LA TRIBUNA | O |
20 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.A UNO que ha tenido el privilegio de conocer de primera mano los entresijos de la actualidad de las principales entidades deportivas monfortinas le duele ver el mal momento por el que las que son santo y seña del deporte en la ciudad pasan en la actualidad. La situación de Lemos y A Pinguela en sus respectivas competiciones resulta triste y casi aterra pensar en la posibilidad de que dentro de pocos meses ambos puedan experimentar la traumática experiencia de un descenso. En el caso del fútbol sería menos preocupante, ya que se cuenta con una experiencia reciente y volver a la Preferente, siempre que a partir del próximo año se hagan las cosas bien, no sería para rasgarse las vestiduras. El drama puede producirse en el caso del voleibol. Regresar a la Superliga requiere de una gran inversión, al margen de la fortuna que de por sí es precisa en el deporte, y si ya en la actualidad los directivos de A Pinguela tienen que mendigar ayudas para estar con los mejores, pensar en recabar apoyos cuando no se está en la élite es una utopía. Los aficionados a cualquier deporte sin ninguna excepción son propensos a no valorar lo que tienen, aunque en el caso de Monforte sea lo máximo en voleibol. Lo curioso es que cuando pierden el lugar de privilegio es cuando realmente comienzan a valorar lo que tuvieron. El voleibol ha dado muchas alegrías a la ciudad del Cabe y todavía puede darlas. Ahora lo más importante es que hay una base de niñas y niños que aman este deporte y que si A Pinguela desciende perderán una referencia en la élite para seguir trabajando y llegar algún día al primer equipo. Es el momento de volcarse todos a una con el equipo y de evitar que se pierda un sentimiento.