Memoria histórica, el arma cargada de futuro del PSOE

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LEMOS

15 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Lugo, ya se sabe, es una espina socialista clavada en el corazón electoral (local) del PP. Hasta ahora las pesadillas de los populares lucenses se resumían en las fotos de Orozco sentado en la alcaldía y Besteiro oteando el horizonte político desde la planta noble del palacio de San Marcos. Ahora, además, los sueños oscuros de los militantes del PP, como los de cualquier ciudadano de a pie, se llenan de recortes made in Rajoy, de impuestos crecientes, sueldos menguantes, más paro y menos empresas. Ya no son los socialistas los que montan el tigre del BOE de tiempos de crisis. Por eso, los populares observan sin mayor entusiasmo cómo en el PSOE lucense se preparan para la larga travesía del desierto que les espera en el ámbito nacional.

¡Qué curiosa situación política en Lugo! El PSOE resiste en el Concello de la capital y en la Diputación el empuje de la apisonadora política que es el PP, al tiempo que intenta evitar daños internos; en el PP, sus bases sufren los duros recortes decididos por el presidente Rajoy, por el hombre para el que buscaron los votos.

El secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, buscó el jueves pasado el amparo de la Muralla de Lugo. Vázquez vive días agitados y Lugo aún es territorio sin grandes batallas en el seno del PSOE. Con él almorzaron Orozco, Gómez Besteiro, Ricardo Varela y el exministro José Blanco. Mientras, provincia adelante, empezaba a sonar un toque de atención a los asistentes al almuerzo. Hay quien dice que se equivocan si piensan que toda la militancia de la provincia está dispuesta a asumir sin más lo que se decida dentro de la Muralla. Orozco y Varela han expresado su apoyo a Rubalcaba, pero no todos en el PSOE lucense comparten su elección. Algunos, desde la base del partido, se lo dijeron abiertamente a La Voz. Uno de ellos, Manuel Lorenzo, veterano ugetista que ha plantado cara más de una vez a Orozco. Como él, otros han dejado claro que quieren que la travesía del desierto a la que se enfrenta el PSOE sirva para instalarlo con firmeza en el camino propio de la socialdemocracia; más izquierda, reclaman.

Besteiro, probablemente el próximo secretario provincial del PSOE, no pierde ocasión, como presidente de la Diputación, de situar al PP en el terreno de la memoria histórica. Los populares se negaron a apoyar (se abstuvieron) una propuesta para retirar los honores concedidos en su día por el organismo provincial a Franco y la Falange. El acuerdo no prosperó. El PP le dio así a Besteiro la posibilidad de mantener vivo este asunto por más tiempo. Ahora, el líder socialista prepara un cambio en el reglamento de honores y distinciones, con el fin de conseguir lo que antes no logró. Dice que confía sinceramente en que el PP acepte el cambio, que es tanto como aceptar la retirada de los honores concedidos a Franco. Probablemente, José Manuel Barreiro, presidente provincial del Partido Popular y su portavoz en el Senado, habrá recordado estos días el aviso de Churchill: «Si el presente trata de juzgar el pasado, perderá el futuro».

Mientras el Bloque juega su propio y peculiar juego, socialistas y populares consumen su tiempo en curiosas e inútiles polémicas y comparaciones. Y mientras ellos se entretienen, los catalanes de CiU intentan una y otra vez parar los proyectos del AVE de Galicia. No se escuchan en Lugo las airadas voces, tran frecuentes, de sus políticos frente a tan duro ataque. «Infraestructuras improductiva», dice el catalán Macias. En la ciudad amurallada solo le responde el silencio. Entre los recortes del PP y la larga búsqueda de la propia identidad del PSOE, los catalanes intentan arrancarse la espina del AVE gallego.