Ladrones de cobre provocan una falsa alarma de incendio en un poblado de Iberdrola

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Encendieron una hoguera dentro de la capilla de A Chaira

21 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los delató el humo. Un grupo de ladrones de cobre utilizó ayer en Pantón un poblado vacío de Iberdrola para obtener el metal de los cables que tenían en su poder, pero metidos en faena provocaron una humareda que hizo intervenir a los bomberos. Todo apunta que abandonaron Dejaron detrás un considerable número de cables sin pelar, así que probablemente se dieron a la fuga al darse cuenta de que podían ser sorprendidos.

El suceso se produjo a primera hora de la tarde en el poblado de A Chaira, un conjunto de viviendas con una capilla construidas hace alrededor de cincuenta años para los trabajadores de las centrales hidroeléctricas del Sil. Las viviendas llevan años vacías y tienen sus ventanas y puertas tapiadas para dificultar los constantes saqueos que sufrían. Pero la capilla no tiene puerta y la entrada está abierta, así que se metieron allí e hicieron una hoguera. En vista de los restos que quedaron, todo apunta a que utilizaron el fuego para derretir el plástico de los cables que tenían y obtener así más fácilmente el cobre que llevan por dentro.

Pero el humo de la hoguera encendida dentro de la capilla se veía desde el exterior y provocó una llamada al servicio de emergencias 112. Poco después se presentaron en el poblado los bomberos de Monforte, dos patrullas de la Guardia Civil y un coche del servicio de extinción de incendios de la Consellería de Medio Rural, por si el fuego estaba en el monte que rodea las casas.

De los ladrones ya no quedaba más rastro que los trozos de cable doméstico abandonados en la puerta de la capilla. La Guardia Civil trata de determinar ahora la identidad de las personas que encendieron la hoguera y de confirmar el origen del material que tenían en su poder.

Años en venta

El poblado de A Chaira lleva años en venta después de que perdiese su función originaria de proporcionar un lugar en el que vivir a los trabajadores de Iberdola destinados en las centrales de Santo Estevo y San Pedro. Su deterioro ha avanzado de forma inexorable en los últimos tiempos, hasta el punto de que ya no queda prácticamente nada de valor en la estructura de las casas porque los ladrones se han llevado ya prácticamente todo lo económicamente aprovechable.