Borja Quiroga, nefrólogo: «Los arándanos ayudan a prevenir las infecciones de orina»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Borja Quiroga, médico especialista en Nefrología.

El especialista señala que seis millones de españoles tienen una enfermedad renal «y la mitad no lo saben»

28 nov 2024 . Actualizado a las 13:38 h.

Los riñones son tan importantes como desconocidos. Asociados, tradicionalmente, a ser la depuradora de los desechos del organismo, su función es mucho más sistémica de lo que se piensa. Su mejor o peor estado guarda relación con la vida saludable de sus dueños. «La nefrología es una especialidad completamente desconocida. De hecho, en el momento de elegir una, mucha gente se pensaba que me iba a necrología», cuenta Borja Quiroga, nefrólogo en el Hospital Universitario de la Princesa, de Madrid, y que junto al chef con una Estrella Michelín, Miguel Cobo, publica Por mis riñones que hoy como bien (Rosamerón, 2024). 

—House era nefrólogo. Peculiar, pero nefrólogo. 

—Efectivamente. Pero luego la gente no tiene conocimiento de cómo tiene su riñón, que al final es lo interesante. 

—Si mirásemos a los riñones, ¿qué veríamos?

—Los riñones son dos habichuelas de 10 u 11 centímetros que tenemos en la parte detrás de la espalda, en la parte baja. Por eso muchas veces se confunde el dolor de espalda con el dolor de riñones. Ambos tienen continuidad con dos órganos bastante conocidos, uno es el hígado en el lado derecho y otro es el bazo. 

—¿Qué hacen por nosotros más allá que eliminar esas sustancias que nos sobran? En el libro explica que tienen implicaciones a todos los niveles. 

—Eso es, el riñón es conocido por ser la depuradora del cuerpo y a los nefrólogos eso se nos queda como un poco corto. El riñón tiene capacidad para recibir 180 litros de sangre al día y convertirlos en solo dos de orina, más o menos. Esos dos litros son los que eliminamos durante 24 horas, los desechos, las cosas que son tóxicas para el organismo. Por eso cuando a uno no le funciona el riñón necesita diálisis para poder sobrevivir y que no le suba el potasio, que no le suba la urea, que no le suba el fósforo, elementos que son malos. Sin embargo, el riñón tiene funciones muchísimo más sistémicas e, incluso, interesantes que eso. Por ejemplo, regula la anemia. En el riñón se sintetiza la famosa EPO, la eritropoyetina, la de los escándalos del dopaje de los ciclistas. Cuando tenemos hemoglobinas bajas, se activa la síntesis de eritropoyetina y le da  la señal a la médula ósea para que sintetice glóbulos rojos. De ahí, que los pacientes con enfermedad renal crónica tengan más anemia. El riñón también regula la calcificación de los huesos, porque regula el calcio y el fósforo. Esto está relacionado con la osteoporosis. De hecho, los pacientes en diálisis tienen el fósforo alto y el calcio bajo, lo cual es malísimo para sus huesos. Además, tienen una función maravillosa porque alberga la proteína de antienvejecimiento, que se llama cloto, que se sintetiza en el riñón. Es más, cuando tenemos una enfermedad renal, se reduce. Pero también disminuye en otras circunstancias, como cuando comemos comida ultraprocesada que tiene mucha carga de fósforo. Y esto es muy interesante, porque las personas que tienen el cloto bajo sufren un envejecimiento acelerado. 

—¿Qué es un envejecimiento acelerado?

—Consiste en el envejecimiento de los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de tener eventos cardíacos como ictus o infartos. El descubrimiento del Cloto fue muy interesante. Un científico, en el año 2009, hizo un knock out. Esto significa que cogió ratones y sin querer les quitó Cloto, el gen de Cloto. Esto hacía que no lo desarrollasen. Pasaron de vivir tres años, que es lo normal, a tres meses y a morirse de viejos. Ahí empezó a investigarse esta proteína tan importante que, incluso, funciona como hormona y que se sintetiza en el riñón. Esto es algo muy interesante y desconocido, que nos permite ver cómo la salud de los riñones y la enfermedad renal le tiene que interesar a todo el mundo, no solo a los pacientes. Mantener los niveles de cloto normales te asegura no envejecer. 

—Tenemos dos riñones, pero solo un corazón, ¿por qué?

—Es una cuestión evolutiva, por la sobrecarga de funciones que tienen los riñones y la complejidad de las mismas. Lo que pasa es que el riñón, al ser un órgano muy importante, tiene mucha capacidad de regeneración. Esto quiere decir que, si nosotros nos quedamos sin un riñón porque hacemos una donación, porque tenemos un tumor o porque nacemos con uno solo, el otro tiene la capacidad de hipertrofiarse. Significa que crece tanto en tamaño como en función y alcanza el funcionamiento pleno como si tuviéramos los dos. Es como un avión que tiene dos motores, pero si se estropea uno, el otro puede compensar la función. Así que en este sentido sería como un avión, ¿por qué tiene dos? Para asegurar la función. 

—¿Qué aspecto es el más preocupante de la enfermedad renal? 

—El problema de la enfermedad renal, a día de hoy, es que no la detectamos. Todos los años se publica la Global Burden Disease, una estadística que toma 200 millones de personas de prácticamente todos los países del mundo y analiza las causas de muerte y pronostica lo que va a pasar a 10, 20, 30, 40 años. Para el 2040, la enfermedad renal será la tercera causa de muerte en España, por encima de los cánceres. Y esto, probablemente, se debe a que no se está diagnosticando ni tratando. Es más, el dato horrible es que de las diez causas de muerte más comunes en el 2040, la única que se estima que crecerá es la renal. Vemos que en España, de los seis millones que tienen enfermedad renal, solo lo saben la mitad. Y es paradójico, porque diagnosticarla vale 1,10 euros, que es lo que cuesta sacar una muestra de sangre con una creatinina y una de orina para ver si la persona está perdiendo proteínas por la orina. Esto se podría hacer en cualquier momento, pero no se hace. De hecho, no hay ni un programa de cribado, como se puede hacer en los tumores o como se puede hacer en las enfermedades pulmonares. Llevo diciendo muchos que hacer un screening anual a población mayor de 30 o 40 años sería fundamental, pero nadie me hace caso. 

—Entiendo que un diagnóstico precoz supondría un abordaje más efectivo. 

—Claro. Fíjate, ahora tenemos un montón de tratamientos muy novedosos que si se aplican cuando el paciente tiene una enfermedad renal muy temprana podemos conseguir que entre en diálisis 20 años más tarde de lo que le tocaría. Esto, para mucha gente, es morirse sin necesidad de llegar a ello. Sabemos que en una etapa precoz de la patología, el paciente no tiene síntomas; cuando aparecen, ya está avanzada. 

—¿Cómo es el proceso por el que los riñones comienzan a fallar?

—En una enfermedad renal tenemos dos causas principales. Una son las enfermedades sistémicas, las generales. A la cabeza está la diabetes, pero también puede ser la hipertensión, o algunas autoinmunes como el lupus. Y luego tenemos las enfermedades primarias del riñón. Dependiendo de si es una causa u otra, el fallo se manifiesta de una manera u otra. Si dejamos escapar muchas proteínas por la orina,  el primer síntoma será que nos hinchemos. Empiezan a aparecer edemas en las piernas, en los párpados, acumulamos líquido. Si nos falla el filtrado, los síntomas tardan mucho más, y aparacerán cuando el riñón funcione a un 15 o 20 % de su capacidad. Se manifiesta con síntomas de mucho cansancio, picor, pérdida de apetito o náuseas. Con analítica concreta, podemos ver alteraciones de la hemoglobina, del fósforo, del calcio, anemia o aumento de la tensión arterial. 

—La Escala de Bristol contribuye a determinar la salud de una persona en base a la forma y color de sus heces. ¿Sucede lo mismo con la orina?

—En general, no. Es cierto que si la orina tiene un olor muy fuerte, es maloliente puede traducirse en una infección de orina, un episodio agudo que puede tener cualquier persona. Y más que el color, es cómo es el tipo de orina. Cuando nosotros perdemos muchas proteínas, que suele ser albúmina lo que se pierde, es que como tienen cargas negativas aumenta mucho la espuma. Como sucede si echamos detergente en el váter y tiramos de la cisterna. Así que si una persona hace pis —y así se lo explicamos a los pacientes— y su orina tiene espuma que no desaparece, como la cerveza, significa que está perdiendo proteínas. En cuanto al color, lo más significativo es que si la orina está teñida de rojo Coca Cola, es probable que la persona esté perdiendo glóbulos rojos, algo que no debería pasar. Esta sería la manera de ver si tienes una enfermedad renal, solo que a veces, las patologías impactan en el filtrado y esto no tiene ningún tipo de repercusión como tal. 

—La Sociedad Española de Nefrología estima que un 50 % de la población femenina tendrá, al menos, un episodio de infección de orina a lo largo de su vida. Dado que el libro habla de nutrición, ¿tomar arándanos sirve para algo?

—Sí, es decir, su consumo está recogido en las guías médicas. Los arándanos se han recomendado porque hay ensayos clínicos que demuestran que previenen las infecciones. No es que las traten, ojo, para eso se tiene que recurrir al antibiótico. Pero para prevenirlas, el concentrado de arándanos o el zumo convencional en su defecto son capaces de despegar la bacteria de toda la vía urinaria y eliminar por la orina. La clave es que no se queden ahí ancladas y nos acaben produciendo la infección. Esto no es una cosa universal, pero dentro de las acciones preventivas, tomarte unos arándanos no cuestan nada y parece que sí reduce el número de episodios al año. 

—¿Cuánta agua debe beber una persona?

—Los famosos dos litros al día es un mega mito. La OMS recomienda beber entre cuatro y seis vasos al día, lo cual a mí me parece un error, porque el riñón es completamente autónomo e inteligente como para saber el agua que necesitas. Y me explico, si yo me acuesto por la noche y no bebo nada de agua, cuando me levanto por la mañana, la orina será concentrada, como corresponde, porque mi riñón sabe que no estoy bebiendo agua y es capaz de retener todo lo que necesita, dejando un poquito algo residual para eliminar tóxicos que tenga que eliminar. Si me pongo a beber mucha agua ahora, la orina va a estar muy diluida y, por tanto, va a ser muy blanquita o muy transparente. El riñón tiene capacidad para saber cuánto tiene que orinar. ¿Qué pasa cuando alguien bebe muy poco y se está quedando deshidratado? Que el riñón sabe que con muy, muy, muy poca orina no es capaz de eliminar los tóxicos porque no los puede concentrar tanto y activa un estímulo muy importante que es la sed. En términos generales, la sed es lo que nos debe guiar para beber. Lógicamente, hay excepciones, como pacientes con enfermedades renales. Lo que quiero decir es que no existe una medida universal. 

—¿De qué manera afecta el alcohol a los riñones?

—Es un tema controvertido. El consumo saludable de alcohol es cero. Ahora bien, aunque se ha visto que puede precipitar a que uno haga una enfermedad renal, el alcohol no es tan tóxico para el riñón como puede ser para el hígado o para el corazón. La controversia viene de la famosa copa de vino que se recomendaba por esa capacidad antioxidante de los taninos y todos estos compuestos no alcohólicos derivados de la uva. Hoy en día sabemos que no es verdad, por eso recomendamos que no se beba alcohol. Otra cosa es que tú, como persona independiente, sepas los riesgos y te quieras tomar una cerveza o una copa de vino. Pero nuestra recomendación es un consumo cero. 

—¿Y la hipertensión?

—La asociación es clarísima. La hipertensión es la segunda causa de enfermedad renal en el mundo después de la diabetes. Un mal control tensional se asocia al desarrollo de enfermedad renal y a una progresión más rápida de la enfermedad renal, sea cual sea la causa. Es decir, la hipertensión da enfermedad renal, pero si tienes enfermedad renal por otra causa y estás hipertenso, te va a ir peor. De hecho, los objetivos de tensión arterial en el paciente con enfermedad renal son más bajos que en la población general. En casi todos los pacientes, tenemos que intentar estar en torno a los 12 y 8 de tensión, porque sabemos que eso beneficia la salud de los riñones. 

—Las dos primeras causas de enfermedad renal son la diabetes y la hipertensión, ambas muy relacionadas con la dieta y el consumo de ultraprocesados. ¿Cómo influye la alimentación en los riñones?

—Es completamente vital. De hecho el objetivo de escribir este libro era recordar a todo el mundo que antes de empezar a poner fármacos para todo, nos deberíamos sentar con los pacientes y explicarles qué es lo que deben comer. Tú lo has mencionado, mencionas,  los ultraprocesados son ricos en fósforo y en sal. No hay ninguna duda de que eso impacta negativamente en el riñón. De hecho sabemos que un paciente que es hipertenso y que cumple una dieta baja en sal, no tiene obesidad, no fuma, no toma alcohol y hace deporte, su presión arterial puede bajar hasta 20 milímetros de mercurio. O sea, más que los fármacos. Fíjate si los hábitos saludables son importantes. Y solo con alimentación y comiendo sin sal, la presión puede bajar entre 5 y 6 milímetros de mercurio. Eso hace que algunos pacientes diagnosticados de hipertensión dejen de serlo y por tanto no desarrollen enfermedad renal. Hasta ese punto influye nuestra dieta.

—¿Cómo se plantea en consulta renal?

—El problema que tenemos es que como el riñón filtra potasio, fósforo o sodio, entre otros, cuando uno tiene enfermedad renal lo empieza a acumular en la sangre. Hasta hace unos años, estábamos acostumbrados a decirle al paciente lo que no podía hacer, y esto involucraba muchas cosas. El potasio está en muchos alimentos saludables, por ejemplo, y era un error. Le decíamos al paciente que no podían tomar frutas, verduras, que tenía que cocer dos veces las patatas, que debía evitar los frutos secos o el tomate. Son cosas saludables y siempre se lo prohibimos sin darle alternativas. Ahora sabemos que tenemos que intentar dar consejos nutricionales directos, mucho más sencillos, e incluso técnicas o recetas, que es lo que hemos querido plasmar en el libro. Eso sí, esto sirve para el enfermo renal y para la población general que quiera cuidar sus riñones. Ahora sabemos que la dieta mediterránea, como no puede ser de otra forma, es la más saludable para el riñón. Y luego, teniendo en cuenta que podríamos hacer analíticas casi todos los días si queremos saber si a un paciente le ha subido el potasio, o el fósforo, centrarnos en cosas más concretas para reducirlo y educar. Por ejemplo, si hace unas judías verdes, que no deje de comerlas, pero que la esponja unas horitas antes en remojo para quitarles ese exceso de potasio. 

—¿Cómo afecta el fósforo?

—En términos generales, todo lo que tiene fósforo inorgánico, fósforo aditivo, es muy malo para el riñón y para el cuerpo entero. El exceso de fósforo, que además ya hemos dicho que disminuye el cloto, se une al calcio en la sangre y se deposita donde se produzca esta unión. Esto suele ser en un vaso sanguíneo. Si se deposita fósforo y calcio en un vaso sanguíneo, es un factor precursor de tener un evento. Por ejemplo, si esto pasa en la coronaria, de un infarto; en una pierna, de que haya falta de riego en esa extremidad; y en la cabeza, de un ictus. Y esto es importante para el que tiene enfermedad renal, como para el que no. Para mí, el fósforo es el elemento que pondría en rojo. Lo tiene todo lo que sea ultraprocesado, que tenga conservantes, todo aquello que dejemos al aire libre y aguante un par de meses, porque el fósforo es un gran conservante. También está presente en cosas con un sabor muy intenso, por ejemplo, las pastillas de avecrem o las sopas de sobre se basan en un exceso de sal y de fósforo, por eso se le prohíbo a mis pacientes. Por supuesto, las patatas fritas de bolsa, o bebidas azucaradas. 

—¿Y el magnesio?

—Forma parte de debate en la actualidad. Es un mineral que impacta en el desarrollo de los huesos, en la mineralización y en el desarrollo muscular cuando está en niveles mínimos. En gente que tienen niveles normales, suplementar con magnesio no tiene ningún sentido. Otra cosa es que no tengas suficiente, como sucede a veces en la enfermedad renal. De forma general, en el cuerpo tenemos unos 25 gramos de magnesio, que nos lo aporta una dieta mediterránea y saludable. 

—Otro tema al que presta atención en el libro es al consumo de proteína, que cuando es excesivo afecta a los riñones. En la actualidad, existe una tendencia a enriquecer muchos productos con ello. 

—Totalmente. En la enfermedad renal, como tenemos riesgo de perder proteínas,  tenemos que ser cautos a la hora de tomar un exceso. El problema de no tomar suficiente es que los pacientes se desnutren, un estado que no queremos alcanzar. Cuando hablo con mis pacientes, me gusta recomendar una cantidad en función de su peso, ya que una persona que pesa cien kilos no tomará la misma cantidad de proteína que alguien que pesa 60. En principio, las personas que no tengan ningún problema de riñones, que no sean sedentarios, pueden alcanzar perfectamente los 1,5 hasta 2 gramos por kilogramos de peso. Las que busquen un desarrollo muscular y hagan un ejercicio de alta intensidad, pueden alcanzar los tres gramos. Pero bueno, cuando pasamos de 2 o 2,5 gramos por kilo al día, tenemos que tener un poco de control estricto, sobre todo de las proteínas que perdemos por la orina.

—Insiste en el poder de la nutrición, ¿qué hay de otros hábitos como evitar el hábito tabáquico o el ejercicio?

—Es tremendo. Ahora hay un desarrollo de pensamiento en el deporte, que a mí me encanta. El ejercicio cardiovascular, como puede ser salir a correr, a andar en bici o ir a nadar, es saludable. Y de esto se recomienda, como mínimo, unos 150 minutos a la semana, que dan igual si los haces el fin de semana o los divides en cada día. Pero a esto se suma, que haya unos 45 minutos de ejercicio isométrico, es decir, de contracción muscular, como por ejemplo, el uso de pesas. Cualquier cosa que exige una contracción, porque hay señales que salen del músculo, unas proteínas llamadas mioquinas, que son capaces de dar señales al corazón y al riñón beneficiosas en su desarrollo. Sabemos que los pacientes que tienen sarcopenia, es decir, que pierden músculo porque no hacen ejercicio —que a nosotros nos pasa mucho en diálisis, por ejemplo— fallecen antes. Así que el deporte es esencial, para todo el mundo, pero siempre añadiendo algo de ejercicio isométrico. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.