Alberto González Plasencia, enólogo: «Los godellos de Ribeira Sacra tienen un potencial enorme»

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

El experto canario no descarta elaborar un vino en la zona tras su visita para participar en la cata de calificación

05 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un tinto de la Ribera del Duero y un moscatel dulce de Lanzarote compartieron el premio al mejor vino en la edición del pasado año del concurso Alimentos de España. El moscatel llevaba la firma del enólogo canario Alberto González Plasencia, uno de los catadores que puso nota recientemente a la cosecha del 2013 en la Ribeira Sacra. Nacido en la Gomera en el año 1962, ha echado raíces como profesional en Lanzarote. Primero en Cenizas de Timanfaya, más tarde en Stratus y ahora en Bodegas Rubicón. La visita a la Ribeira Sacra le ha dejado huella. «Me encantaría poder hacer algo aquí, la mineralidad de los suelos da unos vinos únicos», confiesa.

-¿Qué impresión le deja la Ribeira Sacra?

-De Galicia, conocía Ribeiro y Rías Baixas. A Ribeira Sacra, no sé muy bien por qué, nunca había venido. Es una tierra que no te esperas, al menos yo no me la imaginaba así. La primera impresión es paisajística. Luego está el viñedo, tan difícil de trabajar. Se parece al que tenemos en La Gomera, pero aquí la viticultura heroica llega a la máxima expresión. Estoy sorprendido no solo por el paisaje, sino también por el gran potencial de sus vinos.

-¿Se ven de otra manera los vinos de esta denominación de origen después de conocer el el viñedo?

-Para entender un vino hay que entender de dónde sale. Pero en la cata procuro que no me afecten las emociones. He intentado ser profesional, ver los vinos de Ribeira Sacra fuera del lugar donde se elaboran. Aquí hay mencías realmente espectaculares por la mineralidad que da esta tierra. Si además del vino se sabe vender paisaje, ese valor añadido puede catapultar a esta zona a lo más alto.

Alberto González llegó a Lanzarote con la titulación de ingeniero técnico agrícola. Comenzó a trabajar como profesor de dibujo técnico, pero nunca perdió de vista el viñedo. «Me hice con una finca y elaboraba vino para los amigos. Mi padre trabajó siempre en el campo y tenía especial cariño por la viña. Con cinco años, me había enseñado a injertar». Un estudio sobre el potencial vitícola de Ycoden Daute Isora fue el detonante de su salto al mundo de la enología. Desde entonces, ha viajado con frecuencia a otros países para conocer variedades y técnicas de elaboración. «Siempre que cato intento comparar los vinos con los de otras zonas del mundo por las que he viajado», explica.

-¿Qué zonas le trajeron a la memoria los vinos de Ribeira Sacra?

-Los blancos me han recordado a algún vino del Véneto y en los tintos observo alguna similitud con la Toscana. Pero en Ribeira Sacra hay una diferenciación mineral muy marcada. Esa mezcla de sensaciones balsámicas y carácter mineral no la he encontrado en ningún otro lugar del mundo.

-Parece que Italia le dejó mayor huella que Francia.

-Francia para el amante del vino es algo así como una luna de miel en Venecia. Nadie duda que Venecia sea una ciudad preciosa, pero si llegas en pleno verano, con el fuerte olor de las aguas estancadas, te puedes llevar una desilusión. En Francia lo tienen todo muy estudiado y el dependiente de una tienda de vinos sabe más de terruños que aquí un ingeniero agrónomo. Pero para mí Francia fue una decepción. Hay bodegas en Italia que lo están haciendo muy bien, aunque no sean tan conocidas. Es un país con una gran diversidad vitícola y eso siempre resulta gratificante para el que disfruta del vino.

alberto gonzález plasencia enólogo