La lotería de una segunda vida

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

José Antonio González (izquierda) y José Luis Vázquez, caminan por el paseo de la ronda urbana en una foto tomada ayer.
José Antonio González (izquierda) y José Luis Vázquez, caminan por el paseo de la ronda urbana en una foto tomada ayer. roi fernández< / span>

Dos vecinos de Monforte trasplantados de hígado cuentan su experiencia

08 ene 2016 . Actualizado a las 22:27 h.

José Luis Vázquez y José Antonio González nunca fueron afortunados en el juego. Pero se sienten tan felices o más que los que resultaron agraciados alguna vez por el Gordo. No les sonrió la suerte en forma de décimo. Fue a través de una llamada telefónica de la coordinadora de trasplantes del Hospital Universitario de A Coruña. El mensaje, en ambos casos, era el mismo. Una donación de órganos iba a hacer posible la intervención por la que esperaban desde hacía meses.

«Os médicos teñen moito mérito. Nós nunca lle estaremos suficientemente agradecidos. Pero o que fai unha doazón de órganos...», dice José Luis Vázquez. Antes de acabar la frase, prefiere darse un respiro. «Son unha persoa que se emociona con facilidade», se disculpa. El donante del hígado que le fue trasplantado había cedido la totalidad de sus órganos. «Coa súa xenerosidade puido salvar moitas vidas», este vecino de Eirexalba, en O Incio, afincado desde hace tiempo en Monforte, operado el pasado mes de noviembre en el Hospital de A Coruña.

José Antonio González es natural de Piñeiros, en A Pobra do Brollón, aunque reside desde hace tiempo en Monforte. Lleva seis meses trasplantado de hígado y su experiencia sirve de ayuda a su compañero de avatares. «Xa o coñecía antes de vista e a raíz da operación veume visitar un día», explica. El suyo fue un trasplante particularmente complicado. La primera intervención se anuló cuando salía para A Coruña, después de haber recibido la ansiada llamada del hospital.

El trasplante pudo realizarse por fin a finales del pasado mes de junio, pero hubo un problema con el órgano que había recibido y tuvo que pasar de nuevo por el quirófano en julio para que se le implantase otro hígado. «Cando espertas da operación, o que máis te sorprende é que non tes ningunha dor», dice José Antonio. José Luis se confiesa «máis aprensivo» que su compañero. «Cando espertei da intervención estiven dous días sen moverme por medo a descolocar algo. Os médicos preguntaban se xa non ía cambiar de postura», rememora entre risas.

Cambia el carácter

Se nota que ambos saborean la vida de otro modo desde la operación. «Cando pasas por unha cousa así o carácter cambia. Valoras máis a vida. Faste máis comprensivo cos demais», apunta José Antonio. Su compañero le enseña las fotos que hizo desde su habitación después del trasplante. Vistas del mar que le parecían «máis bonitas que nunca». Lejos ya de la costa, ayer tocaba hablar de la lotería. No sin cierto reparo, ellos reconocían haber jugado algo. José Luis ha invitado a su médico a comer en Monforte. Por si el reportaje llega a sus manos, quiere dejar las cosas claras: «A min xa me tocou o Gordo o vinte de novembro». Fue el día del trasplante.

«Cando souben que tiña que agardar por un trasplante boteime a chorar»

A raíz del trasplante hepático al que se sometieron, José Luis Vázquez y José Antonio González pasan revisión cada mes en el Hospital de A Coruña. Lo habitual en estos casos es que colaboren dando charlas de apoyo a otros pacientes pendientes de la donación de algún órgano. «O factor anímico neses momentos é moi importante. Nós temos que estar lle moi agradecidos a todo o equipo que nos atendeu», señala José Luis. Cuando supo que necesitaba un trasplante, confiesa que se vino abajo por completo. «Boteime a chorar como un pequeno», rememora. Hoy ve las cosas de una manera muy distinta. No para de bromear y enseña con toda la naturalidad las cicatrices de la operación. Lo que más le preocupa ahora es que el doctor Suárez, su médico, venga pronto a Monforte. «É un home majísimo», insiste.