Reír (de verdad), cantar y bailar: así de fácil es disminuir la apatía y aumentar el bienestar

Sofía Berardi / U.R. LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Cantar, bailar y reír pueden hacernos más felices.
Cantar, bailar y reír pueden hacernos más felices. I Stock

La risa para evitar el dolor en el parto, el canto para estimular el nervio vago y el baile para fortalecer la corteza somatosensorial, estos son apenas algunos de los tantos beneficios

07 ago 2024 . Actualizado a las 10:19 h.

«La risa es el pegamento que mantiene unidas a las familias, las tribus y las sociedades», dijo alguna vez el comediante y presentador británico Jimmy Carr. Aún no somos conscientes de lo importante que es en nuestras vidas. Y es que la risa libera endorfinas, dopamina y serotonina, hormonas que nos ayudan a mejorar nuestro estado de ánimo y producen una sensación agradable en nuestro sistema nervioso. La risa reduce el dolor, lo confirma la coach experta en crecimiento personal y teatroterapeuta Inma Rabasco, que se río mucho durante su parto

«Estaba en París, donde la gente no es muy risueña, y había leído que la risa ayudaba a sentir menos el dolor. Así que, con tan pocos recursos porque nadie me echaba una mano, cada vez que venía una contracción me ponía a abrir la boca, a soltar carcajadas, y realmente sentí el cambio. Fue algo raro, pero lo logré porque estaba dando apertura y lugar al cuerpo», recuerda Rabasco, y explica: «Si tuviéramos más registro de nuestro cuerpo, nos daríamos cuenta de todo lo que implica reír. Cuando te hacen cesárea o alguna operación genital cualquier mínima sonrisita te genera dolor en la musculatura diafragmática y hacia abajo», recuerda Rabasco. 

No es casualidad que el gesto que hacemos muchas veces como respuesta al dolor por un golpe o quemadura sea fruncir la boca emulando una sonrisa. 

La risa también mejora la función cardiovascular, fortalece el sistema inmunológico y endocrino. «Después de reírte disminuyen las hormonas del estrés, el cortisol, la adrenalina. El cantar, bailar también bajan el estrés y liberan serotonina, dopamina y endorfinas, eso va a atenuar el dolor», asegura la neurocientífica Mónica Folgueira Otero, parte del Grupo de Investigación Neurover y profesora la Universidad de A Coruña. 

Como menciona la neurocientífica, algo parecido al efecto risa sucede cuando cantamos, bailamos o hacemos deporte. Sobre todo si es en grupos. Pero hay un matiz para estas actividades y es que muchos de los beneficios solo se activan si lo hacemos de verdad. Quizás hayas oído aquella teoría de intentar mejorar tu estado de ánimo con solo fingir una sonrisa, esta hipótesis, que surgió de un experimento psicológico de la década de 1980, tiene sus matices. 

La neurocientífica británica Sophie Scott, especializada en neurociencia cognitiva e investigadora del University College de Londres, que se ha dedicado a estudiar la risa, y sus tipos, enseña en su charla TED Why we laugh (Por qué nos reímos), qué áreas del encéfalo se encienden cuando uno se ríe. La respuesta de nuestro cerebro varía si la risa es involuntaria (real) o forzada (posed).

Áreas del encéfalo que se encienden con los diferentes tipos de risa.
Áreas del encéfalo que se encienden con los diferentes tipos de risa. Sophie Scott

La teoría de Scott se basa en que el cerebro tiene dos sistemas para vocalizar. Las zonas que se activan con la risa social son las marcadas en rosa y están asociadas a la mentalización, a pensar y tratar de entender por qué el otro se ríe. Se basa en las áreas motoras laterales, que son las que utilizamos para hablar, es más reciente en nuestra evolución. Mientras que las azules, ubicadas en corteza auditiva, tiene que ver con las risas como las de una cosquillas (involuntarias), producto de una reacción más central y más antigua en el ser humano. 

Más allá de que exista esta clasificación. Sin que signifique fingir, podemos evocar la risa, no en vano existe la risoterapia. Esta técnica se utiliza como tratamiento alternativo no farmacológico y tiene un efecto positivo sobre la salud mental y el sistema inmunológico. Según recoge el artículo Beneficios terapéuticos de la risa en la salud mental: revisión teórica de JongEun Yim, investigador de la Universidad de Seúl, la risoterapia «proporciona a nuestro cuerpo diversos cambios fisiológicos e influye en la temperatura física, la presión arterial, la capacidad pulmonar, la frecuencia cardíaca, los músculos del sistema musculoesquelético y la actividad cerebral, por lo que puede tener un efecto general en la promoción de la salud». 

Mentalmente ayuda a reducir sentimientos desagradables como la tensión, la ansiedad, el odio y la ira, alivia los sentimientos de depresión, ayuda a mejorar las relaciones interpersonales y atenúa el insomnio, la pérdida de memoria y la demencia. «La risoterapia para el estrés y la depresión, casos representativos que influyen negativamente en la salud mental, es una alternativa de tratamiento no invasivo y no farmacológico», pone en el artículo.

Además del motivo, la potencia de nuestra risa también incide, comenta la psicoterapeuta y divulgadora de salud mental Claudia Pradas. «Hay estudios que indican que cuanto más fuerte es la carcajada más liberación de serotonina, eso a nivel neurológico. A nivel físico nos ayuda a recibir más oxígeno y activan músculos que no activamos por la propia naturaleza del movimiento», dice la psicóloga que atiende en A Coruña.

Por su parte, David Gómez, psicólogo y autor de Un viaje hacia el amor propio (Urano, 2024), añade: «Sonreír o reírse es parte de la respuesta emocional de alegría. Esta emoción tiene una importante función en nuestras vidas como es la vinculación interpersonal. Si las personas hacemos algo y le sigue una consecuencia agradable, como puede ser experimentar alegría, aumentamos la probabilidad de ocurrencia de esa conducta en el futuro (reforzamiento positivo)», expresa. 

Cantar y bailar: beneficios cognitivos, emocionales y fisiológicos

En la ducha o en el escenario, cantar nos obliga a hacer respiraciones profundas, que a su vez aumentan el flujo sanguíneo en el cuerpo, así como el efecto de las endorfinas. De hecho, cantar puede contribuir a mejorar la respiración de las personas con problemas pulmonares. 

Hay más. Un estudio de 2011 publicado por la Universidad Christ Church de Reino Unido, determinó que «cantar puede ayudar a personas con problemas mentales existentes y con condiciones de salud física». 

Cantar o escuchar música tiene beneficios cognitivos y emocionales, pero también puede ser beneficioso para el tratamiento de personas con demencia. Existen muchas revisiones relacionadas con cantar y escuchar música en el contexto del alzhéimer. Un reciente artículo de Nature destaca que la habilidad para reconocer canciones no te cae con la edad. Y que la gente mayor lo reconoce también como la gente joven. «Por lo menos en ciertas edades, ya mayores, sirve para mantener las habilidades cognitivas y reduce la depresión», explica la neurocientífica Mónica Folgueira Otero.

Cantar estimula el nervio vago y el sistema límbico 

Cantar es una de las formas más fáciles y eficaces de estimular el nervio vago —la gran autopista que conecta el tronco cerebral con casi todos los órganos del cuerpo—. «Cuando cantamos, realizamos respiraciones más profundas y controladas, generamos vibraciones en la garganta y en el pecho que activan el tono vagal o la actividad del nervio vago», expresa la bioquímica experta en digestión Fani García en su libro Es tu tripla la que grita (Urano, 2024). Y añade: «Además, el canto, especialmente cuando lo hacemos con ganas, emoción y expresividad, implica la activación de múltiples sentidos al mismo tiempo, estimulando también el sistema límbico [conjunto de zonas del cerebro encargadas de regular las emociones] y generando la liberación de neurotransmisores como la serotonina, que promueve estados de felicidad y plenitud». 

Tanto cantar como bailar, explica Claudia Pradas, mejoran la autoestima, ayudan a la desconexión mental y a la gestión de la ansiedad. A través de ellas nuestra mente se enfoca en un estímulo placentero. «La disminución del estado de alerta nos acerca a abrir puertas que en otras condiciones no podríamos abrir. Las puertas internas se hablan en terapia, este trabajo más delicado, pero las actividades como risoterapia, bailar, cantar, el uso del humor, nos produce un aumento del bienestar y la disminución de los pensamientos rumiantes», expresa la psicoterapeuta. 

Bailar fortalecer la corteza somatosensorial

Bailar tiene beneficios cardiovasculares, digestivos y psicológicos que son más conocidos, pero también repercute a nivel cerebral. Además de fortalecer la corteza somatosensorial, va a permitir conexiones más eficientes entre las neuronas. «Nuestro sistema nervioso es plástico y con el baile se puede generar aprendizaje y almacenar información en el sistema nervioso, que sería la memoria. La corteza somatosensorial es precisamente la que procesa la información sensorial, la auditiva y la de los movimientos controlados del baile», sostiene la neurocientífica Mónica Folgueira Otero. 

Claro que si a una persona no le gusta cantar o bailar, no se le va a obligar. Pero cuando estas actividades están asociadas a algo placentero para el paciente o alguien que lo necesita, sí que existe «una disminución de apatía y un incremento del bienestar», explica Pradas.

La coach experta en crecimiento personal Inma Rabasco acota que cantar, bailar, reír, actuar, son actividades lúdicas, de expresión, por lo que concluye que «el ser humano es un ser creador, no solo con la mente, sino con las expresiones, desde la voz y el cuerpo. Estas actividades que nos han seguido desde el inicio del planeta. La risa es innata, igual que llorar, están muy unidos. Cuántas risas terminan en llanto y cuántos llantos histéricos terminan en risa, sucede mucho en los velorios… Al final, por explicar todo tan teórico, se nos olvida ser».