Fernando Azpiroz, investigador: «No se sabe por qué la comida produce distensión abdominal»
VIDA SALUDABLE
Tras veinte años estudiando los mecanismos que provocan que a los pacientes se les hinche el vientre, viene de publicar en la revista «Gastroenterology» que este signo podría aliviarse a través de unas sencillas técnicas y sin necesidad de fármacos
20 oct 2024 . Actualizado a las 17:23 h.La distensión abdominal es un fenómeno tan común como molesto. El 80 % de los trastornos digestivos presentan entre sus signos esta hinchazón característica. No solo afecta a aquellas personas que en algún momento han tenido que recurrir a las consultas de digestivo, se trata de algo muy común también entre la población general. Pero, ¿y si se pudiese corregir mediante unas técnicas tan sencillas como efectivas que no implicasen tratamiento farmacológico? Fernando Azpiroz lleva trabajando en esta posibilidad dos décadas. Especialista en aparato digestivo, es investigador del Instituto de Investigación Vall d'Hebron (VHIR), miembro del cuerpo científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (Ciberehd) y forma parte del departamento de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona. Junto a sus colegas Elizabeth Barba, Dan M. Livovsky y Anna Acarino, viene de publicar en la prestigiosa revista Gastroenterology los resultados de su último estudio, en el que han visto que con una serie de ejercicios que ponen a trabajar nuestro abdomen, los pacientes mejoran sus problemas de distensión abdominal.
—¿Qué es lo que han visto?
—Lo que hemos hecho supone un paso más en una línea de investigación en la que llevamos trabajando más de veinte años. La distensión abdominal, que el vientre se hinche, es algo muy frecuente en la población general; especialmente entre los pacientes que acuden a la consulta de digestivo. No se sabía por qué ocurría esto, pero la idea inicial era que estas personas podrían tener acumulación de gas dentro del intestino. Hace ya años que, a través de varios estudios, demostramos que esta hipótesis no era cierta. En cambio, vimos que estos pacientes, sin que se den cuenta, contraen el diafragma.
—Pero el diafragma lo contraemos todos, por ejemplo al respirar, ¿no?
—El diafragma es una cúpula muscular que separa el pecho del abdomen. Parte de su función es la respiración. Pero si el diafragma se contrae de manera patológica, baja como un émbolo empujando el contenido abdominal hacia abajo y hacia fuera. Vimos que la contracción del diafragma, y no la presencia de gas, era el mecanismo principal de la distensión abdominal. Muchos pacientes, después de comer o por otros factores desencadenantes como el estrés, hacen de forma inconsciente este tipo de contracción. Hemos visto que esta contracción del diafragma se puede prevenir o revertir enseñando a los pacientes cómo movilizarlo. Inicialmente lo probamos con electromiografía, pero resulta una técnica compleja y poco útil para la práctica clínica. En este estudio, hemos cambiado de técnica. En vez de medir la actividad de los músculos como hace la electromiografía, medimos el movimiento del vientre y el pecho con cinturones de pletismografía de inductancia, que registran el perímetro del abdomen y el tórax. Enseñándole a los pacientes a coordinar estos movimientos, aprenden a evitar la contracción del diafragma y, por tanto, la distensión. Lo más importante de este estudio es que el movimiento del pecho y el abdomen nos sirve para enseñar a los pacientes a evitar la distensión.
—Y esto, ¿nos va a servir para...?
—Se nos abre la posibilidad de corregir la distensión abdominal de una forma mucho más sencilla. Hemos empezado otro trabajo para desarrollar una técnica para corregir la distensión, simplemente con darle instrucciones al paciente para, pueda mover el vientre y el pecho de forma coordinada. Si se demuestra que funciona, puede resultar muy útil. Hablamos de algo que se podría aprender fácilmente; que se puede enseñar al paciente sin necesidad de ningún tipo de instrumental. El estudio que se ha publicado, supone un paso intermedio clave al demostrar que se puede utilizar el movimiento del vientre y del abdomen para las técnicas de biofeedback, aplicadas a la corrección de la distensión abdominal. Esto abre la puerta a que, quizás, simplemente guiando el moviendo el pecho y el abdomen de forma manual, podamos obtener los mismos resultados sin necesidad de un equipo específico.
—Repetidamente en su estudio mencionan ese eje intestino-cerebro, de la presencia de la distensión en pacientes afectados con trastornos funcionales del sistema digestivo como el intestino irritable. ¿Realmente está clara esa conexión?
—Esto se puede ver muy fácil. Hay una proporción relativamente grande de estudiantes a los que el estrés de los exámenes les produce diarrea. Es un ejemplo sencillo y común que podemos ver en la población general. Hay una relación entre el cerebro y el aparato digestivo muy clara. En algunos pacientes esta relación está exacerbada y se dispara más fácilmente. La principal causa de estos síntomas es que estos pacientes tienen una hipersensibilidad en su aparato digestivo. Es decir, un estímulo que suele pasar desapercibido o que se percibe de forma agradable en la mayoría de la población, como es el caso de la comida, en estos pacientes dispara descargas nerviosas del aparato digestivo al cerebro que producen síntomas. Puede ser una sensación de saciedad precoz, plenitud y opresión. Es decir, el mecanismo más importante de producción de síntomas en pacientes con alteraciones del eje intestino-cerebro es la hípersensibilidad del tubo digestivo.
—Pero ante este tipo de trastornos, y vuelvo al intestino irritable, siempre ha habido ciertos problemas a la hora de objetivarlos. Eso ha llevado a retrasos diagnósticos e incluso a que no fuesen tomados en serio.
—Si hay algo que hemos visto a través de distintos estudios, es que los pacientes distinguen claramente entre distensión abdominal objetiva, sensación de plenitud o presión abdominal. Mientras que la sensación es subjetiva, los pacientes que se quejan de distensión presentan un aumento objetivo, medible, del perímetro abdominal. Hasta ahora ha habido mucha confusión entre la sensación de opresión y la distensión objetiva, pero si preguntas al paciente, te responden sin duda alguna. Nuestra experiencia indica que los pacientes que refieren distensión visible y objetiva, son creíbles; que su queja que es real. Hemos recogido datos en más de cien pacientes que han venido refiriendo distensión y, al hacerles TAC y electromiografía, se pudo ver claramente que era real. Y en estos mismos pacientes demostramos que la distensión no se debe a un aumento del contenido intestinal, por ejemplo gas, sino a una contracción del diafragma.
—¿Esto que han visto a qué patologías podría ayudar?
—Puede ser útil para cualquier paciente que acuda a consulta porque que se le hincha el vientre. La distensión es muy frecuente en pacientes con alteraciones de la función digestiva, aparece en el 80 % de los casos. Pero es también un signo muy frecuente en la población general. Muchas mujeres refieren distensión abdominal, relacionada con el ciclo menstrual, el estrés o el cansancio.
—Llama la atención la muestra de su estudio, con una proporción seis mujeres afectadas por cada hombre, ¿ellas la padecen más?
—Sí, es algo que sabemos. No solo con relación a la distensión, sino que en general estas alteraciones digestivas funcionales, estos problemas en el eje intestino-cerebro, son más frecuentes en mujeres que en hombres. No se sabe la causa, pero está bien comprobado en distintas culturas y países. Las mujeres tienen más susceptibilidad a padecer este tipo de síntomas que los hombres. Sin embargo, no se han encontrado diferencias en los mecanismos de los síntomas en hombres y mujeres.
—¿Qué más factores?
—La distensión es un reflejo condicionado, pero no sabemos por qué los pacientes empiezan a hacer esto; cuándo y cómo ‘aprenden' a hacer esta distensión. Tampoco cuáles son los mecanismos que la disparan, pero una cosa muy frecuente es que pase después de las comidas. Hay otros factores como el estreñimiento. Los pacientes estreñidos son más susceptibles a tener distensión y si se les soluciona este problema, en gran parte de los casos, se alivia o incluso de resuelve también la distensión. Al cargarse más la parte digestiva, la susceptibilidad aumenta. Los pacientes también suelen referir el estrés y el cansancio como factores desencadenantes, pero la comida es el factor más reconocido, el más referido por los pacientes como causante de sus problemas.
—Y estos pacientes más sensibles, ¿podrían mejorar su situación evitando algún alimento?
—Lo cierto es que no se sabe por qué la comida produce distensión, pero posiblemente estos pacientes al comer, notan síntomas de plenitud o de opresión y contraen involuntaria del diafragma. Esto es una elucubración, no se sabe cuál es la realidad, pero los datos que tenemos sugieren que el mecanismo es este: la percepción se síntomas hace que, sin que se den cuenta, se desencadene esta contracción. Como si fuese un intento de mecanismo defensivo, pero resultando peor el remedio que la enfermedad; les resulta más molesta distensión que el síntoma desencadenante. Por eso a estos pacientes, si les tratan los síntomas con los tratamientos habituales de intestino irritable o dispepsia, muchas veces la distensión mejora. Si logramos que los pacientes no tengan síntomas, dejan de producir este reflejo condicionado.
—Según lo que dice, es probable que en no demasiado tiempo estemos recomendado como tratamiento para la hinchazón abdominal una serie de ejercicios que sustituirán a un tratamiento farmacológico, ¿cree que como pacientes estamos preparados para aceptar estos cambios?, ¿que donde antes nos daban una pastilla ahora tengamos una especie de masaje?
—Exactamente. De hecho, estamos desarrollando un material educativo que se pueda aplicar en diversos centros de una forma sencilla. El objetivo que tenemos es poder desarrollar técnicas sencillas que se puedan aplicar de una forma generalizada, sin disponer de un laboratorio con técnicas especializadas.
—Insisto, no sé si como pacientes estamos preparados para ese cambio.
—Pues mira, algunos sí y algunos no. Hay pacientes, que son lo la mayoría, que si les das una explicación clara responden muy bien al tratamiento. Hay un grupo de personas, a las que no hemos estudiado de forma sistemática por lo que esto que te voy a decir es una elucubración, que tienen comorbilidad psiquiátrica o psicológica que no sabemos cómo responden al tratamiento. No hay datos de estudios controlados sobre cómo aceptan esta explicación o cómo responden al tratamiento. Pero el paciente que no tiene este tipo de comorbilidades, si se lo explica clarito y se lo enseñas, lo acepta perfectamente.
—Y la gran pregunta, ¿en qué consisten estos ejercicios?
—Precisamente para este estudio preparamos un vídeo orientativo sobre cómo hacer estos ejercicios. De todas formas, todavía no tenemos pruebas que demuestren que los ejercicios realizados, sin una señal de electromiografía o de pletismografia de feedback, son efectivos. Estamos intentando determinar cómo habría que enseñar al paciente a hacer los ejercicios. Durante años me he resistido a dar información que todavía no esté comprobada. Llevamos veinte años con este programa y solo hemos comunicado los datos basados en evidencia experimental. Inicialmente, cuando empezamos a decir que esto era un problema diafragmático, no se lo creía nadie. El concepto de disinergia abdomino-frénica era una cosa impensable, pero en base a estudios controlados muy bien hechos, en la actualidad es un concepto totalmente admitido. Y esto es importante, porque una información que no está comprobada ni bien contrastada, pierde crédito. Esto puede tener consecuencias relevantes para los pacientes. Si se empiezan a hacer técnicas de tratamiento que no son precisas, no funcionarán. Una opción potencialmente útil, quedará desacreditada y no se implantará en la práctica clínica.