Holandeses en el Camino de Invierno

F. Albo / C. de la Torre francisco.albo@lavoz.es

LEMOS

24 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Así se podría titular la aventura de Ab Reeze y Wilfried Kool , dos holandeses que partieron hace un mes de su casa en bicicleta para hacer el Camino de Santiago y ayer pasaban por O Barco. Pero perdidos no por la ruta sino por estar disfrutándola totalmente desconectados de su rutina. Su desvío para seguir el Camino de Invierno no fue casualidad, sino motivado por Gilber , un barquense yerno de uno de los peregrinos, quien explicaba: «Yo no conocía el Camino de Invierno pero un amigo me habló de él y se lo propuse, ya que querían pasar a vernos y se desviaron por aquí desde Ponferrada». Y desde aquí continuarán hasta Santiago por una ruta de la que destacan sobre todo la tranquilidad. A ellos no les importa que haya menos albergues, ya que van parando en hostales: «Disfrutamos con la sensación de no saber dónde vamos a dormir, qué vamos a comer, o a qué gente conoceremos», explica Wilfried, quien sí echa de menos un poco de información en inglés, tanto en las páginas web sobre el Camino de Invierno como en los folletos y paneles turísticos. Es la primera vez que recorre el Camino y después de cuatro semanas pedaleando asegura agradecer la tranquilidad y el sol con el que les ha recibido Galicia. Para Ab Reeze, en cambio, es la segunda peregrinación jacobea -la vez anterior fue por O Cebreiro- y asegura preferir esta alternativa. «El paisaje es maravilloso, esta zona es muy auténtica, realmente nos sentimos haciendo el Camino y es mucho más tranquilo que la ruta francesa», explica Ab, quien también echa de menos más información sobre la zona y sugiere «que los restaurantes de los hoteles abran antes para dar la cena; cenar a las nueve y acostarte pronto es un desastre para los que madrugamos para pedalear», añade. El caso es que el Camino de Invierno atraiga a peregrinos de cuanto más lejos mejor, tanto en invierno como en verano.

Si se dan prisa -lo que por otra parte tampoco parece muy aconsejable, con lo que está atizando el sol estos primeros días del verano-, los peregrinos holandeses a lo mejor llegan a tiempo de disfrutar en Monforte de las tradicionales fiestas de San Xoán, en el barrio de Os Chaos . La celebración empezó ayer por la tarde con una serie de juegos infantiles organizados por la recientemente creada empresa Trasnadas Animación, domiciliada por cierto en este mismo barrio. Más tarde, los vecinos comparteron una típica sardiñada, asistieron a una misa al aire libre y los que se animaron saltaron la hoguera como mandan las costumbres del solsticio de verano. La primera jornada de los festejos se cerró con una verbena que acabó ya bien entrada la noche. Hoy habrá más fiesta y más verbena, para los que quieran repetir y para los que se la perdieron ayer.

También disfrutaron de la jornada de fiesta los usarios de la residencia de tercera edad y del centro de día de Chantada, que la celebraron de forma conjunta. La quema de una «meiga» y una sardiñada fueron las principales actividades de este festejo, que tuvo la residencia por escenario. Empezó pronto, para que pudiesen disfrutarla también los más mayores y para no obligarlos a trasnochar.

La biblioteca pública de Sober celebró la fiesta, como no podía ser menos, con una actividad cultural. Consistió en una visita guiada a la iglesia monfortina de San Vicente do Pino, que ofrece un peculiar aspecto por estar en plena restauración. El párroco César Carnero, responsable de patrimonio artístico e histórico del obispo, se encargó de mostrar el templo a los participantes y de explicarles los trabajos que se están llevando a cabo actualmente.