Juanjo López, el médico de Carlos Alcaraz: «La dieta debe basarse en alimentos sin etiqueta»
VIDA SALUDABLE
El experto, que en la actualidad está en París con el tenista, señala que el jugador es joven «y todavía tiene mucho margen de mejora»
08 jun 2024 . Actualizado a las 13:35 h.El doctor Juanjo López, médico de Carlos Alcaraz, levanta el teléfono desde París. Como parte del equipo del joven tenista, han tenido que desplazarse a la capital francesa, sede del torneo Roland Garros. El especialista en cirugía ortopédica y traumatología deportiva e infantil presenta su nuevo libro Hábitos para ser el número 1 (Espasa, 2024), y lo dice con el ejemplo de cerca.
—¿Cuánto de hábitos, de esfuerzo y de suerte se necesita para ser el número 1?
—A mí me gusta marcar la diferencia entre ser el número uno a nivel personal y ser número uno a nivel profesional. El número uno a nivel personal es lo que yo quiero conseguir con el mensaje de este libro, que una persona que tenga calidad de vida, que sea feliz, que sea amable, que hace deporte, que se alimenta bien, que a nivel de la sociedad es alguien que aporta. Y tener ese éxito a nivel personal hoy en día, por desgracia, es poco frecuente. Todo el mundo está sometido a una enfermedad, la epidemia del siglo XXI, el estrés crónico. La gran mayoría de la gente es sedentaria, la gran mayoría se alimenta regular o mal —aunque piensen que se alimentan bien— o no descansan correctamente. Quiero decir, somos, en general, una población bastante enferma y consideramos que es normal tomarnos una pastilla para poder dormir, cuando no lo es. Por otra parte, está el número a nivel profesional, como Carlos Alcaraz que es el número uno más joven de la historia. Para serlo, tienes que tener aptitudes con las que se nacen, pero sobre todo, se entrenan. Los hábitos y la fuerza de voluntad van de la mano. Cuando la tienes, eres capaz de entrenar si hace frío, si hace mal tiempo, o si estás cansado; comes lo que debes, aunque haya tentaciones, o escoges dormir cuando podrías salir por ahí. El número uno también se construye con hábitos. Al final, en deportistas como Carlos, las diferencias son muy pequeñas y radica en estas cosas.
—¿Qué significa ser el médico de Carlos Alcaraz en particular, y de un deportista de élite en general? En el libro cuenta que, con él, intenta predicar con el ejemplo igual que lo hace con sus hijos.
—Sí, y con mis pacientes. Carlos es un chico muy joven, su éxito ha llegado de forma muy rápida. Todo el equipo que le rodea somos gente mayor que él y tratamos de inculcarle el tema de los hábitos. Al final, es un prodigio, pero es algo que tiene que seguir trabajando. De hecho, Carlos todavía tiene bastante margen de mejora. De ahí que tengamos que inculcarle estos hábitos. Por ejemplo, ayer (por el miércoles) por la tarde, teníamos el día libre, y lo que hicimos fue buscarle un sitio en la naturaleza para dar un paseo. Podríamos haber ido al cine, pero preferimos ese contacto con la naturaleza, con la vitamina N, cuyos beneficios, como que mejora la inmunidad o que favorece la relajación, están demostrados. De esta forma, él está más tranquilo, el equipo hace piña y hablamos de otras cosas que no sean el tenis, además de estar en plena naturaleza, que es un hábito maravilloso.
—En su libro enumera ocho hábitos, ¿por qué el deporte es el primero?
—Para mí, quizás es el más importante, porque todo lo que trae es beneficioso. Eso sí, tenemos que ponernos en manos de profesionales y no ponernos a correr o a jugar al pádel por nuestra cuenta. De esta forma, progresamos sin riesgo de lesión. En consulta veo a mucha gente que después de Navidades o antes del verano, llegan con una lesión moderada. Yo predico mucho con el ejercicio de fuerza, que es probable que en un principio no le guste a esa persona. Yo, por ejemplo, suelo ir de siete a ocho de la mañana, y es cierto que cuando el primer día te levantas a las 06:30 horas, en pleno invierno, no te apetece, pero vas igual. Al final, llegará un momento en el que vayas a entrenar sin esfuerzo en la mayoría de ocasiones porque conoces la recompensa. Sabes que te hace sentir bien. Así voy al trabajo con más energía, trato mejor a mis pacientes, a mi familia o me hace ser más creativo. Además, suele hacer que mejores otros aspectos. Intentas descansar mejor para rendir más o alimentarte con una dieta de más calidad; si hace buen día, vas a correr o a pasear a un monte o al parque y tienes contacto con la naturaleza; y te hace ser más ordenado en tus horarios. Por todo esto lo pongo de primero.
—En el libro comenta que pasó de recetar pastillas en la mayoría de casos a recomendar deporte. ¿Es complicado que el paciente lo acepte?
—Sí. La medicina que yo he aprendido y he practicado es una medicina de hospital público, donde mi récord de pacientes ha sido de 69 en una mañana, lo cual es una absoluta locura. Te llegan personas con dolor que tienes que ver entre cinco y siete minutos, así que ponerte a explicar a alguien que viene con un dolor de espalda que si la fortalece y genera buenos hábitos se le va a pasar en cuatro o cinco meses es difícil. Especialmente, si la persona quiere que sea ya, con una pastilla y manteniendo esos hábitos perjudiciales. Eso empeorará su calidad de vida porque el día a día con dolor es muy complicado. ¿Qué sucede? Que en la sanidad pública, por desgracia, apenas se puede hacer prevención porque no se tiene el tiempo ni los medios necesarios. En la actualidad, yo reparto mi trabajo entre Carlos Alcaraz y mi consulta privada, y ahí sí que invierto tiempo en explicar todo esto a la gente. En el libro cuento mi historia personal, cómo era sedentario y cómo creía que hacía mucho deporte por salir un par de veces a correr cada semana. Siempre vivía con dolor y de vez en cuando me tenía que medicar. Lo cuento con mi ejemplo para que llegue más rápido a la gente.
—¿Por dónde puede empezar a moverse una persona? Recomienda hacerlo con un profesional, pero no siempre es posible.
—Con cosas del día a día, todo va cogido de la mano. Hay que intentar estar más activos. Por ejemplo, esta semana en París, mi habitación está en un quinto piso. Por ello, y para moverme un poco más, no he cogido el ascensor ni un solo día. Todo suma. Otra cosa que hago es ir caminando al hospital donde está mi quirófano, a unos 2,5 kilómetros de mi casa. Son unos 20 o 25 minutos de ida, y otros tantos de vuelta, que me sirven para escuchar música, hacer una llamada o desconectar. Es cuestión de moverse más en el día a día y de vez en cuando someternos a cierta incomodidad.
—Otro de los hábitos que destaca como esencial es el de un buen descanso. De todos los consejos que da, hay dos especialmente particulares, la siesta y la postura. ¿Cómo beneficia uno y otro al sueño?
—Se ha visto que los países que siguen el patrón bifásico del sueño, es decir, dormir por la noche y dormir un poco de siesta, como España, tienen más longevidad en comparación con otros territorios. Pero es algo que depende de la persona y contexto. Para mí, es lo ideal. Siempre lo comparo con la batería del móvil, que cuando tiene un 15 % ya se pone a cargar. La siesta ayuda a rendir más laboral o socialmente. Y con respecto a la postura, siempre se ha dicho que la mejor es la de cúbito lateral, o lo que es lo mismo, dormir de lado. Incluso, si acabas de cenar, dormir del lado izquierdo porque en esta posición el estómago está mejor colocado. Sin embargo, creo que a este respecto hay que hacer lo que a cada uno le siente bien. Habrá gente que duerma genial boca arriba. Para mí, lo importante es el tema de las pantallas, pues tenemos que intentar dejarlas unas dos horas antes, y la lectura, que siempre será mi consejo para favorecer el descanso. Nos hace apagar poco a poco.
—En materia de alimentación, ¿cree que la gente piensa que come mejor de lo que realmente lo hace?
—Sí, es rara la persona a la que le preguntes y te diga que come mal. Hay gente que te dice que apenas comen y siguen engordando, pero aquí no hay secretos. Depende de las calorías que ingiere y de las que gastas. Dicho esto, hoy en día estamos bombardeados por supuesta comida sana que no lo es. Al final, lo que tenemos que consumir son los alimentos que no tienen ingredientes, en los que no puedes leer una etiqueta. Un tomate siempre es un tomate. Yo soy defensor del comercio local y de temporada, pero eso es otra discusión. Debemos priorizar la verdura y la comida real, así la alimentación será más sencilla, pero no hay que volverse estrictos.
—Explica que el ayuno intermitente le ayuda a rendir más. ¿Cómo es posible que no comer le beneficie de esta forma?
—Sí, es algo que está muy de moda y cuando la gente me pregunta siempre recomiendo consultarlo con un nutricionista. Al final, es como la postura para dormir, depende de cada persona y de cuánto lo vayas entrenando. A mí me evita la subida y la bajada del pico de glucosa que te da después de comer el desayuno. Al bajar, nuestro cuerpo activa las alarmas y pide más comidas, para volverla a subir. De hecho, yo como más cuando no lo hago. Lo suelo poner en práctica entre tres o cuatro días a la semana, sin que sea algo obsesivo, sino algo más al hecho de comer bien y a que, a veces, deje descansar un poco al intestino, que es de lo que se trata.