En este mundo nada es imposible, sobre todo cuando se le echan ilusión y esfuerzo a las cosas. El ejemplo lo tenemos bien cercano cuando hace apenas unos días en la librería Agrasar de Monforte se presentó el libro Vida del VII Conde de lemos (interpretación de un mecenazgo). Dado que dicho libro fue editado por primera vez en 1948, es casi un milagro que, pasados tantos lustros, vuelva a salir a la luz la obra que con más ilusión escribió mi padre, Manuel Hermida Balado. Me consta dicha ilusión pues, yo misma, poseo en mi casa un ejemplar dedicado a sus hijas en el que nos pide la conservación y cuidado del mismo por ser la obra que «con más ilusión escribí».
El libro se lee con la misma emoción y entusiasmo que una fantástica novela de leyendas y aventuras, pero con el marchamo siempre correcto y significativo de la fidelidad y el respeto a la historia, sin incurrir en un solo atisbo de desconcierto respecto a las fechas claves y a los acontecimientos dignos de destacar.
No es nada fácil hacer ameno y sugestivo un libro de historia, cuando casi siempre se suele caer en lo farragoso y denso pero, la vida del VII Conde de Lemos es un libro que engancha al lector y lo atrapa desde el primer capítulo.
Poco más se puede añadir en cuanto a la dedicatoria que don Miguel de Cervantes le ofrece al séptimo conde de Lemos en la segunda parte del Quijote. Cervantes se declara en dicho testimonio como su siervo, su servidor y hasta su criado. No es fácil entender cómo un genio de las letras reconocido y traducido en cerca de cincuenta idiomas puede hasta humillarse de esa manera pero, en pluralidad y esencia, no debemos interpretarlo como humillación. Durante el Siglo de Oro, simplemente aquellas formas significaban respeto, prudencia, refinada educación y humildad.
Volvamos pues a reverdecer mediante este libro la rica historia de Monforte que, durante los siglos XVI y XVII, ha sido escrita por las mejores plumas.