron datar con precisión. En principio fueron atribuidas al Homo heidelbergensis, pero las recientes investigaciones con los fósiles de Atapuerca pueden hacer que se revise esta hipótesis.