José Abellán, internista: «No basta con salir a dar un paseo, es saludable, pero no fortalece»
VIDA SALUDABLE
El experto en riesgo cardiovascular explica que la salud se fundamenta en varios pilares, entre ellos, la alimentación, el ejercicio y evitar la exposición a tóxicos
25 sep 2024 . Actualizado a las 13:13 h.Si alguien busca «José Abellán» en Google, es probable que salga el conocido cardiólogo, con medio millón de seguidores en redes sociales y que trabaja en el Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena. Pero antes nació otro José Abellán, su padre, especialista en Medicina Interna y director de la Cátedra de Riesgo Cardiovascular en la Universidad Católica de Murcia (UCAM).
Desde bien temprano, se interesó por el mundo de la salud del corazón. A principios de los ochenta, hizo un estudio epidemiológico nacional sobre la hipertensión arterial, en el que detectó, junto al equipo con el que lo realizó, grandes carencias en el tratamiento y diagnóstico de esta enfermedad. «La motivación, desde entonces, fue conocer y tratar las carencias que había en cuanto a la atención del paciente y su abordaje», recuerda.
—Entiendo que el interés se lo inculcó a su hijo cardiólogo.
—Es más famoso que yo (se ríe). Él hizo cardiología, y dentro de esta especialidad ha optado por la prevención cardiovascular. Es curiosamente la línea que yo trabajo, pero él trabaja en paralelo. Dice que yo estoy anticuado.
—¿Cómo está el corazón de los españoles?, ¿cuidan su salud cardiovascular?
—No en la medida de lo que se debiera. Realmente, creo que tenemos una alimentación que dista mucho de ser la aconsejada. Sabemos que la dieta mediterránea que nos legaron nuestros antepasados es la que mayores beneficios cardiovasculares de protección otorga, y desgraciadamente no se sigue. Nuestros hijos son muy aficionados a la comida rápida y a los refrescos, y nosotros éramos más partidarios de la buena mesa y la copa de vino (se ríe). No sabemos qué es mejor. La dieta mediterránea era una alimentación de subsistencia, basada en alimentos estacionales, con muy poco proceso, y manipulación de los alimentos. Se comía lo que había. Y además no se tomaban grandes cantidades, porque se comía para vivir y no se vivía para comer como sucede ahora, que todo lo celebramos con comida. Está demostrado que seguir este patrón disminuye las complicaciones cardiovasculares y mejora, no solamente la salud cardiovascular, sino también el cáncer o todos los parámetros metabólicos.
—Está muy convencido de que nadie la sigue.
—Sí, porque hice un estudio nacional para comprobar el seguimiento de este patrón en la población española, y curiosamente las regiones mediterráneas son las que menos las siguen. Si dábamos una puntuación de diez, sacaban un cinco pelado y era porque puntuaba mucho cocinar con aceite de oliva. Eso lo tenemos muy metido en nuestra gastronomía. El aceite de oliva virgen extra, al ser la grasa alimentaria más saludable, sumaba mucho. En Galicia tenéis la dieta atlántica, que es muy buena, es una variante de la dieta mediterránea y es prácticamente sinónimo de salud.
—En España el 23 % de la población de 15 y más años fuma a diario, y un 40,3 % de mujeres y un 32,3 % de hombres se declaran sedentarios.
—Sí. Respecto al tabaco, estamos viendo que las chicas jóvenes fuman más que los chicos. No trae nada bueno y es un factor de riesgo modificable. Y un tercer pilar, a la hora de cuidar la salud cardiovascular, es precisamente el ejercicio físico, que quizás sea el segundo en importancia. Tenemos una población que manifiestamente se declara sedentaria, que muy poca gente sigue hábitos de ejercicio a diario. Con esa radiografía que he hecho, con una alimentación que dista de ser la adecuada, con un exceso de sedentarismo, y con un tabaquismo todavía bastante introducido en la población, creo que la salud cardiovascular no es precisamente la que debería de ser. Tenemos mucho recorrido y margen de mejora.
—¿Qué peso tiene la genética en el riesgo cardiovascular?
—Hay una frase de un filósofo español del siglo XX, Ortega y Gasset, que decía: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la controlo o la salvo a ella, ella no me salva a mí». Si lo traducimos a la cardiología, tenemos una primera parte. «Yo soy yo y mi genética». Lo que me han dejado mis antepasados, que puede ser bueno, malo o regular. Puedo tener unos genes que me alteren el metabolismo del sodio y me hagan ser hipertenso en la edad media de mi vida. Pero luego está «mi circunstancia». La circunstancia es la epigenética. Es decir, la interacción con el medio ambiente. Yo puedo tener la genética que tenga, incluso mala, que si me cuido mucho, estaré retrasando la aparición de esa predisposición que tengo a desarrollar diabetes o hipertensión. Esto es muy importante, el impacto de la epigenética sobre la genética. Se ha visto la influencia de la epigenética con, por ejemplo, el ejercicio físico, que disminuye la inflamación crónica de bajo grado, lo que afecta a la metionina. Esto quiere decir que en mi base genética se van a producir unos cambios, sin necesidad de producir alteraciones en los genes, sino en la expresividad de los mismos. Si hago ejercicio puedo hacer que un gen se reprima y no me tienda a llevar hacia la diabetes. Eso está demostrado científicamente. Yo soy yo y mi genética, pero qué duda cabe de que la epigenética depende de mí.
—¿Y al revés?
—También. Si tengo una buena dotación genética, pero fumo, llevo una vida desordenada, me dedico a no hacer nada de ejercicio físico, aumento un 60 % la probabilidad de desarrollar complicaciones cardiovasculares. Esto es muy importante que la gente lo asimile, yo soy la herencia de lo que me han dejado, pero tengo un valor activo que es luchar y trabajar por mi salud. La salud es responsabilidad, en primer lugar, del paciente, no del médico que lo cuida.
—Si tuviese que hacer una lista, en orden de más a menos peso, de los factores de riesgo cardiovasculares, ¿cómo los situaría?
—El factor de riesgo cardiovascular es, ni más ni menos, un predictor de riesgo. Es cualquier circunstancia que te vaya a predisponer a desarrollar mayor riesgo en un plazo medio. Es un predictor estadístico de enfermedades. Los hay mayores por el peso en el desarrollo de las complicaciones cardiovasculares como son la cardiopatía isquémica o el ictus, entre otros. El más importante de todos es la hipertensión arterial. Tener la tensión alta ocasiona el doble de daño que el colesterol, la diabetes o que el tabaco. Por eso es tan importante mantenerla controlada. En segundo lugar está la diabetes, la alteración de la glucosa sanguínea que va a condicionar una serie de problemas metabólicos, con unas sustancias que son tóxicas para el metabolismo celular y nos van minando los riñones o arterias. Esto acelera el desarrollo del proceso denominador común de todo esto que es la arteriosclerosis. La hipertensión, la diabetes y todos los factores de riesgo aceleran el desarrollo de la arteriosclerosis en los vasos. El tercero es el tabaquismo, un factor de riesgo modificable. Luego está el mundo del colesterol, los lípidos sanguíneos. Ese es el cuarto jinete del apocalipsis, tanto el exceso de colesterol como el defecto del HDL colesterol, el llamado bueno. Y el quinto, no por ello menos importante, porque en él participan los otros, es la obesidad y el sedentarismo. Esto es tremendo porque es el factor que más crece. Tenemos una tasa de obesidad que ronda el 12 % de la población adulta española, y si a eso sumamos el sobrepeso nos vamos a un 30 %, aproximadamente. Pero lo grave de todo esto es la obesidad infantil. Estamos a la cabeza de Europa de esta condición y, claro, esto lleva de la mano a la hipertensión, a la diabetes y a la dislipemia aterogénica. Posiblemente, cuando uno habla de los factores de riesgos cardiovasculares que más daño hacen se olvida de que la obesidad también habla por parte de la hipertensión, de la diabetes y de los lípidos.
—Las lesiones de la arteriosclerosis empiezan a formarse en la edad infantil y, muchas veces, el peligro reside en que no se asocia a estas edades.
—Se inicia en la infancia. Es silente, dura algunas décadas, y cuando se manifiesta ya tiene un proceso importante a partir de los 40 o 50 años. En la mujer un poco más tarde porque vive protegida por la acción de los estrógenos, en época fértil, que son vasculoprotectores. La cuestión infantil se vio en autopsias de niños de trece o catorce años, que murieron en accidentes. Cuando se abrieron las coronarias, se vio que tenían una primera lesión que se llama estría grasa. Esto significa que ya se están depositando una placa de ateroma, en esas arterias, que a la larga van a condicionar una arteriosclerosis y una obstrucción de las coronarias. Es más, hicimos un estudio aquí en Murcia, con niños escolares que tenían sobrepeso y obesidad, y previo permiso de los padres, estudiamos su salud. Vimos que, incluso, tenían hígado graso, es el precursor de la cirrosis hepática, y tenían el grosor íntima-media carotideo aumentado ya que esas arterias empezaban a estar obstruidas. Así que les prescribimos ejercicio. Al final del curso, los que estaban en sobrepeso habían bajado a normopeso; los que tenían obesidad, a sobrepeso, y los parámetros metabólicos se habían percudido. Esto demuestra la importancia que tiene llevar una vida saludable desde la infancia.
—Me hablaba de la dieta mediterránea, pero este concepto puede quedar algo difuso. ¿En qué se basa una alimentación cardiosaludable?
—Las directrices son utilizar productos que no lleven etiqueta. Los tomates no nacen con etiqueta en los huertos. Cuanto más natural es el producto, mejor. Alimentos poco procesados. Tomar fruta varias veces al día es muy aconsejable; los lácteos y yogures en una cantidad moderada; el uso de las legumbres como aporte de las proteínas vegetales es tan bueno como la carne, pues son muy importantes. Y luego el consumo de pescado es muy bueno, pues lleva una composición grasa, de omega 3, que es muy saludable. Las carnes rojas hay que reducirlas. En la dieta mediterránea se tomaba pollo o conejo. Creo que esas son las directrices, comer siempre con una ensalada verde, pero no con una a la que le echan el queso o salsas. Un plato de guiso, pues la cocción de los alimentos es mejor que freírlos, y luego como grasa alimentaria, el aceite de oliva virgen extra, que lleva ácidos grasos monoinsaturados, el ácido oleico, que es una fuente de salud en el sentido de que es la grasa menos lesiva. Es una dieta con alimentos estacionales, poco procesados, leche, yogur derivados de la leche, pan, un poco de queso, y la carne en consumo moderado. Es una dieta más vegetal que carnívora. Pero más que dieta es el estilo de vida. Tenemos una forma de ser que nos relacionamos mucho, nos saludamos, nos abrazamos, somos muy efusivos. Ese estilo de vida produce una sensación de bienestar que produce la liberación de endorfinas. La familia mediterránea no es la nórdica, aquí tenemos toda una comunidad: la tita, el tito, el abuelo, la abuela, el otro. Esto es una fuente de satisfacción y de relaciones interpersonales. Por eso es tan bueno tener una buena conexión con el medio, y con las personas.
—¿En materia de ejercicio basta con salir a dar un paseo?
—No es suficiente. Es bueno, es saludable, hay que empezar por ahí, pero no nos fortalece. Hay que combinar el ejercicio dinámico, que es el que mueve los grandes grupos musculares como pasear, montar en bicicleta, bailar o correr, con el de fuerza. No levantar grandes pesos, pero sí pequeños pesos y grandes repeticiones. Es importante porque este ejercicio previene la sarcopenia, que es la pérdida de fibras musculares. Hay una frase que lo explica: «El ejercicio dinámico te alarga la vida, pero el de fuerza te dice que merece la pena vivirla». Hasta hace poco se creía que este último no era aconsejado para los pacientes de enfermedad cardiovascular, ahora sabemos que no es así. Hay que combinar uno y otro. El aeróbico se debe hacer todos los días, unos 30 o 45 minutos; y hay que meter un par de días de fuerza, como poco.
—¿Qué opina de la famosa recomendación de dar 10.000 pasos?
—Pues depende de la zancada y de la velocidad que lleves de marcha. Pero normalmente equivale a unos siete kilómetros. Es una teoría que surgió en Japón, que no tiene mucha base científica pero que no está mal, porque al final, te anima a andar siete kilómetros. Lo bueno del ejercicio es que si uno no está preparado para hacer la serie entera puede dividirla. Yo a lo mejor no puedo andar siete de golpe, pero primero ando tres kilómetros y medio, y luego, otros tantos. Eso suma. No puedo hacer una tanda de 30 minutos, pues haré tres tandas de diez. No hace falta ir a un gimnasio si alguien no quiere, que haga sentadillas. Levántate y siéntate en una silla 20 veces, ya verás cómo se quedan los músculos. Es cuestión de tener voluntad y de ir adaptándose a la edad.
—Al final, ¿todo se resume en comer mejor, hacer más ejercicio y dejar de fumar?
—No. Eso es lo principal, pero hay otros pilares importantes. Dormir las suficientes horas de sueño y que el descanso no esté contaminado por las luces que tenemos en todas las ciudades españolas, que afectan a la liberación de melatonina. El estrés crónico también puede minar la salud cardiovascular; algo que por supuesto hace el consumo de alcohol y otras drogas. Además, hay un factor que cada día está tomando más importancia, la contaminación ambiental. Hay que estar en un ambiente sano, ir a la playa, al monte, vivir con la naturaleza.