Forasteros prehistóricos de origen misterioso en la sierra de O Courel

Francisco Albo
fRANCISCO ALBO QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

ECDC

Los fósiles de la Cova do Uro pueden dar un giro a la prehistoria gallega

08 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El hallazgo en una cueva de la sierra de O Courel de un fósil humano y los restos de tres uros o toros salvajes -todos de unos 9.300 años antigüedad- puede suponer, según los especialistas, un gran avance en el estudio de una época apenas conocida de la prehistoria gallega. Uno de los aspectos más destacados de este descubrimiento es el de la procedencia de este individuo -que según se dio a conocer recientemente, era una mujer- y de los animales, ninguno de los cuales parece ser nativo de la zona.

Según explica la paleóntologa Aurora Grandal, que dirige la investigación, para determinar el origen de estos restos se utilizó un tipo de análisis que detecta en los huesos la presencia del estroncio, un elemento químico parecido al calcio. Con este método se puede rastrear la huella de los minerales propios de una determinada zona -absorbidos a través de la alimentación- y saber si un ser vivo es oriundo de esa área geográfica. En este caso se hizo además una comparación con unas conchas de caracol halladas en la misma cueva. «Como son animales con muy poca movilidad, sin duda son nativos de esa zona, por lo que sirvieron para realizar un análisis contrastado», explica Grandal.

Procedencia sin determinar

El estudio reveló que la mujer y los uros, al contrario de los caracoles, no se criaron en este territorio, donde predomina la roca caliza, y que proceden de alguna región granítica que de momento no se pudo determinar. Los análisis genéticos que se realizan ahora con los fósiles podrían dar más pistas acerca de su origen y tal proporcionen algunas sorpresas.

Los investigadores señalan a este respecto que las poblaciones europeas de esa época posterior a la glaciación -el Mesolítico-, quedaron reducidas al mínimo, casi al borde de la extinción. Además de escasos, los grupos humanos fueron genéticamente muy uniformes, aunque estuviesen separados por grandes distancias. Un ejemplo notable de ello lo proporcionó el análisis genético de otro fósil humano de ese período hallado recientemente en León -el hombre de La Braña, de 7.000 años-, que resultó tener un ancestro común con una población prehistórica de la región del lago Baikal, en Siberia. La secuenciación del ADN del fósil de O Courel, por lo tanto, podría desvelar también algún parentesco con poblaciones geográficamente lejanas.

Otro aspecto de gran importancia en este estudio es la posibilidad de que exista una relación directa entre la mujer y los animales. El análisis genético ha demostrado que los tres uros tienen diferentes orígenes, por lo que podrían haber sido reunidos por influencia humana. En caso de que se trate de un indicio de pastoreo, sería uno de los casos más antiguos registrados en todo el continente. Aunque no hay un consenso científico en cuanto a los orígenes de la domesticación de animales en Europa, actualmente se cree que las prácticas agrícolas y ganaderas empezaron a extenderse por el territorio continental hace alrededor de 8.500 años.