José Viña, experto en longevidad: «El límite de edad, con la ciencia actual, está entre los 110 y 120 años»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

José Viñas, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, donde lidera el grupo de investigación Freshage.
José Viñas, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, donde lidera el grupo de investigación Freshage.

El catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia describe las claves para vivir más y mejor

24 may 2025 . Actualizado a las 16:46 h.

El doctor José Viña dice que tiene tres cruzadas en su vida: las drogas, que el envejecimiento no sea vea como una carga y que el peso de lo económico desaparezca de todos los ámbitos. «Le cuentas una idea a la gente y ya te dicen: “Te lo compro”. No, a mí no me compras nada», responde al hablar de la poca importancia que, en la actualidad, se otorga a la herencia cultural que transmiten las personas mayores. El catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, y director de la primera cátedra de Gerociencia en Europa, publica La ciencia de la longevidad (Editorial Sine Qua Non, 2025), para explicar cómo vivir más y, sobre todo, mejor. 

—¿Qué implica la longevidad?

—La longevidad es algo determinado genéticamente que nos dice los años que vamos a vivir. Es decir, usted puede vivir, si es una mosca, tres meses. Si es un ratón, tres años. Y si es una persona, 110. Esa es la longevidad máxima. La longevidad media, es lo que usted va a vivir de promedio, si vive en España, que es de los mejores países del mundo, y Galicia, que es de las zonas de España y por tanto, del mundo, donde más. Aquí serán 85 años. El envejecimiento son los cambios que normalmente ocurren en el cuerpo con el paso de los años y que aumentan el riesgo de enfermedades. Aquí la palabra es riesgo. No es una enfermedad, sino que aumenta el riesgo de que una persona contraiga enfermedades. 

—Si mi bisabuela, mi abuela y mi madre han sido muy longevas, ¿tengo más probabilidad de serlo?

—Sí, tienes más posibilidades de ser muy longeva. Yo también las tengo. Mi abuela vivió 101 años y mi madre, 99. Vamos a ver. Para la longevidad media, que son esos 85 años que mencionaba antes, lo más importante es el estilo de vida. Para la longevidad máxima, lo más importante es la genética. Va en las familias. Por poner porcentajes fáciles de recordar. Para la longevidad media, el estilo de vida es el 70 % y la genética el 30 %. Para la longevidad máxima, la genética es el 70 % y el estilo de vida el 30 %. Por muy longeva que sea mi abuelita, si yo me drogo me voy a morir joven.

—¿Por qué envejecemos?

—Esa es la pregunta más difícil. Hay una razón profunda. En materia de envejecimiento del universo, por ejemplo, hay una ley física que es que todo tiende a la uniformidad. Es decir, a la entropía máxima. Si mezclas agua caliente con agua fría se hace agua tibia. Sin energía externa, el agua tibia nunca se convierte en fría y caliente. Eso es una ley física. En mi mundo, el biomédico, envejecemos porque somos incapaces de reparar los daños que ocurren al completo. Hay pequeñas lesiones moleculares que se van reparando, pero no somos capaces de repararlas al cien por cien. Hay un ejemplo que es el del coche antiguo. Puedes tener un 600 impecablemente nuevo si cada vez que se estropea una pieza le pones una igual y nueva. Ese modelo no vale en la actualidad, con la ciencia que tenemos, en el ser humano ni en el animal mamífero.  ¿Por qué? Porque somos incapaces de reparar al 100 % los pequeños daños que van ocurriendo. Algunos somos capaces de hacerlo al 80 % y otros al 90. Estos últimos van a vivir más. Pero no se recuperará al completo. 

—El otro me dijo una persona que es muy injusto que, a medida que uno cumple años, se vayan perdiendo capacidades físicas. Que a medida que se ganaba madurez se tendrían que potenciar estas también. 

—Yo estoy en desacuerdo. La etapa de la vida en la que estadísticamente vas a ser más feliz es la madurez. Los mayores, donde me incluyo, sabemos mejor cuál es nuestro sitio. Eso sí, con dos condiciones. La primera es que tengas salud. Y la segunda es que sepas tu sitio en el mundo. Los mayores tenemos mayor capacidad de entender; más juicio para evaluar las cosas fríamente; más empatía, la capacidad de ponernos en el sitio de los demás, y más tolerancia, para aceptarlos. Y, por último, tenemos gerotrascendencia. Gero de geriatría, y trascendencia de que solo ves lo trascendente en la vida y lo que no es. Hay parejas que se llevan el gran disgusto porque unos quieren que lleven chaqué en la boda y otros no, mientras que el abuelo dice: «A mí me da igual, decidme cómo queréis que vaya». Eso tiene la gerotrascendencia. Por otra parte, es verdad que las personas mayores tenemos más riesgo de enfermedad, que no más enfermedad. 

—¿Cuándo empezamos a envejecer?

—Empezamos a envejecer, de promedio, a los 30. Para hacer gimnasia rítmica, no. Ahí ya es a partir de los 15. Y hasta los treinta maduramos. De hecho, ya se ve cómo a partir de los treinta, la gente ya empieza a engordar, por ejemplo. Eso tiene un importante mensaje: hay que empezar a cuidarse cuando uno es joven. Los daños que ocurren cuando uno es joven pero se manifiestan cuando uno es mayor.  Por lo tanto, si quieres envejecer bien, cuídate cuando eres joven. 

—¿Qué límite de la longevidad puede tener el humano? Esto es algo muy debatido en la actualidad.

—Con lo que es ciencia hoy en día, está alrededor de los 110 o 120. Por ahí está el límite. Ahora bien, no se puede saber lo que va a pasar en el futuro. El conocimiento del futuro no se puede saber porque ya no lo sería; esto es filosofía de la ciencia. Es imposible que sepamos qué pasará en el futuro y si podremos vivir 500 años, con la ciencia actual, no. Hay un ejemplo que pongo en el libro. En 1890, William Thomson, Lord Kelvin, el mejor físico de su época, dijo que la física se estaba acabando, que solo quedaban saber unos aspectos cuantitativos, que ya lo conocían todo. Pero en 1900, Max Planck propone la teoría cuántica y en 1905, solo 5 años después, Einstein propone la teoría de la relatividad y todo el mundo cambia. El pobre Lord Thompson no podía saber, por mucho que estudiara, que dos genios iban a aparecer. Por eso, si viene un genio como Planck y saca una revolución científica en la gerontología, podremos vivir Dios sabe cuánto. Pero sin ello, hoy en día, 110.

Otra cosa es la gerociencia. Yo dirijo la primera cátedra de ello en Europa en la Universidad Católica de Murcia. Esta es la ciencia que estudia las enfermedades asociadas al envejecimiento a la luz de los conocimientos fundamentales del envejecimiento. Es un campo actual. Cuando alguien coja a un ratón y viva cinco o seis años, o una mosca que llega al año, entonces estaremos cerca de extender la longevidad, porque los mecanismos biológicos estarán controlados, pero de momento no hay esa mosca.

—¿Estamos un poco obsesionados con buscar la vida eterna o la vida extralongeva? 

—Sí, hay dos grupos. Los de la vida extralongeva y los de la vida eterna. Es una aspiración. Yo mismo, si pudiera vivir como estoy ahora, jugando al tenis 150 años, yendo al trabajo en bicicleta, lo haría. Pero no es razonable con lo que hay ahora. Cuando tenga ochenta, supongo que tendré que dejar de montar en bici y me adaptaré. 

—¿Cómo impacto el sueño en el envejecimiento?

—Yo lo englobo en el control del estrés, pero el sueño merece un capítulo aparte. No nos preparamos para el sueño, y es algo muy importante. Dormir poco acorta la vida. Dicho de otra manera, está demostrado que la gente que duerme poco vive menos. Hasta hace 150 años, cuando empezaba a atardecer y el cielo se volvía rojo, el cuerpo comenzaba a secretar melatonina, la hormona del sueño. Ahora tenemos la luz blanca azulada. En las ciudades nunca se hace de noche, hay una luz intensísima. Llegas a tu casa, cenas y te pones a ver la televisión hasta que decides irte a dormir. Habría que preparase. Quedarse un rato descansando, hacer un poco de meditación, leer con una luz suficiente pero no muy intensa, y entonces tendrás sueño porque la melatonina hará su trabajo. 

—Antes mencionaba el estrés, ¿cómo acorta la vida?

—El estrés mal controlado es el problema. Hemos evolucionado para tener estrés, para escapar de un lobo o para luchar. Eso es una respuesta física. Tenemos una adaptación del estrés de cientos de miles de años para respuestas poco frecuentes, porque el lobo no venía todos los días. Ahora, el estrés te lo provoca una vecina a las cuatro de la mañana todos los días y con ella no tenemos una respuesta física, sino que vamos al juzgado y le ponemos una denuncia. Es decir, no hemos evolucionado para el estrés que tenemos. Por eso, o aprendemos a controlarlo o nuestras hormonas van a operar en nuestra contra y nos van a subir el azúcar cuando no hace falta. Hemos evolucionado para unas reacciones orgánicas que no son las que tenemos y eso acorta la vida. La solución es aprender a controlar el estrés, que no te controle a ti. 

—¿Cómo nos beneficia el ejercicio en materia de envejecimiento? Insiste en que debe ser variado. 

—Cada vez hacemos menos ejercicio. Y aquí hay varios aspectos. Primero, debemos hacer un ejercicio específico para la persona, que debe ser multicomponente: musculación, aeróbico, de equilibrio y social. Mejor en grupo. Además conviene integrarlo en tu vida. Si hay dos pisos, no cojas el ascensor de ninguna manera. Vete andando al trabajo si es posible, o en bicicleta. Eso se llama ejercicio oculto y es muy sustancial. Yo, por lo menos, subo cuatro pisos al día. Una vez di una charla hablando del ejercicio, y al salir, todos los asistentes cogieron la escalera mecánica. Les tuve que hacer una foto. 

—Respecto a la dieta, dice que el problema principal es que en la actualidad comemos demasiado. ¿La moderación nos ayuda a vivir más?

—Sin duda. La moderación dietética, concretamente. Se llama restricción calórica, que se basa en comer poco pero incluyendo todas las vitaminas, minerales y proteínas. Eso sí, hay que tener mucho cuidado para no desnutrirse. El 40 % de la población de Europa de más de 65 años está desnutrida de proteínas. 

—¿Qué claves son esenciales en materia de nutrición?

—Si tiene la tensión alta, haga una comida de fruta al día. Es ideal. Coma despacio. Aumente la ingesta de pescado en comparación a la carne, aunque esta se puede seguir comiendo. Evite los alimentos muy dulces, pero no demonicemos el azúcar del azucarero. Por una cucharadita en el café no pasa nada, el problema es el refresco, que tiene el azúcar equivalente a siete sobres. Y, por último, no hace falta hacer cinco comidas al día.

—¿Qué papel juegan las relaciones sociales en el envejecimiento?

—Las relaciones dan plenitud a la persona y bajan el estrés. Ahora hay personas que le llaman a las tóxicas, una expresión afortunada, porque te vacían la piel. Pues hay que separarse, plácidamente, de ellas. Y en el trabajo hay que hacer es aumentar al máximo la creatividad.  Aquí en Valencia he visto a señores que se ponían en fila para coger una naranja, la cogían, la metían en un papelito y la dejaban en un sitio. Así ocho horas. Y hoy eso lo hace un robot. Ahora, un señor que planta una alcachofa y sale también tiene un trabajo creativo.  Se puede ser creativo en muchas artes y oficios, y eso llevará a más efectividad. 

—Recomienda no madurar pensando que seremos una carga en el futuro. 

—Claro. Tenemos que cuidarnos al máximo, hacerlo es algo altruista para que la dependencia se pueda disminuir y casi evitar. Las personas mayores tienen un enorme tesoro y hay una cosa que se ha olvidado: la herencia cultural que transmiten a sus descendientes. La gente piensa más en el dinero que en esta herencia, y es algo extraordinariamente importante para ser feliz. Las personas mayores son las encargadas de transmitirla. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.