Silvia Fonseca, odontóloga: «Es habitual que el mal aliento se deba a la enfermedad de las encías»
VIDA SALUDABLE
La experta señala que, además de realizar el cepillado tres veces al día, es imprescindible limpiar a diario el espacio entre los dientes, la lengua y las mucosas
19 nov 2024 . Actualizado a las 13:56 h.Silvia Fonseca (Oviedo,1987), odontóloga especializada en cirugía, implantología y periodoncia, es una de las premiadas por los Doctoralia Awards en Galicia. Ejerce en la Clínica Dental Balaídos, en Vigo. En conversación con La Voz de la Salud, insiste en el cuidado básico de la boca para evitar las dolencias más habituales como las caries o la enfermedad periodontal y recuerda que esta higiene no solo implica cepillado, sino también el uso de hilo dental.
—¿Cuáles son los problemas más habituales que ves en consulta?
—Lo que más vemos son las caries y, sobre todo, la enfermedad periodontal. Estos dos son los problemas más básicos y generalizados en toda la población. Precisamente, a raíz también de la enfermedad periodontal, mucha gente nos llega con pérdidas de dientes, ya sea una sola pieza o, en los casos más graves, varias.
—¿Cuál es la causa más habitual de uno y de otro?
—Tanto las caries como la enfermedad periodontal se producen por una serie de bacterias que tenemos en la boca. Con la caries, el problema llega cuando hay una mayor proliferación de este patógeno, que tiene lugar cuando tenemos una dieta rica en azúcares, porque las bacterias se alimentan de estos hidratos y generan unos ácidos que deshacen el diente. De ahí, la lesión cariosa. Y la enfermedad periodontal se debe a otro tipo de bacteria, pero tiene un origen más multifactorial. Hay distintas variables que causan un cambio de bacteria en la boca, relacionado con los malos hábitos de higiene, el consumo de alcohol o el tabaco. La gente fumadora va a tener siempre más propensión a tener un grado más grave o severo de esta enfermedad. Finalmente, hay un factor genético que influye. Normalmente, cuando cuadran varios de estos factores, aparece la enfermedad. Normalmente, suele ocurrir tirando hacia la edad mediana del paciente, a partir de los 40 o 50 años, aunque también vemos casos en gente joven. Esta enfermedad hace que las bacterias vayan degradando el hueso y la encía que soportan los dientes, las piezas se van moviendo y en casos extremos se pueden perder.
—¿El daño es progresivo?
—Sí, normalmente el signo clave que vemos en la enfermedad periodontal es la gingivitis: que las encías estén rojitas, empiezan a sangrar, sobre todo, cuando nos cepillamos. También que sangren de la nada, sin causa aparente. Eso es un claro indicativo de que esa inflamación puede evolucionar a una enfermedad periodontal. Si no lo controlamos, puede avanzar hacia estadios más graves. La caries, en cambio, es más difícil de detectar, porque cuando duele ya está avanzada. Antes podemos ver un cambio en el color del diente, como una especie de mancha. El tiempo que tarda en desarrollarse es variable. Hay lesiones que son pequeñas y se mantienen en el tiempo, y otras que van más rápido.
—¿Qué hábitos de la gente dañan los dientes?
—El principal es la falta de una buena higiene que, después, se asocia a otro problema como un consumo elevado de azúcar, de alimentos muy pegajosos, el hábito de fumar, y también se asocia al alcohol. Pero es un tema de mala higiene que, cuando se asocia a otras prácticas, se agrava mucho más. En el caso de la enfermedad periodontal también se asocia a otras enfermedades, por ejemplo, la diabetes. Los pacientes con esta patología tienen una mayor propensión a tener enfermedad periodontal. Por eso convendría tenerlos un poco más controlados. También, cada vez, hay más médicos que son conscientes de ello y nos los derivan. Otros con un mayor riesgo de enfermedad periodontal son los enfermos del corazón.
—¿La gente es consciente cuando tiene una enfermedad bucal? Todos hemos escuchado que un dolor de muelas es el peor.
—Muchas veces no. En varias ocasiones me ha pasado que cuando le explicas a un paciente que tiene una enfermedad periodontal se sorprende, se preocupa y ni se lo imagina. Hay otros que sí, que en cuanto notan un signo de alarma, ya vienen a mirarlo. Muchas veces te dicen que le sangraban las encías, pero no le daban mayor importancia.
—¿Cuál es el abecé del cuidado de la boca?
—Lo ideal es hacer un cepillado tres veces al día, ya sea con cepillo manual o eléctrico. Y luego, una vez al día, hay que limpiar entre los dientes. La limpieza interdental es imprescindible. Se puede realizar con seda dental o con los cepillos interproximales, pero es muy importante, porque está demostrado, que cuando nos lavamos los dientes, se queda bastante suciedad en el medio. Además, no nos olvidemos de limpiar la lengua y las mucosas. Esto sería lo básico.
—¿Se quedan restos de comidas o bacterias?
—Claro, se quedan bacterias. Es decir, entre los dientes no hay un sellado completo, sino un pequeño espacio para que también fluya la saliva, por ejemplo. Pero, si no se limpia bien ese espacio, porque el cepillo no llega, pueden acumularse bacterias que nos provoquen una caries interdental o un problema periodontal.
—No menciona el enjuague bucal.
—No, porque es un complemento, es una ayuda, pero no sustituye ni el cepillado ni la higiene interdental.
—¿El blanqueamiento dental es una opción útil?
—El blanqueamiento dental se produce por una oxigenación a nivel de esmalte con un producto de peróxido, de carbamida, a una concentración determinada, y con ello conseguimos quitar esa coloración más amarillenta. Se puede hacer en clínica, lo que implica sesiones más largas y concentraciones mayores, y luego también tenemos una opción para hacerse en casa, donde le damos el producto al paciente, que son unas células que se colocan idealmente mientras dormimos, a una menor concentración. Ambos procesos están controlados por un profesional.
—¿Funcionan las pastas blanqueadoras?
—Normalmente, tienen una especie de granito, un poco más grueso, que lo hace más eficaz a la hora de reducir manchas superficiales. Ahora bien, no son eficaces a la hora de blanquear como tal. Para que se perciba una diferencia, habría que hacerlo pautado por un profesional y en consulta.
—¿El mal aliento está más relacionado con la boca o con el intestino?
—Normalmente el mayor porcentaje de halitosis es producido por la boca; hay un pequeño porcentaje que es producto de ese reflujo a nivel digestivo. Lo más habitual es que se deba a la enfermedad periodontal, ese cambio bacteriano que hace que las bacterias sean un poco más agresivas. Por así decirlo, las bacterias se meten en los recovecos más profundos y producen desechos sulfurosos, que son los que provocan ese mal alimento. Es producto de su alimentación, de su metabolismo. Así que, en muchas ocasiones se debe a la enfermedad periodontal, y en otras es debido a la mala higiene de la boca también.
—¿Cuál es el momento ideal para la ortodoncia?
—Cuanto antes cojamos el problema, mejor. Es decir, no nos va a limitar que el paciente tenga treinta o cuarenta años, pero si lo podemos coger en la edad infantil, mejor. Lo que más solemos ver, ya en la dentición de leche, es alguna mala oclusión, que los dientes no engranen como deberían, un problema de espacio en los dientes de leche, que estén muy apiñados o que no haya mucho espacio, o una una discrepancia de ambos huesos maxilares.
—En redes sociales, hay vídeos publicados por odontólogos donde analizan las tendencias estéticas más actuales. En especial, el uso de carillas con un aspecto artificial.
—Sí. A mí me gusta más una estética que tienda a un aspecto natural ¿Qué sucede? Que cada vez vienen más pacientes que nos demandan esa estética de dientes muy rectos y muy blancos. Intentamos explicarles que, muchas veces, la belleza no está en la perfección, porque al final, nosotros no somos idénticos en el lado derecho e izquierdo. O el color del esmalte, porque al final, los dientes no son tan blancos, tan perfectos, nadie los tiene así de nacimiento. Pero bueno, sí que es lo que la gente nos pide, sonrisas muy blancas y muy rectas. Así que hay que llegar a un acuerdo entre lo que ellos quieren y lo que queda bien.