Cómo abrir una relación sin romperla: «Si los acuerdos son difíciles de cumplir, nos los vamos a saltar»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Cada vez más parejas optan por modelos no monogámicos o relaciones abiertas.
Cada vez más parejas optan por modelos no monogámicos o relaciones abiertas. iStock

Este tipo de acuerdos requieren una comunicación clara y directa y una capacidad de establecer pautas realistas, teniendo en cuenta que es difícil separar lo sexual de lo emocional en muchos casos

15 ago 2024 . Actualizado a las 11:47 h.

En una entrevista para el pódcast Se regalan dudas, la cantante Nathy Peluso explica sus dilemas: como persona indecisa, dice, hasta la carta de un restaurante puede suponer demasiado agobio a la hora de elegir, y es por eso que acaba pidiendo, en muchos casos, numerosos platos. «Y con los hombres me pasa lo mismo», remata. Esta es, a grandes rasgos, la idea que tiene la sociedad de lo que significa estar en una relación abierta o practicar la no monogamia: un estilo de vida que se considera reservado para aquellas personas demasiado «indecisas» como para comprometerse con una sola pareja.

Pero esta visión estereotipada y reduccionista está empezando a cambiar. Con las nuevas generaciones, que ya no se conforman con esquemas predeterminados de cómo tiene que ser la vida conyugal, más y más personas se animan a probar proyectos de pareja distintos. «Veo que cada vez más se plantea el paso de abrir la relación como una manera de fortalecerla», observa en este sentido la psicóloga Paula Delgado, especializada en no monogamias y cofundadora de Poliamor Salamanca. Y aunque las diferencias entre una relación abierta y una monógama salten a la vista, si se deja de lado la cuestión de la (no) exclusividad, los ingredientes necesarios para que el vínculo funcione y sea satisfactorio son, en esencia, los mismos.

¿Relación abierta, poliamor, swingers o no monogamia?

Cuando nos alejamos del paradigma monógamo, existen diferentes modelos de relación a nivel romántico y no todas tienen las mismas características. Están, por un lado, las relaciones jerárquicas abiertas, en las que los miembros de una pareja principal consienten mutuamente mantener relaciones sexuales con terceros. Dentro de este subgrupo podríamos ubicar también prácticas como el swinging o intercambio de parejas, una práctica que se circunscribe al terreno sexual.

Por otro lado, existen proyectos más radicales, en los que se busca conscientemente subvertir o deconstruir el modelo tradicional y monógamo de relación, estableciendo la posibilidad de que una persona tenga dos o más vínculos románticos simultáneos con diferentes individuos que van más allá de lo sexual. Esto se conoce como poliamor y es un paradigma basado en la no monogamia ética.

«Cuando rascamos un poquito, vemos que las no monogamias son bastante complejas y que incluso dentro del paraguas de la no monogamia podemos encontrar realidades muy diferentes. Hay personas que construyen proyectos no jerárquicos entre sí y hay otras personas que no lo plantean igual. Hay proyectos de 'trieja', en el que hay una relación entre tres personas con las mismas características que una pareja tradicional», explica la sexóloga Norma Ageitos.

¿Por qué abrir la relación?

Son varias las razones que pueden llevar a una pareja a decidir dar este paso. Las expertas señalan que, si se abre la relación, se debe priorizar que este cambio sea beneficioso para ambos miembros de la pareja.

«Hay dos grandes modelos de gente que abre las relaciones. Por un lado, hay personas que buscan vivir como si estuviesen en soltería, lo que puede resultar complicado. Por otro lado, hay parejas que pueden tener la inquietud de relacionarse con otras personas pero sin descuidar o engañar a su pareja y ahí, normalmente, se puede tratar todo con más cuidado y hacer acuerdos», observa Delgado.

En todo caso, la clave está en tomar esta apertura como un experimento que ayude a los miembros de la pareja a autoconocerse y que lleve a un mayor bienestar para todas las personas involucradas. Así lo expresa Hélio, activista del colectivo Compostela Non Monógama: «Es importante pensar en qué cosas son importantes para ti en una relación, qué quieres, qué no necesitas, para saber qué forma quieres que tome tu relación. Es sano deconstruir la idea que tenemos aprendida desde la infancia de lo que es una relación de pareja. Puede ser un momento muy bonito de explorar qué cosas quieres y redescubrirte y conocerte más profundamente».

«A mí lo que más me gusta de la no monogamia es el hecho de que cuantas más personas tienes en tu círculo, las responsabilidades y los cuidados se reparten entre más personas y es más probable que alguien pueda ocuparse de ti si estás enfermo, o que alguien pueda ir a recoger a los niños al cole. Es una forma de construir una comunidad de cuidados y de afectos», explica Hélio, que a sus 37 años lleva toda su vida adulta apostando por estos modelos de relación.

«Ahora mismo estoy en varias relaciones y todas las personas con las que estoy lo saben, y también tienen sus vínculos por su parte. La verdad es que nos funciona y en el momento en el que empiezas a relacionarte con otras personas no monógamas, vas viendo que realmente hay bastante gente que también quiere ese tipo de relación», asegura Hélio.

Cuándo no abrir una relación

Las relaciones abiertas no son para todo el mundo ni para todos los momentos en la vida de una pareja. En este sentido, Delgado señala que «lo principal es no abrir la relación cuando la pareja está mal. Si ya hay problemas de confianza y de comunicación, introducir a terceras personas no suele funcionar muy bien».

«Si queremos abrir la relación, tenemos que trabajar en ella, en la confianza y en el poder pasar tiempo por separado. Si no estamos acostumbrados a hacer actividades con amistades en privado, y llevamos años haciéndolo todo en pack, el abrir la relación puede ser muy desafiante, porque tenemos que hacer un cambio muy grande en la gestión del tiempo. En cambio, si tú ya tienes tus amigos y estás acostumbrada a decirle a tu pareja: "El fin de semana me voy de viaje con Mari y Pili", no va a ser tan problemático cambiar eso por un vínculo más sexual», explica Delgado.

A la vez, iniciar este tipo de proyectos puede no ser lo más adecuado cuando ya estamos sobrepasados por otros aspectos de la vida, como cambios a nivel laboral o familiar. «No todo el mundo en todo momento va a tener ganas, predisposición o incluso ilusión por un proyecto así. A veces, en consulta vemos que había expectativas muy altas que luego se chocan con la realidad. También está bien reconocer qué se nos da bien y qué nos aporta para estar bien en nuestras relaciones, y qué es lo que no», señala Ageitos.

¿Y si uno de los dos quiere abrir la pareja y el otro no?

«Son habituales los casos en los que una de las personas tiene muy claro que quiere abrir la relación o que lo necesita, y la otra persona está un poco arrastrada en el proceso. Lo ideal ahí es ir al ritmo del más lento y con muchos cuidados. Si yo no sé si voy a poder tolerar que mi pareja quede con otras personas o no, en vez de prohibirlo directamente, vamos a darle una oportunidad sabiendo que al día siguiente vamos a tener un plan nosotros dos y que después vamos, como pareja, a valorar cómo nos hemos sentido y si es algo que se puede repetir o no», propone Delgado.

«Si incluso dando estos pasos poco a poco, una de las personas ve que es incapaz de gestionar esa relación, hay veces que hay que dar el paso de la separación porque se están buscando modelos distintos, y no se trata de forzar situaciones insostenibles», señala la experta.

Los acuerdos

Los acuerdos que cada pareja establezca en cuanto a las características y los niveles de la apertura son los cimientos para lograr que la relación funcione. A la hora de plantear estos acuerdos, la buena comunicación de la pareja es primordial en esta instancia, ya que es necesario ser capaces de hablar de lo que necesitamos y expresar posibles incomodidades.

«Dentro de la no monogamia, hay personas que quieren saber lo que hace su pareja con otros, pero hay otras que no quieren saberlo. Entonces, tienes que saber qué cosas valoras en una relación, qué cosas son negociables y hablar con tu pareja, comunicar tus necesidades y atender a las suyas», explica Hélio.

«En vez de prohibir desde la inseguridad, diciendo: "No hagas esto porque me va a doler", puedo pensar en cómo me puedo sentir yo cuidada en el caso de que tú hagas esto. Si te vas de fin de semana, te puedo pedir que hagamos alguna llamada o que me respondas al WhatsApp para que yo sepa que está todo bien», sugiere Delgado.

«Sí que hay que tener cuidado con un tipo de acuerdos que se suelen poner, que son los de avisar antes de que pase nada. Porque si estoy ligando de fiesta, es muy complicado que yo pare esa situación para llamar a mi pareja y avisarle que dentro de cinco minutos voy a liarme con alguien. Hay que ser realistas con los acuerdos, de lo contrario, si son difíciles de cumplir, nos los vamos a saltar», recomienda la psicóloga.

«También el límite de "No te pilles por nadie" es muy complicado de cumplir. A veces se piensa en las relaciones abiertas como si solo fuesen aquellas en las que se tiene sexo fuera de la pareja y en realidad es un poco complicado separar eso de lo emocional», coincide Ageitos.

Los celos y otros desafíos

El primer impulso que muchas personas sienten al pensar en abrir la pareja es el de los celos, una emoción que puede aparecer también, por supuesto, en las relaciones exclusivas. «Está la idea de que no hay que sentir celos, pero no es así. Lo que hay que saber es cómo te resuenan esos celos y qué hacer con ellos», explica Ageitos, y asegura que el no sentir celos no debe ser un objetivo en este tipo de vínculos.

En este sentido, la comunicación es, una vez más, la clave para aliviarlos. «Necesitamos que sea clara, abierta y natural para evitar las inseguridades. Si no, la cabeza rellena los espacios en blanco con información que no es nada buena para nosotras. Y también, como venimos de modelos monógamos donde normalmente no estamos acostumbrados a hablar con nuestra pareja de que nos gusta o nos atrae una persona, o que nos gustaría pasar una noche con esta persona, cuando abrimos la relación nos da muchísima vergüenza», señala Delgado.

Entonces, puede ser adecuado marcar momentos específicos, por ejemplo, una vez a la semana, en los que vamos a hablar de lo que necesitamos y saber que tenemos ese momento para gestionarlo. Pero, también, a nivel individual, hay que poder reconocer esos celos como una emoción más y entender de dónde vienen para poder definir su peso y ver si realmente seremos capaces de llevar adelante este modelo de relación o si nos va a representar más una carga que una liberación. «Si vemos que nos cuesta muchísimo, siempre podemos pedir ayuda terapéutica», recomienda Delgado.

«Se trata de llegar a la fuente de esos celos, a esa inseguridad y esas dudas. Si aceptas esa vulnerabilidad y la expones, descubres que esas emociones no tenían realmente la importancia que pensabas, en muchos casos, y que realmente no había ningún problema. O a lo mejor, otras veces sí que lo había, pero entonces puedes hablar de esas cosas a través de la aceptación», explica Hélio.

«A nivel de la gestión del tiempo, pasar ratos de calidad en pareja es importante. Si tenemos una relación de 15 años, tenemos hijos, compartimos una casa y empezamos a quedar con otras personas, vamos a tener la sensación de que nuestra pareja hace lo divertido con las otras personas. Es típico que se manifieste esto: "Conmigo solo estás para llevar a los niños al cole y para discutir por dinero y con otras personas vas al cine, vas de fiesta y haces planes que nosotros hace años que no hacemos". Entonces, gestionar el tiempo de calidad en pareja y procesar, a nivel individual, la energía de la nueva relación, que a veces es muy intensa, es importante. Necesitamos poder reconocer que, aunque nos guste mucho una nueva persona, el compromiso lo tenemos con otra», indica Delgado.

Mitos derribados

Son, todavía hoy, muchos los mitos que rodean a este tipo de vínculos, y que llevan a muchas personas a mantener la apertura de su relación en secreto. «Sigue habiendo un armario y seguimos enfrentándonos a ciertos comentarios del entorno y de la familia que ponen en duda estas relaciones, del tipo "Si te estás planteando esto, igual es que no quieres a tu pareja". Tenemos muchas de esas creencias de cómo funcionan las relaciones que vienen de la monogamia y, cuando las cambiamos, vamos a recibir un cuestionamiento y hay mucho miedo a este nivel: no quiero que la gente me vea, me da miedo cómo va a reaccionar mi familia si se entera de que tengo este tipo de relación», observa Delgado.

Por otro lado, «está la idea de que las no monogamias están hechas para fracasar, pero lo mismo ocurre con las monogamias. La mitad de la gente que se casa se divorcia y nadie habla de que la monogamia sea un modelo para el fracaso. Porque entendemos que existe una monogamia secuencial: ahora estás con una persona y antes has estado con otra. La no monogamia es lo mismo, pero en superposición. De repente estás enamorándote de una persona y estás en duelo con otra a la vez», señala Ageitos.

«Creo que hay una idea de que son relaciones más inmaduras, que no requieren de un compromiso o un sacrificio, que son más hedonistas, que no haces el esfuerzo de mantener una sola relación porque lo que quieres es liarte con otra gente. Pero realmente, cualquier relación que quieras que dure en el tiempo requiere un esfuerzo. Y si estás eligiendo no ser del todo feliz para mantener una relación, igual esa relación no es sana. Te mereces tener una relación o más que te permitan ser plenamente feliz», concluye Hélio.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.