La cultura rural vive bajo amenaza

Carlos Vázquez

LEMOS

El escritor Joaquín Araújo apostó en el curso de verano por recuperar la memoria ecológica y afirmó que la sociedad actual comete una tragedia al devorar el entorno

17 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hablamos del paisaje y de su continua destrucción. «El paisaje es lo que más devora nuestra sociedad actual», aseguró el escritor y periodista Joaquín Araújo, el primero de los ponentes del curso de verano que comenzó ayer y terminará el viernes, organizado por la Universidad y el Concello de Monforte.

Bajo el título Paisaxe rural e identitade cultural, Araújo explicó que con la destrucción del mismo «estamos protagonizando la más grave de las tragedias, pues -añadió- tiene una suerte de parricidio», al entender el experto que es la propia sociedad la que está acabando con su propia progenitora.

¿Qué deberíamos hacer entonces?. La respuesta la ofreció el escritor al indicar que «la gran tarea del presente es no destruir el pasado», sin olvidarse de otra importante labor, que es la necesidad de recuperación. «Está muy bien recuperar la memoria histórica, pero también hay una memoria ecológica que convendría sacar a la luz», sentenció el intelectual, premiado con distintos premios, entre ellos el Global 500 de la ONU y el Nacional de Medio Ambiente.

Araújo, autor de 75 libros individuales y colaborador en casi otros tantos, no se refirió al marco específico de la Ribeira Sacra, donde se celebra este curso veraniego, aunque tal vez tampoco fuera imprescindible puesto que la temática de su conferencia, realizada a partir del título Ética e Estética da paisaxe, englobaba un conjunto de ideas universales. Sí fue explícito al decir que «nos consideramos un contenido que quiere vivir sin su continente». Aclaró que la solución no es vaciar más el mundo, desnaturalizándolo, sino que el arreglo tendrá que venir por volver a casa, señaló aplicando la parábola del hijo pródigo.

Citando un discurso del escritor Miguel Delibes, recordó que uno de los grandes desastres de nuestro tiempo es la pérdida de contenido cultural del paisaje; una realidad que, ahondó, está siendo sustituida por otra de mucha menor valía.

El fracaso del agua

El director del curso, Roxelio P. Moreira, comentó que Joaquín Araújo vive en contacto directo con la naturaleza, en su lugar de residencia, Extremadura, donde él mismo gusta de realizar las labores de horticultor.

Desde esa atalaya, Araújo explicó que se asoma con un cuidado especial al paisaje, del que dijo admitir miles de miradas y distintos enfoques, ya que el paisaje es algo que no se deja comprimir. En este sentido explicó que «una ciudad no deja de ser un apéndice de todo lo que la rodea». Efectivamente, las ciudades también están en medio de los paisajes, comentó Joaquín Araújo durante su exposición de hora y media, donde también se incluyó un breve documental que fue recientemente presentado en la Expo 2008 de Zaragoza. Ocupa protagonismo absoluto el agua, mientras un narrador va explicando conceptos del propio autor. En un momento del mismo se dice que «el agua sólo fracasa si la desperdiciamos» y se hace hincapié en que este elemento no debe ser considerado un recurso.

Araújo terminó su exposicón con una de estas frases que caminan con el hombre a lo largo de los tiempos y que, como los buenos vinos, dejan huella: «Es honesto el que se alegra de la contemplación del agua limpia».

El ejemplo chino

Para hablar de ética, el polifacético Joaquín Araújo citó al escritor Albert Camus, premiado con el Nobel de Literatura, para recordar una idea suya, que la contemplación del paisaje no se salda con ningún tipo de injusticia. Añadió que es en ese momento cuando se encuentra la paz y con la libertad.

Para fundamentar estos presupuestos, dando por hecho que en otras culturas sí se valora la tierra y la relación del hombre con la misma, Araújo acudió al alfabeto chino para explicar el curioso parecido que guardaban dos palabras que aquí, en nuestra cultura, casi nadie relaciona: agricultor e intelectual. «Ser un intelectual es comprender la tierra», sentenció.