Las bodegas piden una prórroga en la nueva ley de fitosanitarios

Luis Díaz
Luis Díaz MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Urge iniciar los tratamientos en las viñas y un alto porcentaje de viticultores sigue sin carné

21 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las aulas del Centro de Formación e Experimentación Agroforestal de Monforte echan humo. Tras meses de sequía, vuelve a ofrecer cursos de manipulador de productos fitosanitarios. Esta vez en turnos de mañana y tarde. Las prisas de última hora, sin embargo, sirven de poco cuando urge dar los primeros tratamientos. Para su compra y posterior aplicación, no sirve el certificado que acredita haber superado el curso obligatorio. Hay que esperar a que la Xunta de Galicia expida el carné correspondiente. Y llegan con cuentagotas. El desbarajuste es tal que los bodegueros de la Ribeira Sacra pedirá la mediación de los alcaldes y de la propia delegada territorial de la Xunta.

«Antes teníamos que salir a buscar gente para que hiciesen los cursos y ahora no damos abasto», señalan desde administración. De ese lado, lamentan que los viticultores hayan dejado todo para última hora. Los primeros carnés de manipulador de fitosanitarios ?que ahora hay que renovar? se dieron de forma testimonial en el año 1991. La normativa que obliga a tenerlos para comprar y aplicar azufre o sulfato es del 2012. Esta es la primera campaña en la que van a aplicarse las sanciones y todo el mundo está que trina. Vendedores, bodegueros, viticultores y personal de la consellería, al que le llueven las quejas.

«Se non mo vendes ti, xa haberá quen mo venda», se oye decir estos días en las tiendas de fitosanitarios. En cuanto levante el tiempo habrá que dar azufre. La concentración de humedad es alta y la llegada del anticiclón generará las condiciones propicias para la actividad de los hongos en las viñas. Por cada cliente que llega con carné hay cincuenta que muestran el certificado, y que por ello se van de vacío. La invalidación cautelar de algunos cursos impartidos en academias de la provincia de León, a las que recurrieron numerosos viticultores de la zona cuando aquí no había cursos, agrava más si cabe una situación que raya lo absurdo.

No es dinamita

«Vamos a dar azufre no dinamita», protesta un bodeguero. Pero los vendedores no pueden abrir la mano. Recibieron una circular en la que se les advierte que habrá inspecciones de la Xunta para evitar que se salten las exigencias de la nueva normativa. Las sanciones no son de broma. Para el que aplique tratamientos sin carné, la multa mínima es de trescientos euros. Y el certificado que se recibe al superar el examen pertinente no exime de la sanción si no ha llegado todavía el carné.

«Estamos preocupados, sorprendidos e indignados. A situación é caótica. Non nos cabe na cabeza que poida haber unha clase política tan insensible á realidade. Os que mandan e os que deberían ter a obriga controlar a súa xestión», dice el responsable de una de las grandes bodegas de la denominación de origen, que esta semana se reunieron para estudiar medidas. Plantean dos posibles salidas. Una sería la habilitación de todos los certificados, sin distinción de procedencia. La otra, a su juicio más operativa, consistiría en prorrogar unos meses la aplicación de la ley sobre fitosanitarios.

Hasta la reciente reactivación de los cursos, el Centro de Formación e Experimentación Agroforestal de Monforte habían superado el examen de manipulador de productos fitosanitarios 800 personas. Entre ellas muchos particulares que  adquieren este tipo de productos para huertas y pequeñas explotaciones agrarias para autoconsumo. El dato de los 2.600 viticultores inscritos en el censo de la denominación de origen ofrece una clara pista de la magnitud del problema con el que arranca la cosecha de este año en la Ribeira Sacra.

Desde las bodegas admiten que el problema no tendría la dimensión actual si el sector hubiese valorado antes su adaptación a la nueva ley, que entró en vigor a todos los efectos el pasado 26 de noviembre. Pero entienden, al mismo tiempo, que la administración tiene su parte de responsabilidad. «No puedes organizar cursos en vendimia y que después pasen seis meses sin que haya ninguno. Si la gente marchó fuera es porque la ley estaba en vigor y aquí no se podía sacar el carné», sostiene un bodeguero.

Lo que está fuera de toda discusión es que las vides están brotadas y que después de las últimas lluvias se hace necesaria la aplicación de los primeros tratamientos de azufre. En cuanto se instale el anticiclón será el momento de prevenir los ataques de hongos, en un momento especialmente delicado del ciclo vegetativo de las plantas. Muchas bodegas se encuentran sin personal para poder realizar estos trabajos, bien porque solo disponen del certificado de haber sacado el curso bien porque no se examinaron todavía.