Memorias sangrientas de O Garabelo

X. Carreira LUGO

LEMOS

PRADERO

«Es verdad, apreté un hierro pero moralmente no me considero culpable de nada», asegura Marcelino Ares Rielo que fue condenado a 56 años de cárcel por los hechos

07 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?einte años después de la matanza que tuve la oportunidad de vivir en el lugar de los hechos me encuentro con aquel hombre que, por culpa de unos carballos, mató a cuatro hombres una mañana del 19 de noviembre de 1983. Lo que es la vida, pienso, cuando estoy sentado en un banco del parque haciéndole preguntas al oído a Marcelino Ares Rielo, O Garabelo . El encuentro había sido fijado en una cafetería pero hubo que cambiar de sitio. Tiene problemas de audición y no era plan interrogarle a gritos sobre los asesinatos con la clientela alrededor. Marcelino, que vive actualmente en Madrid, vino a Lugo para presentar el libro que, sobre su vida y el cuádruple crimen, escribió a ratos en los 15 años que pasó en la cárcel. Curiosamente no necesita ni representantes, ni tan siquiera convocar ruedas de prensa. Tiene amigos que le mueven y le ponen en contacto con los medios de comunicación.Asegura que al libro no le falta morbo. Lo escribió «para que la gente lo lea nítidamente y sepa quién es quién y quiénes fueron los culpables de la muerte de esas cuatro personas». Dice que no moriría a gusto si no llega a tener su propia historia en las librerías porque eso le garantiza que la gente pueda conocer «la verdad de lo ocurrido». «Sin el libro me hubiese muerto a disgusto. Creo que no me moriría del todo», dice con una sonrisa. Un crédito de dos millones de pesetas que pidió a un banco hizo posible que el libro circule por ahora, a través de venta directa. En la portada parece Marcelino, treinta años más joven.La Audiencia Provincial le condenó a 56 años de cárcel. Lleva cumplidos 15 («a pulso, que se dice fácil») y cada mes tiene que acudir a firmar. Acabará el próximo mes de septiembre. «La cárcel la he considerado siempre injusta porque me han vendido la familia y el abogado que anteriormente era un amigo pero me demostró ser un verdadero traidor; me ha vendido como una cobaya en un laboratorio. Ni tan siquiera recurrió la sentencia», asegura.Recuerda que, tras un cambio de fiscal, éste acabó pidiéndole 108 años de cárcel. Cuando Marcelino oyó dicha petición en el juicio dice que «tuve un mal cuerpo desde los pies a la cabeza, porque yo no me esperaba eso; el abogado no presentó nada que me pudiese favorecer. No fue un juicio justo».En la cárcel trabajó hasta tres turnos para poder redimir condena. En Bonxe fue jefe de cocina y en El Dueso (Santander) se ocupó de una vaquería y los invernaderos «donde yo sólo producía unos 20.000 kilos de tomate cada año; soy una persona trabajadora». Llegó a cobrar 40.000 pesetas mensuales.En algún permiso volvió a Meira y Gomesende en donde, asegura, le aprecian mucho. «Allí no detecto ningún rechazo ni problema porque la gente, una vez oído y visto lo que ha ocurrido, verdaderamente no me culpa», matiza. Pero murieron cuatro personas, le digo... «Sí -responde- y entiendo que es triste y dramático pero, Dios mío, hay situaciones de las que uno sabe como salir».No tiene problemas a la hora de recordar el día de la matanza y asegurar que le perdonó la vida a uno de los que estaban en el lugar. Marcelino desvela algunas cuestiones que, en su momento, no fueron contadas en los periódicos como, por ejemplo, que O Maxistro , una de las víctimas, le intentó asesinar semanas antes un día de niebla. Sobre éste no repara en críticas y acusaciones «y ahí están sus vecinos, que yo no me invento las cosas».Le pregunto si se considera un asesino, un homicida... «Moralmente no me considero culpable de nada. Es verdad, apreté un hierro en unas circunstancias psíquicas o presionado. Me condenaron por ello pero no hay derecho. Fue un juicio injusto pero no me quejo de la justicia. La culpa la tuvo mi familia y el abogado porque no promovieron un juicio justo», responde. ¿Y si lo fuese? Duda la respuesta. «Todos sabemos que hay cosas que ocurren y tienen la culpa los muertos y hay penas blandas», explica.Ya en las postrimerías de la entrevista le explico que el día que mató a los cuatro hombres dormí a sobresaltos viendo en sueños los cadáveres. ¿Y usted, duerme tranquilo?, pregunto. «Por supuesto porque yo no me considero culpable de lo que ocurrió. Soy antiguerra, me gusta la paz. Entiendo por oídas, que los familiares de las víctimas no me culpan de lo ocurrido», comentó.