«Fotografiar la rapa dispara la adrenalina»

La Voz

LEMOS

José María Álvez presenta en el pazo de Tor la exposición «Homes e bestas», sobre la tradición caballar de Mondoñedo

11 nov 2016 . Actualizado a las 21:41 h.

El museo del pazo monfortino de Tor acoge hasta el 4 de diciembre la exposición «Homes e bestas», del fotógrafo lucense José María Álvez, dedicada a la rapa das bestas y la feria de As San Lucas de Mondoñedo.

-¿Cuál es su relación con estos festejos?

-Desde 1998 vivo en la Mariña lucense y llevo todo este tiempo fotografiando tanto la rapa del curro de Campo do Oso como As San Lucas. Esta exposición se preparó en colaboración con la asociación As San Lucas, que organiza la feria y en gran parte la rapa. No todas las fotos que se exponen son mías, porque también hay algunas que tomó en los años setenta Sergio López, un fotógrafo de Mondoñedo que falleció hace seis años.

-¿Cambió mucho el ambiente dse la rapa desde entonces?

-Mucho. En las fotos de Sergio López solo aparecen los vecinos de las aldeas de la zona, que eran los únicos que acudían a la rapa. Ahora viene gente todas partes y cada año me encuentro con fotógrafos franceses, brasileños... La rapa de Campo do Oso no está tan masificada como las de otras partes de Galicia, pero el ambiente es totalmente distinto del de los años setenta.

-¿Qué supone fotografiar la rapa desde dentro?

-Estar dentro del curro con los caballos es algo totalmente distinto de ver la rapa desde fuera. Vives todo mucho más intensamente y sientes que se te dispara la adrenalina como a los vecinos que hacen el trabajo. Y además, fotografiar la rapa desde tan cerca permite obtener unos puntos de visión muy especiales. La gente que la lleva a cabo ni se da cuenta de la presencia del fotógrafo porque tienen que estar pendientes de los caballos y de nada más, de manera que todo queda muy espontáneo y sin ninguna pose ni composición previa. No sé muy bien cómo explicar las impresiones que se sienten cuando se está dentro del curro en plena faena, pero es un ambiente que me encanta. Claro que a veces te llevas algún golpe y nunca vuelves a casa con la ropa limpia, pero merece la pena.