Insistencia y empeño «personal», claves para conseguir la declaración
27 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Ángel Sicart Giménez fue director xeral de Patrimonio cuando hubo que pelear por incluir a la Muralla de Lugo en la lista de bienes protegidos por la Unesco. Más de diez años después afirma que fue «casi un empeño personal como lucense y como historiador». Al igual que otros implicados, subraya que lo más importante fue que «participamos todos, al margen de los colores políticos».
-¿Qué fue lo más difícil?
-Entonces, las declaraciones de patrimonio mundial eran muy restringidas. El problema estaba en presentar los estudios, remitir toda la documentación posible y, sobre todo, poner en valor el monumento. La Muralla estaba muy abandonada, apuntalada en varias zonas como por ejemplo la Mosqueira. Se contó con especialistas de todos los ámbitos para tratar de evitar el deterioro y, una vez que la Xunta asumió la conservación es cuando se comenzó a preparar todo el expediente. A partir de ahí, hubo contactos con los técnicos de la Unesco y se valoró. No existe otra muralla con esas características y la singularidad, unida a la firmeza, condujeron a la declaración.
-¿Usted trató con los técnicos de la Unesco?
-Sí, recuerdo que fuimos a Lugo y hubo una reunión con el alcalde y técnicos de la consellería para aportar documentación in situ, que la Unesco solicitaba en el momento. Esto aparte de otras visitas en las que no estábamos detrás, había que dejarles trabajar.
-¿Qué documentos pedían?
-Les llamaba la atención el estado de conservación, aunque había que restaurar, y el recorrido perimetral. También la aparición de escaleras por excavaciones o derrumbes. Y tuvieron la visión de futuro de recuperar el interior, de descongestionar la Muralla y dejarla respirar.
-¿Llegó a temer en algún momento que no se conseguiría?
-Fue una cuestión de insistencia y, si se me permite, de empeño personal como lucense e historiador. Siempre pensamos que la clave estaba en dar a conocer el monumento in situ. La Muralla era conocida desde un punto de vista académico, de estudioso, pero una cosa es ese tipo de conocimiento y otra muy distinta es verla al natural. Eso impacta.
-¿Cree que ha habido suficiente promoción en esta década?
-Sin lugar a dudas. Siempre habrá quien se encuentre insatisfecho o que se podía conocer más, pero el paso cualitativo que se ha dado es indudable y ha tenido un impulso en el conocimiento significativo. Ya el hecho de tener un monumento Patrimonio de la Humanidad es importante, pero que ese monumento abrace a la ciudad, literalmente, es único. La Muralla se ha conocido e impulsado más, y está en todos los circuitos turísticos. Eso es importante.
-¿En qué se debe insistir en el futuro?
-Para mí hay dos cosas fundamentales: conservación del monumento como tal y, con respecto al interior, recuperar áreas que desdicen un poco el valor de la construcción. Todavía hay ese Lugo con huertas y edificios que han perdido singularidad histórica y hoy son verdaderas ruinas. Sé que esta labor no se puede hacer de un día para otro, pero habría que evitar que se construya de tal manera que se pueda ocultar la Muralla desde el interior y, desde luego, dar soluciones a la ruina que está pegada. Quizá la solución esté en dejar espacios libres, siempre que se pueda.