Estar fuerte está de moda: «Las fotos del antes y después que vemos en redes sociales hacen mucho daño»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Fotograma de «The Smashing Machine».
Fotograma de «The Smashing Machine».

El actor Dwayne Johnson tuvo que ganar doce kilogramos más de masa muscular para interpretar al luchador Mark Kerr en la película «The Smashing Machine»

28 oct 2025 . Actualizado a las 10:17 h.

The Smashing Machine suena a Óscar para Dwayne Johnson, The Rock. La película, dirigida por Benny Safdie con la que ganó el León de Plata a la Mejor Dirección en el último Festival de Venecia, abre la puerta a que el intérprete se lleve una estatuilla. Por el momento, logró una ovación del público, que se puso en pie para aplaudir al biopic sobre la vida del luchador Mark Kerr durante quince minutos. El filme, que toma su título del apodo de Kerr cuando participaba en la MMA, trata sobre su ascenso y caída en el mundo de las artes marciales, entre 1997 y el 2000.

Para interpretarlo, Dwayne Johnson tuvo que trabajar, más si cabe, su físico y ganar trece kilogramos de músculo. Un cambio que sorprendió a muchos, pese a haberse normalizado los físicos más trabajados.

César Bustos, educador físico deportivo y creador de No hay excusas, y Ana Galeote, fisioterapeuta y antropóloga, coinciden en que los cuerpos fuertes están de moda —aún sin ser necesario alcanzar el nivel de The Rock—. El cambio de tendencia, según todos los expertos consultados, se sitúa cinco años atrás: «Antes de la pandemia, a la gente le importaba el cuidado de su salud pero de una forma más vacía», cuenta Bustos. El experto cree que este cambio ha venido motivado, en parte, por las redes sociales: «Se ve mucho en gente joven que han hecho de ir al gimnasio una moda», señala el especialista.

Galeote no se muestra tan optimista. Si bien reconoce que se han dado pasos hacia adelante, lamenta que todavía se siga viendo el cuerpo «como algo que se mira y no como algo que se siente». Ismael Novo, fundador de De Novo Movemento, es tajante al decir que la estética se sigue buscando, especialmente, a raíz del uso masivo de redes como Instagram. «La forma de mostrar los cuepros en ellas no ayudan en nada a cómo la mayoría percibe que debe estar», precisa.

Así, para unos será más fácil alejarse de los patrones que, según el entrenador, «suelen ser modas pasajeras y vinculadas al famoso de moda». Con todo, percibe que los usuarios de sus centros buscan una mejora de la condición física. «El aumento de la vida sedentaria trajo consigo nuevas patologías y nuevas lesiones recurrentes, que hacen que el ejercicio físico sea la mejor medicina para prevenirlas o curarlas. La cantidad de problemas de espalda, hombros o rodillas que llegan a nuestros centros es muy elevada», apunta.

Alejandro Brea, coordinador técnico de los gimnasios Máis que Auga, en Vigo, coincide en que la pandemia fue un punto de inflexión. «Se vio la necesidad de hacer deporte tanto a nivel físico como psicológico».

A raíz del trato con los usuarios, distingue dos grupos. Por un lado, los jóvenes de entre 16 años y la veintena, «que centran su entrenamiento en la estética» y, por otro, aquellos con más de treinta, «que buscan salud y, como consecuencia, ven mejoras en su físico», reconoce.

Precisamente, en los primeros echa en falta el trabajo de movilidad. «El cuerpo es una máquina que depende de la funcionalidad de sus articulaciones y del sostén de sus músculos», puntualiza. En las parrillas de sus gimnasios, las actividades dirigidas a la movilidad y a los estiramientos no paran de crecer. «Son las que más se demandan», sentencia.

Las mioquinas

Trabajar la fuerza y, con ello, desarrollar un buen nivel de masa muscular es positivo se mire como se mire. Galeote traslada sus beneficios al día a día. «El músculo nos sostiene, hará que el día de mañana seamos independientes, que nos duchemos solos o que no necesitemos ayuda para vestirnos», expone.

Hoy en día se considera un seguro de vida, un órgano endocrino con beneficios más allá de lo estético. Lo demuestran múltiples estudios que concluyen mejoras a nivel metabólico, hormonal y, ahora también, cognitivo. Recientemente, investigadores de la Universidad Estatal de Campinas (Sao Paulo, Brasil) demostraron que el ejercicio físico protege de la progresión de enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer. ¿El mecanismo? La liberación de mioquinas, unas moléculas que el músculo produce con la contracción, viajan hasta otros órganos —desde el hígado al cerebro— con efectos beneficiosos.

Un estudio publicado en la revista Frontiers, concluye que las mioquinas podrían representar un avance en el estudio de los mecanismos por los cuales el ejercicio mejora la sarcopenia asociada al envejecimiento. No es para menos, el diálogo químico que se produce fruto del movimiento tienen efectos antiinflamatorios, promueven la creación de células inmunitarias, contribuyen a la formación de nuevos vasos sanguíneos, regulan el metabolismo de la glucosa y los lípidos y pueden estimular el desarrollo neuronal, así como mejorar la memoria el aprendizaje.

Para Bustos, quien reivindica que el músculo siempre es un síntoma de salud, el problema radica en que el entrenamiento se convierte en una obsesión. «Lo ideal es realizar de dos a tres sesiones semanales de entrenamiento de fuerza, y de tres a cinco de ejercicio cardiovascular», expone el experto, que añade: «Si alguien que suele cumplir con ello se siente mal o está ansioso por no hacerlo cuando no puede porque, por ejemplo, le ha surgido un contratiempo, es un problema», alerta. La obsesión no puede ser sinónimo de salud.

Ahora bien, que los músculos muy grandes no confundan. Estos no siempre aseguran la máxima salud. Es más, la forma del cuerpo de una persona que practica deporte suele responder al estímulo que se somete. «El tejido muscular tiene diferentes tipos de fibras, y según el entrenamiento que uno realiza, entrenará unas u otras», precisa Bustos. Así, por ejemplo, un físico culturista puede tener mucha fuerza, pero no resistencia. «En cambio, los que corren maratones, tienen menos volumen muscular, pero mucha resistencia», expone el educador físico.

Es más, el tamaño no está relacionado con otros aspectos tan importantes para el bienestar como la movilidad. «Por eso, más músculo asegura estar más sano hasta un límite, de igual forma, más músculo no asegura ser más ágil, todo dependerá del ejercicio que se practique», expone. Novo recuerda, además, las diferencias individuales: «Cualquiera puede decidir invertir más o menos horas de entrenamiento, de sueño, alimentación o suplementación, pero esto no siempre irá ligado a los mismos resultados», recuerda. Para el experto, las cuentas que suben imágenes mostrando el físico antes de ponerse en forma y después, estando más fuerte, «hacen mucho daño». Por ello, el entrenador llama al realismo: «La facilidad de conseguir esa estética depende de tantas variables que nadie debería prometer conseguirla», finaliza.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.