«Afortunadamente, a muy pocas personas les leería la cartilla»

Benigno lázare LUGO / LA VOZ

LEMOS

El veterano periodista dedicó cerca de medio siglo a la profesión y se jubiló en el albor de la informática

08 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Rafael Vilaseca no solamente es la memoria viva del periodismo lucense, también es la memoria completa de esta profesión tal y como se concibe en la actualidad. A mediados de la década de los 40 la adoptó como medio de vida, cuando echaban humo las linotipias y aquellas cuadradas máquinas de escribir Olivetti; en 1990 se jubiló cuando la Delegación de La Voz de Galicia gastaba la segunda generación de ordenadores. Tras cumplir 84 años decía que, después de la Muralla y la Catedral, lo más antiguo de Lugo era el, pero suena a esconxuro porque ahora, a los 88, sigue paseando su erguida figura por salas de exposiciones y conferencias cuando sus ocupaciones particulares se lo permiten. «¡Caracoles!, antes subía como un galgo la cuesta de Ramón Montenegro desde As Fontiñas para ir al Concello, pero ahora me lleva un cuarto de hora, oiga usted». Aficionado a los viajes desde la infancia, eligió Marruecos como próximo destino cuando disponga de tiempo libre, porque hay vuelos directos desde Galicia.

Vilaseca es la antítesis de la imagen que se nos transmitió de aquellos viejos periodistas que parecían tahúres, desastrados y bebedores, trabajando en redacciones llenas de humo y soltando tacos a la primera de cambio. Impecable, correcto hasta el extremo, nunca cabreado y rara vez enojado, cruzó la longa noite de pedra informativa como pudo. Solo en dos ocasiones tuvo leves tirones de orejas en el Gobierno Civil, a pesar de que sacar noticias de los organismos oficiales era como sachar en cemento, y hacerlo sin que la Administración colocase la lupa encima resultaba imposible. Aún así no guarda resquemores y entre sus agradecimientos cita a políticos de todas las etapas. «Tengo que decir que, afortunadamente, a muy pocas personas les leería la cartilla».

San Froilán

Estos días de San Froilán tienen un especial significado para este veterano colega porque durante años se dedicó a recopilar la historia de las fiestas, que fue publicando en La Voz y posteriormente en un libro, de modo y manera que conoce cómo eran las fiestas hace muchos años por su veteranía en este mundo y por las muchas horas dedicadas a su estudio. La Muralla es otra de sus pasiones y dio nombre a una sección en la que publicó más de 400 artículos. Dentro de su faceta de cronista municipal se doctoró en la historia y vida diaria de las calles de Lugo. A diferencia de las fiestas patronales, todo ese material es susceptible de ser publicado de forma seleccionada y condensada, pero de momento permanece en la hemeroteca y en sus cajones.

Al ser menguada la lista de agravios es grande la de elogios y gratitudes. La de Vilaseca comienza en el alcalde Fernando Pedrosa Roldán, al que le reconoce haber proyectado en los años 70 la segunda ronda y haber puesto coto al urbanismo descontrolado. «Fue el creador de las primeras normas urbanísticas para frenar el caos de aquella etapa en expansión, contribuyendo a que Lugo se convirtiese en una ciudad capitalina y no en una aldea grande».

También merecen un espacio en su memoria Tomás Notario, José Novo Freire, Vicente Quiroga y el actual. Con López Orozco ya no coincidió profesionalmente pero, «en un arranque espontáneo se sacó de su chaqueta la insignia de la Muralla de Lugo y la colocó en la mía, porque yo había comentado que había perdido la que me dieron sus antecesores».

El Gobierno Civil era una de las instituciones más reticentes a facilitar información, si bien guarda buenos recuerdos personales de Eduardo del Río y de Fernández Combarro, además del actual ocupante del edificio de Armanyá, Vázquez Portomeñe, al que conoce desde hace bastante tiempo. Tuvo una etapa de informador de tribunales, edificio al que llegó la apertura a la prensa de la mano del actual presidente de la Audiencia, Varela Agrelo, asegura.

Elegido Lucense del Año en 1991, más recientemente también fue distinguido por la Asociación de Periodistas do Camiño de Santiago. Pero su más veterana vinculación en el capítulo de las aficiones es con la Asociación de Amigos de los Castillos, de la que es uno de los miembros más antiguos.

Rafael Vilaseca Otero

88 años

Periodista

El consistorio, que frecuentó muchos años a diario como cronista municipal.