Resuelto el enigma de para qué se construyó, ahora surgen nuevas dudas, como por ejemplo qué hacía este monumento en un lugar alejado de Lucus Augusti y en qué época se levantó. Por una cuestión de costumbre siempre se atribuyó Bóveda a un monumento tardorromano, siglos III o IV, Bajo Imperio; pero la tesis de Montenegro pone estas fechas en discusión, y de ahí, señala, la importancia de ampliar las excavaciones por toda la zona, ya que el resto de hallazgos romanos encontrados en el valle del Mera serían del Alto Imperio, siglos I y II. «La epigrafía del miliario de Calígula o de la estela de Crecente es de esa época y es similar a la de Bóveda». Incluso, señala, la piedra fundacional de Lucus Augusti, tiene la misma epigrafía que el templo funerario, «un edificio de ingeniería romana que supuso un esfuerzo para aislarlo de la zona y enclavarlo en su sitio». Además, su más que probable vinculación con el campamento romano de Ciadella también lo sitúa en época altoimperial. O el mismo Castro de Corvazal, datado entorno al siglo I. «Es importante que nos hagamos muchas preguntas para conseguir las respuestas, que veamos que Bóveda es un templo funerario destinado a Dioniso no es punto final».